Ante Trump, tibieza del gobierno mexicano


Hace unos días, se inició el gobierno de Donald Trump, el cual marcará una nueva era de desequilibrios en el orden mundial y con claras consecuencias para nuestra patria.

El optimismo de “no va a pasar” se agotó y pensar que Trump cambiará en el poder es tan ingenuo como absurdo. Su reelección depende de la deportación de mexicanos o de que construya el muro, además de que ya ha planteado una agenda clara y específica.

El gobierno de Trump no es un hecho aislado, ni siquiera una pesadilla de cuatro años, es posible que tenga consecuencias de largo plazo y de trascendencia global.

Frente a esta tormenta lo que preocupa es de aquí a dónde y qué debemos hacer. En esta delicada hora de la nación, el gobierno ha tenido más que un papel de víctima, sin propuesta, ni acción, salvo la humillante y torpe visita del señor Trump. Más allá de esto, ha decidido seguir esta política errónea: apostar a la simpatía y la cercanía de quien nos desprecia. El credo de Trump es la fuerza y la ventaja. ¿Con todo ello seguimos esperando su benevolencia?

Muestra de ello es el nombramiento de Luis Videgaray, quien no tiene más credencial ni experiencia que la amistad con la familia Trump. No ubicamos en su expediente capacidad negociadora o diplomática, él mismo reconoce su carácter de novicio.

¿A quién representará? ¿A México o a la familia de sus amigos? Sus declaraciones lo acreditan, ya que mientras Trump amenaza a las empresas que invierten en México, ve en él a un hombre amable y negociador.

Lo sensato es construir una posición de negociación sólida, basada en principios y diplomacia. Es pasar a la acción con dignidad, sentido de oportunidad y patriotismo. Actuar para mostrar que México busca la prosperidad compartida, que no responde ni se amedrenta frente amenazas, que cree en la igualdad de los Estados y los principios de la política exterior.

México debe iniciar la acción. ¿Por qué no pensar en los espacios del derecho internacional, donde se deben litigar las decisiones que nos afecten, teniendo una posición clara? Por ejemplo, se llevó a cabo el Foro de Davos y no hubo ningún posicionamiento, ni cabildeo del gobierno mexicano.

Nuestro país debe convocar al debate internacional sobre el libre comercio, la libre empresa, la economía global y el derecho a la igualdad de los pueblos.

La negociación no se puede basar en dogmas, sino en qué es lo más conveniente para ambos países, por eso es de la mayor trascendencia integrar un foro binacional con académicos, que muestren cuál es la razón de estas lógicas. Por la delicadeza del asunto, es importante que el Senado de la República defina y apruebe los límites e integración de las delegaciones.

Los equipos de negociación deben integrarse por la gente más competente, que tengan las mejores credenciales, no los puede prestigiar la única cercanía o incondicionalidad con el presidente de la república.

Además de esto, es fundamental que no sólo sean negociadores expertos, que hasta la fecha no los han mostrado. También tienen que ser personas íntegras. Sería vergonzoso que el knockout de entrada sea descalificarlos por corrupción o porque no puedan explicar el origen de su patrimonio.

Los órganos del Estado mexicano están obligados a plantear de manera urgente y aprobar una agenda de fortalecimiento a las instituciones, un paquete de medidas económicas, pero también una estrategia diplomática para afrontar el reto que hasta ahora no está sobre la mesa.

Las contrapartes han planteado sus agendas y demandas. Nosotros seguimos en el vacío. Estoy seguro de que saldremos de esto más fuertes y más orgullosos, con mayor prosperidad, pero tenemos que trabajar para ello. La estrategia actual no funciona.

México debe tener una visión clara en sus instituciones: no pagará el muro, ni hoy, ni fiado. No pagará el muro ni hoy, ni nunca. México no se quiebra, ni se dobla. A México se le respeta.

@LuisHFernandez

Senador de la república