#MeLaPelas / Excélsior


El año pasado, en medio de un escándalo de corrupción, Otto Pérez Molina renunció a la presidencia de Guatemala y, en cuestión de horas, se convirtió en un preso común en la cárcel.

Con relación a esto, el fragmento siguiente es parte de un artículo publicado el 4 de septiembre del 2015 en The New Yorker, traducido por elPeriódicoguatemalteco:

“Me siento orgulloso, conmovido y emocionado”, escribió Jose Rubén Zamora… Me faltan palabras, me sobran las lágrimas. Sin la tenacidad, la persistencia y la presión constante de la ciudadanía, que jamás bajó la guardia, nunca hubiera sucedido…” Cuando se considera Guatemala a través de su larga historia de represión violenta, de división interna, de censura, de injusticia social extrema, de corrupción endémica protegida por un sistema casi impenetrable de impunidad, lo que ha pasado parece ser casi un milagro. “A Guatemala se le acabó la paciencia”, escribió la columnista Dina Fernández en elPeriódico. Y continuó: “Demasiado ha aguantado la sociedad con la boca callada. Ahora… ordena que los funcionarios respondan como se espera de ellos: a favor del interés de la población, no de la clica de ladrones y contrabandistas que operaba desde Casa Presidencial”. (http://bit.ly/1M0R73p)

En México, las cosas son un poco distintas. Todavía.

En días pasados, el llamado city manager de la delegación Miguel Hidalgo, Arne aus den Ruthen, fue agredido cuando ordenaba el retiro de automóviles que estaban estacionados sobre la banqueta. La agresión vino de parte de los guardaespaldas del dueño de esos autos, el empresario Raúl Libien.

Este último, al enterarse de la “intromisión” de Arne, le gritaba en el altavoz del teléfono de uno de sus guardias: “¡me pelas la verga!”. Días después de esto, el 16 de febrero, los gritos y amenazas pasaron a golpes y sangre para Arne, por parte de los escoltas.

Casi en paralelo a esto, el 18 de febrero pasado, el famoso comandante de los Supercívicos, Arturo Hernández, fue agredido en la delegación Benito Juárez, cuando intentaba que un ciudadano moviera su camioneta porque estorbaba el paso peatonal en la banqueta.

Esta vez fueron amenazas verbales y con objetos como un desarmador, un tubo y hasta un mechudo de limpieza. Además, el sujeto lanzó rocas y gas paralizante. Al grito de “¡haz lo que quieras pendejo!”, el ciudadano común y corriente, Óscar Arturo Alvarado, dejó bien claro que no le gusta eso del comportamiento cívico.

¿Qué tan lejos estamos de una situación como la que describe el párrafo que cito sobre Guatemala? Ahí se da una combinación donde la élite, en este caso política, es sometida a la ley, y la ciudadanía no deja de presionar hasta que así sea.

En nuestro caso, desde las élites hasta la base, existe la renuencia a cumplir con las normas que nos aplican a todos; hay una defensa a ultranza del territorio de la impunidad.

Pero personas como Arne y el supercívico nos muestran la otra cara de la moneda. El “ya basta” que se ha activado en las calles de México y que es cada vez más común.

Esta semana en el Senado, la Comisión Anticorrupción llevará a cabo unos foros en el marco de los trabajos de redacción de las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción. Para evitar caer en debates que poco sentido le hagan a la gente, y para evitar que el sistema que queremos se burocratice y pierda eficacia, estoy convencido de que el énfasis de dichos trabajos debe estar, justamente, en terminar con la impunidad.

Por mejores diseños legislativos que se logren, si las leyes siguen sin aplicarse en México, de nada servirá todo el esfuerzo. Es desde este enfoque que partirán mis intervenciones y propuestas en las mesas de esta semana.

Del otro lado, la participación de los ciudadanos es central para que la cultura de la impunidad deje de existir. Tanto en el armado de las leyes anticorrupción, donde las ONG estarán presentes, como en el actuar diario a nivel de cancha.

Vale la pena recordar la frase que dice el supercívico al final del video que subió a las redes: “somos muchos más los buenos que los malos”. Por esta ruta debemos avanzar.

Twitter: @RiosPiterJaguar