Cosio Villegas, creador de instituciones / La Crónica de Hoy


En 1986 la Secretaría de Educación Pública tuvo el acierto de editar una colección de obras ya previamente publicadas con el título de Lecturas Mexicanas; el número 55 de dicha colección fueron las Memorias de Daniel Cosío Villegas, uno de los intelectuales y creadores de instituciones más importantes que ha tenido México.

 

Esto último no lo repito como un lugar común ni como frase hecha, sino que Cosío dejó una obra en instituciones importantísimas para el desarrollo social e intelectual de muchos que fueron sus discípulos y que le dieron continuidad a sus proyectos.

 

Cuando apareció esa gran colección Lecturas Mexicanas  fue en el año de 1986 y, en mi caso, como médico ya había despertado en mí la inquietud social por servir a mi pueblo, porque la pobreza que se observaba en los barrios pobres de la ciudad de México, la falta de infraestructura médica y el costo de los medicamentos nos imbuían a mí y a otros estudiantes de medicina, de conciencia social. Teóricos y, a la vez, hombres de obras como Cosío Villegas, en el tiempo que nos permitían los gruesos tomos de medicina, nos animaban a construir o a intentar construir en nuestro sector médico una obra que sirviera al pueblo mexicano.

 

Debo decir con orgullo que ese tomo de las Memorias de Cosío lo conservo, y veo con satisfacción los subrayados y los paréntesis con que lo marcaba, casi todos coinciden con la educación.

 

Nacido casi con el siglo fue un hombre de un gran carácter y un temperamento poderoso. Cuando ante la inminencia de la Guerra Civil en España, y desde antes se decidió traer a México a esos connotados españoles, su compañero de fórmula para organizar lo que posteriormente sería el Colegio de México, fue el maestro de tantos Alfonso Reyes. Las funciones se dividieron de la siguiente manera: Cosío era el no, y Reyes era el sí. De allí que alguien definiera con gran ingenio a nuestro admirado, con gran ingenio y mucha ocurrencia, como “Un hombre de cáscara amarga, pero fruto jugoso.”

 

Cosío al igual que todos esos hombres sabios, difíciles, sobradamente inteligentes y generosos para la enseñanza, se formó en la Escuela Nacional Preparatoria, donde coincidieron hombres que el día de hoy nos impresiona por sus obras y por su saber, por su talento y por su vocación intelectual. Pienso sólo por mencionar a uno en Antonio Caso, filósofos en tiempos en que lo que estaba a la vuelta de la esquina era una revolución que sacudiría todos los cimientos del país. Ya antes, en sus andanzas estudiantes en San Ildefonso y en los inevitables avatares de la política estudiantil había conocido a los 7 sabios de México, manifestando su simpatía por Manuel Gómez Morín quien llegó a ser un gran ideólogo del panismo y de los fundadores del Banco de México.

 

Como tenía que ser Cosío también cayó o cooperó o se vio influenciado por la personalidad inteligente y el temperamento genial de José Vasconcelos, que para entonces, como rector de la Universidad Nacional emprendió la publicación de los clásicos para el pueblo de México. El oaxaqueño era, en el buen sentido, un fanático del libro, un hombre que no podía creer en otro poder del conocimiento que no fuera el de la letra. ¿Y qué mejores letras que las de Homero, Platón, Aristóteles, Sófocles, Eurípides? Pero faltaba un autor que Vasconcelos consideraba muy importante, uno de los neoplatónicos, Plotino, y no se podía traducir del griego pues nadie lo sabía. Hubo varios voluntarios para la tarea, y Daniel Cosío Villegas lo tradujo del inglés y del francés. ¿No es esa la verdadera educación, la más alta cultura de la que se nutre un pueblo?

 

Mucho podemos seguir hablando de un personaje tan singular. Sus grandes empresas intelectuales incluyen además del Colegio de México, que él fundó con la intención de dedicarse a preparar a la nueva élite intelectual de México”.  Y su otra empresa que hasta hoy nos sigue dando grandes frutos intelectuales que enaltecen a México: el Fondo de Cultura económica. XXX Twitter: @SenadorMayans