#FueraElFuero / Reforma


  • El fuero concita rechazo generalizado.
  • No hay razones que lo justifiquen más.

#FueraElFuero En 1931 un célebre norteamericano dijo lo siguiente: Debemos mantener esta nación íntegra, a salvo, y libre de la corrupción. Hoy en día la gente no respeta nada. Antes poníamos en un pedestal la virtud, el honor, la verdad y la ley. Hoy, la corrupción se pavonea en la vida diaria, es la nueva ley, la única que se respeta. Y está acabando con este país.
¿Quién lo dijo? Parece la reflexión de un estadounidense notable ¿quizá el Presidente Roosevelt o Martin Luther King? No. No fue un político, ni un intelectual, ni un líder religioso.
Fue un mañoso: Al Capone, el más famoso de la historia ¿Por qué pudo hablar Al Capone con ese cinismo sobre lo mala que es la corrupción? ¡Porque eso es fácil! Todos podemos criticar, condenar e incluso legislar para acabar con la corrupción Eso es necesario pero no suficiente en la hora que vivimos y el lugar que habitamos como clase política en la percepción de los ciudadanos.
Lo indispensable es actuar y mandar el mensaje correcto. Legislar para reconstruir la brújula ética que guíe al barco de la política. Legislar escuchando y atendiendo la sospecha fundada de que los políticos en México nos protegemos entre nosotros. Legislar para acabar con la desigualdad ante la ley que favorece a los funcionarios públicos por encima de los ciudadanos. Legislar para hacer realidad un reclamo social: #FueraElFuero.
En la discusión y aprobación del Sistema Nacional Anticorrupción, el debate sobre el fuero estuvo presente. Los Senadores del PRD consideramos necesario incluir la eliminación del fuero, al menos para los legisladores, como una tarea obligada en el momento oportuno. Como se sabe, esa propuesta fue rechazada.
¿Por qué planteamos #FueraElFuero? En su origen, el fuero se justificaba en la necesidad de proteger a legisladores y jueces de tal manera que pudieran manifestar libremente sus opiniones, los primeros, y tomar decisiones en libertad, los segundos.
Ambos sin temor a represalias. Un instrumento en contra de las prácticas autoritarias de persecución e intimidación inherentes a gobiernos del pasado.
Hacia mediados del siglo XX el fuero permitió la supervivencia de gobiernos y de representantes en una pluralidad precaria de la democracia mexicana. Amparó a autoridades municipales que llegaron al gobierno tras muchos sacrificios dado el control del partido hegemónico de Estado.
Pero en la segunda década del tercer siglo mexicano, la historia es distinta. La pluralidad tiene carta de naturalización en México y la amplia gama de posiciones políticas participan en democracia con absoluta libertad. Frenar esta libertad es mucho más peligroso y costoso que propiciarla Y es que el fuero, ideado como un instrumento para la libertad, se convirtió en herramienta para evadir la ley. De ahí que, frente a la ciudadanía, el fuero se asuma como un privilegio político; una franquicia de impunidad; una carta blanca para pasar por encima de la ley sin consecuencias. El fuero no concita opiniones a favor o en contra, simplemente indigna a la mayoría Hoy ya no hay espacio para que en México existan privilegios que sólo los políticos podemos gozar y que nos separan y distinguen de la sociedad. Los ciudadanos no perciben que la política sea el espacio privilegiado para reconciliar nuestras diferencias. Esto es porque con frecuencia el cargo de representante popular es buscado por quienes buscan eludir a la justicia Como lo afirmaba Daniel Cosío Villegas, es necesario «hacer público lo que es público». Hasta ahora, el fuero ha servido para explicar y justificar la conversión del ejercicio público en negocio privado.
Ojalá los discursos contra el fuero que se escucharon en el Senado transiten al compromiso público, los acuerdos y la acción legislativa inmediata. Mostrar que podemos ser la generación de políticos que decidió acercarse a la ciudadanía y recuperar su credibilidad quitándose privilegios; que construimos un nuevo y más eficaz control al ejercicio del poder político y que, como lo señalo Giovanni Sartori, evitamos conservar «una inmunidad que transforma las Cámaras en un santuario de sospechosos con altísimo olor de culpabilidad».
El autor es Senador de la República por Chiapas (PRD).