Escenarios, vidas y miradas


Una hipérbole es una figura retórica que consiste en exagerar la realidad. Se usa para que el mensaje tenga énfasis. Ejemplos hay muchos (te lo he dicho un millón de veces, estoy muerto de cansancio), pero hay uno que es histórico: ¡quieto todo el mundo!

Histórico, porque así empezó un intento fallido de golpe de Estado en España. Histórico, porque fue la orden dada por un teniente coronel, Antonio Tejero, el 23 de febrero de 1981 en el Congreso. Histórico, porque tres políticos, Santiago Carrillo, Manuel Gutiérrez Mellado y Adolfo Suárez, se mostraron estoicos ante la intimidación. Histórico, porque marcó los inicios de la vida democrática de un país.

Histórico, también, porque aquel momento quedó capturado en una imagen icónica. La misma que, años más tarde, Javier Cercas usaría para hilvanar el libro Anatomía de un instante. Y es que eso nos muestran las fotografías: anatomías de instantes. Capturan momentos que de otra manera podrían ser inefables. Permiten analizar a posteriori, e intentar entender condiciones, escenarios, vidas y miradas.

Hay fotografías con anatomías más complejas e instantes más elaborados que otras. Imágenes que constituyen la labor del fotoperiodismo: retratos de sociedades, políticas, culturas, personajes, etnias, deportes y naturalezas. Representaciones de momentos, cotidianos o insólitos, que acaban por ser increíbles.

Esas fotografías son las que el World Press Photo —organización holandesa fundada en 1955— premia. Pero no se limitan a premiar; año con año las mejores fotografías del concurso son mostradas al público en una exhibición itinerante que viaja a alrededor de 45 países. Ahora —desde el 20 de marzo y hasta el 9 de abril— la exposición está en La Enseñanza, Casa de la Ciudad, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

El valor del World Press Photo es hacer visibles realidades de todo el mundo. Lo hacen creyendo en el poder del fotoperiodismo para inspirar e influir a la humanidad. El trabajo del jurado es difícil: en esta edición, la 58, concursaron 5 mil 692 fotógrafos, de 131 nacionalidades, que presentaron 97 mil 912 fotografías; de ellos, sólo 42 fotoperiodistas fueron premiados.

Esta selección es difícil no sólo por el número de fotografías que se presentan: este año 20% de las imágenes fueron descalificadas porque fueron modificadas a tal grado que manipulaban la realidad que alegaban haber captado.

El retoque, normal en las imágenes comerciales, es engaño en el fotoperiodismo. Lo es porque es un oficio de fondos, no de formas. Para Miguel Ángel Granados Chapa, en La imagen en la industria periodística mexicana, el periodismo gráfico —aquél que concede información por medio de imágenes— tiene “un valor análogo al que se otorga a los textos”. Esta visión es compartida por el autor del Decálogo del periodista, Tomás Eloy Martínez, para quien “las fotos no son un complemento, sino noticias en sí mismas”.

Es así que las fotografías exhibidas en el World Press Photo son, efectivamente, noticias en sí mismas. Lo son porque representan momentos que no podrían ser descritos en su totalidad por un medio oral o escrito. Fotografías tan poderosas que podrían ser una hipérbole; pero que no lo son porque muestran la realidad, no la exageran —de ahí la importancia de que no sean manipuladas.

Fotografías que son anatomías de instantes. Anatomías de instantes cotidianos o extraordinarios. Anatomías de instantes que componen una crónica social y que ayudan a construir memoria histórica.

@zoerobledo
Senador por Chiapas