¡Nos vemos en la consulta! / El Universal


Miguel Barbosa

Los acuerdos plasmados en la reforma energética, impuestos por el PRI y el PAN afectan nuestra soberanía, anulan las posibilidades de bienestar, terminan con el compromiso de justicia e igualdad del Estado mexicano y cancelan los anhelos de progreso que alimentaron la construcción de nuestro país desde el inicio de su vida independiente hasta nuestros días.

Con esta reforma, el Estado perdió exclusividad en la explotación petrolera y con esto, cambió el modelo de país y de pacto social que nos une como mexicanos. Se trata de la consumación de un largo anhelo de las fuerzas conservadoras, que desde 1938 se han opuesto a la nacionalización del petróleo.

Las tentaciones privatizadoras siempre habían estado presentes, pero el regreso del PRI a la Presidencia de la República y los chantajes del PAN, se conjugaron para asestar este duro golpe a nuestro patrimonio energético que se consumó en cinco largas jornadas de trabajo legislativo.

Desde ya la maquinaria de comunicación del gobierno desata una nueva oleada de propaganda para tratar de legitimar esta reforma que, sin embargo, enfrenta el rechazo de la mayoría de la población como lo expresan diversos estudios de opinión sobre el tema.

En verdad, lo que hoy presenciamos es un cambio fundamental en nuestra concepción de nación, porque avanzó el proyecto de privatización de nuestros recursos estratégicos. Se puso en evidencia el sometimiento más grande de los intereses nacionales a los extranjeros en la historia reciente de nuestro país. México dejará de ser un país independiente, por la entrega de los dos recursos que quedaban bajo el control de la nación.

Con la aprobación de este paquete de reformas, los grupos parlamentar del PRI, PAN y PVEM, dieron una puñalada mortal a las dos empresas mexicanas más importantes para el desarrollo de nuestro país en los últimos cincuenta años.

México no necesita entregar, vía contratos y licencias, sus recursos energéticos al capital privado. Es falso que el sector energético sólo pueda avanzar si llega dinero privado.

No pasará mucho tiempo para que la fachada de estos cambios, que hoy se presentan como buenos, desaparezca y quede al descubierto su verdadera cara: el saqueo de nuestros recursos energéticos.

Mucho cuidado con seguir agraviando a una sociedad lastimada por la violencia, por la pobreza, la inequidad, la injusticia y la falta de empleo. Si hoy se piensa que estas reformas ya pasaron, ya triunfaron, se equivocan. La historia de México da cuenta de los momentos de calma que preceden a las grandes tormentas nacionales. Acaban de abrir la jaula del tigre, porque despojaron al pueblo de México de su patrimonio.

Desde la izquierda sabremos qué hacer, no es la primera ocasión que se impone una decisión de esta naturaleza y no será la primera ocasión en que podremos revertirla. Revisaremos nuestra estrategia, fortaleceremos la unidad y apoyaremos la movilización. Hoy termina un capítulo de esta lucha, pero el final de la historia aún no está escrito.

En el Grupo Parlamentario del PRD estamos orgullosos de nuestro origen, de la reivindicación que hacemos del nacionalismo, de nuestra soberanía energética; y haremos todo para defenderla, como en su momento lo hizo el general Lázaro Cárdenas.

Terminó la primera etapa del debate en el Senado. Pronto acabará el momento de los legisladores y los especialistas. La discusión dejará de ser un asunto sólo de los partidos y de los claustros; se trasladará a la plaza pública, a las calles, a las escuelas, a los sindicatos, a los hogares de millones de familias mexicanas. Esto no ha terminado, la sociedad, como lo ha hecho en otros momentos de nuestra historia, podrá revertir este atropello. Con la fuerza de la sociedad, nos vemos en la Consulta Popular.