Bienvenidos a la democracia


Miguel Barbosa

Bienvenidos los partidos políticos Morena, Humanista (PH) y Encuentro Social (PES) al sistema electoral mexicano.
Estas tres nuevas organizaciones tendrán la oportunidad de acreditar su presencia en la democracia mexicana, por medio de la obtención del voto ciudadano el próximo año.
Como instituciones de interés público, estas tres fuerzas políticas tendrán que cumplir con las obligaciones de transparencia, democracia interna y rendición de cuentas. También, podrán recibir prerrogativas.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Elecciones (INE) cada uno de los nuevos partidos recibirán en el periodo agosto-diciembre más de 31 millones de pesos.
Rumbo a las elecciones del próximo año, el mapa electoral cambió con el registro de tres nuevas fuerzas. En 2015, los ciudadanos podrán elegir entre diez logotipos: Partido Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Partido del Trabajo (PT), Partido Movimiento Social (PM), Partido Nueva Alianza (Panal), Morena, Partido Humanista (PH) y Partido Encuentro Social (PES). Además podrán presentarse candidatos independientes, si reúnen las condiciones que establecen las leyes correspondientes.
¿Cómo debe interpretarse esta variedad de ofertas partidarias? ¿La creación de nuevos partidos fortalece o debilita la democracia? ¿Existe un sistema de partidos ideal?
El pluripartidismo constituye un signo positivo en cualquier régimen político. Preferible la existencia de un amplio abanico de fuerzas, que un bipartidismo excluyente o, peor aún, el regreso de un partido hegemónico, como el que gobernó México por 71 años.
La sociedad mexicana es plural y dicha pluralidad debe expresarse en la diversidad de sus ofertas partidarias.
También es verdad que de 1988 a la fecha han obtenido y perdido su registro varias fuerzas políticas. En estos años de transición, se han perfilado tres fuerzas políticas principales. PRI, PAN y PRD son los pilares de ambas cámaras del Congreso de la Unión, ejercen los gobiernos estatales, el gobierno del Distrito Federal y disputan las presidencias municipales.
Los partidos son una de las partes más dinámicas del sistema político. A pesar de los problemas y retos que enfrentan en lo particular, del llamado “desprestigio partidista”, del aumento preocupante del abstencionismo y de la creación de la figura como la candidatura ciudadana, los partidos políticos son las organizaciones que disputan el poder público de manera fundamental.
Resulta erróneo que la sociedad civil, en su diversidad y pluralidad, pueda asumir la totalidad de los asuntos públicos. Existen funciones que las organizaciones civiles no pueden cumplir sin la mediación de la sociedad política, el ejemplo más claro: los procesos electorales.
En la disputa electoral, los partidos son articuladores del interés público, sintetizan ideología, aspiraciones, historia, identidad, prácticas y programas. Elementos que una organización civil no puede reunir por su naturaleza sectorial y su interés particular.
Morena debe ser considerado como un actor más, con el cual el PRD y el resto de las fuerzas de izquierda tiene una gran cantidad de consensos. Como movimiento social lo hicimos y ahora que ha logrado su registro, reiteramos los llamados a la unidad.
Desde la perspectiva de la izquierda, cualquier diferencia programática o interés personal deben ser menores ante la necesidad de unir esfuerzos para detener el saqueo de nuestra nación.
En esta tarea debe prevalecer la altura de miras, que permita convocar con suficiente fuerza a la ciudadanía para detener a quienes, sin ser una mayoría real, pero aprovechándose de la distracción que significa la falta de unidad y de acompañamiento de las distintas fuerzas de izquierda, pretenden crear los escenarios para establecer un modelo de país excluyente.
Las diferencias entre las fuerzas de izquierda son pequeñas ante el peligro que se cierne sobre el país en la intención de la derecha aglutinada en el PRI y en el PAN de concretar a través de leyes secundarias la reforma energética.
Esta reforma representa la entrega de los bienes más valiosos que tiene nuestro país y que han sido, dígase lo que se diga, la palanca de desarrollo que ha sostenido la viabilidad de México en las últimas décadas.
La existencia de nuevas organizaciones políticas no debe verse bajo una perspectiva de fragmentación, sino la oportunidad de fortalecer los frentes desde los cuales se articule la lucha por la defensa de la patria.
La unidad es un imperativo en temas como la lucha en contra de la reforma energética y la realización de una consulta popular para revertirla.
De lo contrario, las pequeñas ambiciones ahogarán las grandes causas de México, hacia la transformación del país, hacia un régimen que elimine los privilegios de unos cuantos poderosos, y avance a la emancipación social, que propicie la plena realización humana de los que hoy son sojuzgados, explotados o marginados por el sistema dominante.