No a la guerra


El mundo contaba los minutos que Donald Trump tardaría en meterlo en una nueva aventura bélica, criminal y desproporcionada.

 

Invocando un supuesto afán humanitario, el de evitar más muertes, el gobierno de Estados Unidos ordenó el lanzamiento de misiles sobre una base aérea del gobierno de Siria, aunque, como suele ocurrir en estas operaciones supuestamente quirúrgicas, ya se reportan víctimas civiles, entre ellas niños.

 

El ataque estadounidense se dio en respuesta al uso de armas químicas que, en días recientes, cobrara decenas de víctimas. El gobierno sirio negó su responsabilidad y recordó que el mismo gobierno de EU había declarado, en 2014, que la administración de BacharAl Asad no contaba ya con armas químicas.

 

El conflicto puede escalar si el concierto de naciones no pone un alto a acciones como la llevada a cabo por Estados Unidos, en abierta violación de la Carta de la Organización de Naciones Unidas.

 

Aun en la compleja geopolítica del conflicto sirio, resulta un disparate que Estados Unidos ataque a un gobierno que combate a sus enemigos, los grupos terroristas que son supuestamente su blanco principal. Las cosas cobran sentido cuando se mira a la Casa Blanca y encontramos un presidente con la popularidad por los suelos, necesitado de acciones bélicas que alimenten su deteriorada imagen y, al mismo tiempo, le den bonos con las maquinarias de la industria militar y del petróleo, las verdaderas ganadoras de cualquier estrategia de guerra de Estados Unidos.

 

Rusia y China han reiterado su apoyo al gobierno de Damasco y este mismo día se reunirá el Consejo de Seguridad de la ONU.

 

Esperamos que en ese espacio se escuche el clamor mundial al que nos unimos: rechazamos la guerra y exigimos vivir en un mundo en paz.

 

Sen. Dolores Padierna Luna

Coordinadora del Grupo Parlamentario PRD

 

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