La situación que guarda el país es preocupante. Llevamos años defendiendo a Tabasco y, por supuesto, a México, con sólidos argumentos contra los atropellos y el despojo a la Nación que implican las “reformas estructurales” aprobadas por una mayoría mecánica de legisladores, en el Senado de la República y la Cámara de Diputados.
Ha sido una larga noche en la que se ha ignorado el valor del debate legislativo que privilegia los intereses del pueblo y de nuestra Patria.
Como diputado en 2007 y como senador, los últimos cuatro años he manifestado con firmeza mi total desacuerdo, y voté en todo momento en contra de todas y cada una de las reformas estructurales (hacendaria, laboral, educativa, político-electoral, financiera y energética) mismas que anticipé serían perjudiciales a nuestro país, y no me equivoqué, ahí están los resultados.
El país hoy más que nunca requiere de la unidad, inteligencia, solidaridad y acción pacífica y racional de los mexicanos, para hacer frente al contexto internacional y a la cruda realidad de la pobreza, el desempleo y los excesivos aumentos no sólo en las gasolinas, sino en todo tipo de servicios y productos.
Revertir los daños de las reformas ajenas al interés del pueblo, exige anteponer los intereses de los mexicanos y la Nación a cualquier otro y, con ello, derrotar desde el Poder Legislativo a quienes se han olvidado del país.
En lo personal y con su apoyo, mi voto hoy y siempre será a favor del pueblo de México y Tabasco.
Construyamos unidos un presente y futuro de progreso para todos, privilegiando argumentos y propuestas viables, que realmente convengan al país, y a nuestro estado.
