México ante la nueva realidad / La Crónica de Hoy


El resultado de las elecciones en los Estados Unidos, que tuvo como triunfador al señor Donald Trump, obliga al Estado mexicano, y la sociedad en general, a replantear de manera global el conjunto de nuestras relaciones con ese país. Es necesario hacerlo porque lo ocurrido el martes pasado es la muestra indiscutible de que existe un malestar social que divide a la sociedad norteamericana, que tiene fragmentado el poder político y abrió una zona de incertidumbre que va más allá de la contienda electoral. La circunstancia actual hace necesario un análisis de nuestras fortalezas y debilidades, de nuestros aliados y adversarios, así como replantear una estrategia conjunta, como nación, para afrontar una nueva realidad que, nos guste o no, se impondrá en los próximos meses.

En todo el mundo se reconoce con asombro la victoria electoral de Donald Trump sobre Hillary Clinton y se comienza a analizar las múltiples consecuencias que este resultado tendrá en todos lados, pero los analistas coinciden en una cosa hasta ahora: México es el primer país en sufrir las consecuencias del arribo al poder de este personaje tan repudiado por el conjunto de nuestra sociedad.

Los múltiples señalamientos durante la campaña electoral respecto a los migrantes mexicanos, su condición de indocumentados y las propuestas para expulsarlos de los Estados Unidos, así como sellar la frontera con un muro que nos divida totalmente, junto a los calificativos de violadores, asesinos y delincuentes, entre otros, a las y los mexicanos migrantes, son ofensas que permanecerán en el recuerdo colectivo de nuestro pueblo y harán que, al menos los próximos cuatro años, veamos en el próximo presidente de los Estados Unidos a un adversario.

No obstante, ahora que conocemos el resultado electoral, hay voces que comienzan a referirse sobre aquella lamentable invitación del presidente Peña Nieto a visitar nuestro país para sostener un encuentro el día previo a la entrega de su informe de gobierno. Esa decisión fue y seguirá siendo un craso error político y diplomático que, incluso, tuvo cierta influencia en la contienda electoral al reposicionar a Trump en un momento de caída en las encuestas y lo diferenció de Clinton al ser recibido por un jefe de Estado, algo que no había ocurrido ni era necesario, al menos no así.

La política se hace con la realidad pero también con las percepciones. El presidente Peña Nieto aún tiene que referirse de tanto en tanto a aquel episodio que le ganó el repudio casi total de la población. Hoy no existe un reconocimiento social de ese momento ni se reinterpreta como un acierto a la luz del triunfo de Trump. Peor aún, la renuncia necesaria en su momento del secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, parece insuficiente ya que la actual canciller, Claudia Ruiz Massieu, no es una pieza sólida para afrontar las relaciones con el nuevo gobierno norteamericano al haber dejado constancia de su rechazo a la presencia de Trump y por las distancia que tiene con el grupo político republicano que sí apoyó las aspiraciones del magnate hoy convertido en político y futuro líder de la nación más influyente del mundo.

Ante la nueva realidad, debemos diversificar nuestro intercambio comercial para que no dependa en 80 por ciento de los Estados Unidos. Debemos, también, crecer nuestras relaciones comerciales con países de Europa y Asia, estrechar lazos con los países hermanos de Centro y Sudamérica, así como recuperar nuestro liderazgo en la región. Necesitamos fortalecer nuestro mercado interno consumiendo más productos del país que incentive la economía regional, cree nuevas fuentes de empleo y nos haga menos vulnerables a cambios políticos y económicos. De esta forma revitalizaremos nuestras capacidades productivas y podremos frenar la migración de miles de personas hacia el vecino del norte. Unidos podemos enfrentar mejor las adversidades y dar pasos certeros ante una vecindad que nunca ha resultado fácil para México.

Senador de la República (PRD)

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