La política exterior de México ha perdido la dignidad que nos caracterizaba: Zoé Robledo


  • México terminó hablando con dictadores, le tendió medallas a tiranos y legitimó a racistas, lamenta

 

La política exterior de México se encuentra en una crisis de dignidad, como consecuencia de una serie de acciones que nos han alejado de este principio que nos definía frente al mundo, afirmó el senador Zoé Robledo.

 

En el marco de la comparecencia de la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, el senador del PRD destacó que en la historia reciente, la Cancillería se ha encontrado varias veces entre la espada y la pared, pero la dignidad siempre fue un principio guía que nos permitió salir adelante.

 

“Pero algo ocurrió, se perdió el rumbo. Entramos en momentos de crisis producto de la soberbia, de la improvisación y de la sumisión. En esa página de la vergüenza están el «comes y te vas» que nos alejó de Cuba; el montaje de Florence Cassez que nos tensó con Francia; y ahora la invitación a Donald Trump que nos humilló frente al mundo”, señaló.

 

Al posicionar a nombre de la fracción, el legislador apuntó una serie de acciones que no obedecen con los principios que el propio Presidente estableció en la materia: beneficiar la vida de los mexicanos dentro y fuera del país; generar respuestas institucionales a cada demanda; y conciliar la defensa de nuestros principios con la promoción pragmática de nuestros intereses.

 

En primer lugar, el senador chiapaneco subrayó el fracaso de la visita del Presidente Peña Nieto a la Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mejor conocida como UNGASS, donde “la tentativa de encabezar un esfuerzo global para despenalizar las drogas se sujetó a la coyuntura política interna, o peor aún, se sujetó solamente a la estrategia electoral”.

 

Además, añadió el Zoé Robledo, desde 2012, el Estado mexicano se ha enfrentado a 16 representantes de organismos internacionales, por lo general, relacionados a la defensa de derechos humanos.

 

“Pareciera tratar de tapar el sol con un dedo; cuando un organismo multilateral hace su trabajo y concluye que el Estado mexicano no está haciendo el suyo, en vez de enfrentar el resultado, se elige mejor descalificar al organismo o funcionario que lo presenta”, dijo.

 

Por otro lado, el perredista acusó las visitas y condecoraciones que ha otorgado el Gobierno a figuras políticas cuyos regímenes son conocidos por el irrespeto de las garantías individuales y las libertades civiles, como la misma reunión de Peña Nieto con Trump o la entrega de la Orden Mexicana del Águila Azteca al rey de Arabia Saudita.

 

“Las visitas y condecoraciones a este tipo de figuras políticas son muestras de que la antigua grandeza moral de la diplomacia mexicana ha cedido su lugar a un pragmatismo económico insensible a los temas de dignidad, a los temas de la humanidad; dejamos de tener simpatía por el débil en aras de subyugarnos al rico”, advirtió.

 

El senador afirmó que ir a Medio Oriente a promocionar la reforma energética sólo se explica porque está en su propio interés encontrar quien invierta en México después del fracaso de las primeras rondas de apertura.

 

“Bajo los reflectores de la ONU México va y habla de derechos humanos. Bajo las luces más oprobiosas dictaduras en aras de la relación comercial, México terminó hablando con dictadores, le tendió medallas a tiranos y legitimó a racistas, ¿en qué momento nos dejó de incomodar estar sentados del lado equivocado”, lamentó.

 

Respecto a la visita de Donald Trump, Zoé Robledo planteó los siguientes cuestionamientos a la canciller: si no sabía que lo iban a invitar, entonces alguien estaba tomando sus decisiones; si sabía y estuvo de acuerdo, es igual de responsable que los funcionarios que ya han renunciado; si sabía y no estaba de acuerdo, debió de haber dicho algo; si dijo algo y no le hicieron caso, está completamente rebasada en su cargo.

 

No obstante, consideró, todavía hay un espacio para el decoro y la dignidad frente a este imborrable error; “una decisión suya, sin duda difícil, sería el acto más congruente con el marco de aquel viejo concepto rector de la política exterior mexicana: la dignidad”.

 

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