Día Internacional de la Juventud / La Crónica de Hoy


Hace unos días, la ONU celebró el Día Internacional de la Juventud, y seguir con interés y entusiasmo todo lo relativo a este sector me renueva. Citados hasta el cansancio, los versos de Rubén Darío –que cuando vivimos en el reino edénico de la buena infancia aprendimos en la clase de español en el último año de secundaria- vuelven a la memoria como un recuerdo futuro de lo que será la edad definitiva del hombre cuando ese tesoro juvenil, por el paso natural del tiempo, se transforme en experiencia vital.

No resisto recordarlos: “Juventud, divino tesoro/!Ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro…y a veces lloro sin querer”.

Mi agenda me informa que el Día Internacional de la Juventud…”fue establecido por las Naciones Unidas en el año 2000, como un medio para aumentar la conciencia sobre los problemas que afectan a los jóvenes en todo el mundo. Hoy los jóvenes enfrentan apremiantes desafíos mundiales, tales como el desempleo, condiciones de trabajo vulnerables y la marginación en los procesos de toma de decisiones”.

Del estado social que guarda la juventud en México, diariamente nos enteramos de que los jóvenes necesitan y exigen oportunidades de ingreso a las saturadas redes de la educación superior; y los egresados de esas redes necesitan y reclaman las oportunidades laborales para las que se prepararon. Existe en este punto un nudo que el sistema todavía no ha podido resolver.

Sucede en toda nuestra amplia zona geográfica. Los datos duros nos dicen lo siguiente: América Latina y el Caribe integran una de las zonas con más altos índices de pobreza del mundo. Muchos jóvenes de nuestra región tienen un acceso limitado a los servicios públicos, como el suministro de agua potable, la asistencia sanitaria y la educación.

Según un informe de la primera década de este milenio, en América Latina se estima que 11 millones de jóvenes viven con menos de 1 dólar por día y 27 millones con menos de 2 dólares. Estas cifras de pobreza extrema han aumentado dadas las cíclicas crisis mundiales que, cuando no se manifiestan en un sector, lo hacen en otro.

La clasificación técnica -por llamarlo de algún modo- en que los especialistas sitúan el concepto humano de juventud es entre los 15 y 24 años de edad, con la flexibilidad para ampliarlo según la zona geográfica o la cultura de esa misma región.

Un dato ilustrativo es que, de 10 jóvenes que pueblan el mundo, 9 de ellos pertenecen a los países con pocas oportunidades vitales o que padecen evidentes rezagos, es decir, países subdesarrollados.

Este dato nos indica el enorme reto e inmenso trabajo que tienen por delante los gobiernos y sociedades de estos países, incluido México, donde se tienen diferentes opciones para alimentar el camino de oportunidades a nuestra juventud.

En lo personal, como legislador que sigue con atención lo que acontece en nuestra realidad social, tengo la certeza de que es la educación la vía principal para las oportunidades. En la inversión en el sector educativo está el futuro de nuestros jóvenes. Aquí no puedo dejar de recordar aquella frase del maestro Jesús Reyes Heroles, que tanto me impresionó y cuyo impacto no olvido: «Cuesta mucho educar a un hombre, pero cuesta más no educarlo.»

Y sus pensamientos sobre la juventud me motivan a vivir mi madura y experimentada juventud; es un gusto compartirlo con los lectores de Crónica:

«Se es joven cuando se ve la vida como un deber y no como un placer, cuando nunca se admite la obra acabada, cumplida, cuando nunca se cree estar ante algo perfecto.

Se es joven si se está lejos de la docilidad y el servilismo, si se cree en la solidaridad y en la fraternidad.

Se es joven cuando se quiere transformar y no conservar. Cuando se tiene la voluntad de hacer y no de poseer, cuando se sabe vivir al día, para el mañana, cuando se ve siempre hacia adelante.

Cuando la rebeldía ante lo indeseable no ha terminado.

Cuando se mantiene el anhelo por el futuro y se cree todo posible.

Cuando todo esto se posee, se pueden tener mil años y ser joven”.

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