Tenemos esta posibilidad de que sea por la vía de las candidaturas independientes por donde se encuentre una solución distinta: Zoé Robledo


Intervención del senador Zoé Robledo A., del Grupo Parlamentario del PRD, durante la presentación del libro “Sólo así. Por una agenda ciudadana independiente”, de Jorge G. Castañeda.

 

Zoé Robledo A., (ZRA): Muy buenos días tengan todas y todos. A todas las mujeres, felicidades por el Día Internacional de la Mujer, ojalá pronto lo tengamos que dejar de celebrar.

 

Bienvenido, Jorge Castañeda, a este Senado de la República, en este momento tan importante de la discusión sobre lo que va a ocurrir en el 2018, lo que va a ocurrir con las candidaturas independientes y lo que va a ocurrir también y está ocurriendo con la partidocracia.

 

Senador Miguel Barbosa Huerta, presidente del Instituto Belisario Domínguez, y organizador de este evento.

 

A la compañera senadora Martha Tagle, Isidro, Raúl y absolutamente todos y cada uno de ustedes.

 

Creo que es muy interesante y muy propicio poder estar hablando hoy de este libro, un libro que se está construyendo. Se terminó, dice ahí que se publicó en imprentas, terminó su impresión en febrero, pero sigue escribiéndose de manera permanente.

 

Simplemente el día de hoy seguramente muchos de ustedes vieron esta encuesta del Universal y cómo la simpatía por los candidatos independientes crece, pero también cómo se empieza a diversificar la idea de que es un independiente.

 

Creo que vamos a superar, quizá no la influenza pero sí la bronquitis, porque vamos a superar el que hay un candidato independiente a la Presidencia de la República y que se llama “El Bronco”, el gobernador de Nuevo León, y esto me lleva a algunas reflexiones respecto al libro de Jorge Castañeda.

 

En primer lugar, y yo comparto su idea y siempre la he compartido en el sentido de que toda elección al final de cuentas es un referendo. Toda elección plantea una dicotomía en la cual hay posibles respuestas de sí o de no.

 

Una elección a final de cuentas se convierte en eso: en la definición final del elector que muchas veces toma esa decisión en los últimos días del proceso electoral.

 

Por supuesto que hay diferentes calidades y tipos de electores, desde aquellos que representan un voto, aquellos que representan un voto duro ideologizado y que tiene conciencia de lo que significa votar por un partido o por otro.

 

También aquella masa enorme de mexicanos que desafortunadamente han caído presa de este vicio del corporativismo político, pero gran parte de aquellos votantes que se consideran a sí mismos independientes y que son a la fecha el grupo más grande que no ha definido obviamente su elección, que no sabe o no contesta o que simplemente hoy no tiene una predilección, termina definiendo su voto hasta el final, y lo hace muchas veces por razones más de orden emotivo que racional.

 

A ellos, a ese sector a final de cuentas se le plantea una pregunta, reitero, dicotómica. En ese sentido, incluso en épocas predemocráticas ya se daban dilemas bastante construidos. Recordamos aquella famosa pregunta que todavía tiene el autor es debatible quién lo dijo, el famoso Echeverría o el fascismo.

 

Y pasamos por la elección de 1988, en la que la gran pregunta fue si Salinas perdió o si hizo trampa; o podemos plantear la elección de 1994 y esa elección con una narrativa a partir del miedo versus algo desconocido, la continuidad de un modelo político versus la insurgencia de diferentes formas también de hacer política.

 

Y ya en etapas más cercanas de competencia más plena, de competencia electoral y con fortalecimiento de las instituciones, tenemos la pregunta del año 2000 “¿Cambio o más de lo mismo?” La continuidad del PRI o sacar al PRI de los Pinos.

 

Y después la gran pregunta del año 2006: “¿Es AMLO un peligro para México o no?”.

 

Y después la pregunta del 2012. Regresan, se restaura el régimen priista, cambiaron o no, viejo PRI, nuevo PRI, son corruptos pero saben gobernar.

 

Y en esas preguntas se le ha ido al electorado mexicano toda la confianza, porque tenemos un gran problema en nuestro país.

 

Hoy, sin duda, el tema de los independientes se plantea como una posible solución, pero en su momento la alternancia partidista también se planteaba como una solución y la alternancia partidista no generó menos desigualdad, no generó menos corrupción, no generó menos impunidad, no generó menos violaciones a los derechos humanos, no generó más crecimiento económico.

 

Entonces también la alternancia que en su momento era la gran apuesta también fue un fracaso en términos de percepción ciudadana vis a vis con los resultados.

 

Otra vez, tuvimos la apuesta de que la restauración de un régimen supuestamente con más experiencia traería mejores resultados, otra decepción al electorado.

 

Entonces hoy tenemos esta posibilidad de que sea por la vía de las candidaturas independientes por donde se encuentre una solución distinta.

 

Y en ese sentido creo que lo que hace Castañeda, y que lo hace muy bien, después de ser toda la revisión de estos 3 años de restauración priista es una colección bastante extensa de cuáles pueden ser los escenarios de consecuencia político electoral que mejor le vengan al país y más le convengan a los electores mexicanos.

 

Plantea el tema de lo local, que me parece que es fundamental.

 

Dice en la página 39: suprimir los vicios ancestrales a nivel estatal o municipal y lo primero es trasladar a escala local el conjunto de medidas resueltas en el nivel federal desde hace años:

 

Contraloría, testigos sociales, de licitaciones, supervisión de las oposiciones y medios locales.

 

Esto lo hace hablando de la gran agenda del 2018, cuando se hace también la pregunta de qué se va a tratar el 2018. Se va a tratar de independientes versus partidocracia en la lógica de que ya superamos por completo la dicotomía izquierda derecha.

 

Yo creo que ahí podríamos detenernos un segundo para plantear que si bien la idea de que hay un espectro ideológico en el que se ubica la mayoría de los mexicanos ya no es válida, y creo que puedo llegar a compartirla.

 

Hoy me parece más bien que la dicotomía no es horizontal, es de manera vertical, quién está arriba y quién está abajo.

 

En qué estado, qué tanto a uno le beneficia el estado de cosas como están y qué tanto apostaría por una modificación.

 

Y en ese sentido yo sí insistiría: hay que regresar y revisar lo local, porque en lo local es donde están ocurriendo las peores cosas en el país.

 

Órganos autónomos, que no son autónomos; congresos locales, que no plantean un contrapeso al Poder; poderes judiciales que se renuevan cada vez que hay renovación del Ejecutivo local y particularmente la amenaza de leyes anti bronco que surgen desde la periferia hacia el centro, buscando restringir la participación política de estas expresiones.

 

¿En dónde ocurre esto? Pues en los sospechosos de siempre: Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas. Se los aseguro el día de hoy, pronto Chiapas.

 

¿Por qué? Porque pues es la forma mejor, más fácil de poner obstáculos a posibles proyectos de alternativa que no están dispuestos a entrar en la misma lógica de negociación a la cual terminan obligando siempre los partidos políticos.

 

En ese sentido un primer pendiente que ya tienen los independientes, a pesar de su reciente formación, es evitar que en las elecciones locales haya independiente piratas.

 

Es decir, independientes que son promovidos, financiados desde el poder para fragmentar el voto de otras opciones independientes también, o también partidistas.

 

Y ahí las vamos a empezar a ver en las 12 elecciones de este año a nivel local que nos presenta un laboratorio extraordinario para ver cuál es la evolución de los independientes.

 

Sin duda el gran dato para mí del 2015, qué es lo que cambió en el 2015: que los partidos grandes, los 3, tuvieron su votación más reducida en toda su historia desde 1997.

 

Solamente 60 por ciento de los electores votó por el PAN, por el PRI, o por el PRD. El resto votó por otras alternativas partidistas y obviamente por otros candidatos independientes.

 

Habría que revisar también obviamente el tema de Nuevo León fue muy destacado; el tema de Morelia quizá, el distrito 10 local de Jalisco.

 

Sin embargo habría que revisar cómo el resto de los candidatos independientes, hubo 9 que quedaron en segundo lugar; hubo 7 que quedaron en tercer lugar.

 

En promedio todas las ofertas de independientes tuvieron el 9 por ciento de la votación. Si los consideráramos un partido político estarían arriba del Partido Verde o de Morena, entonces sin intentar equipararlos porque obviamente pertenecen a conjuntos diferentes.

 

El segundo asunto que plantea Castañeda, y lo plantea como el segundo gran tema después de la impunidad, tiene que ver con la corrupción; y ahí sí tengo una enorme coincidencia que el tema de 2018 va a terminar siendo, si los independientes representan un modelo distinto para combatir la corrupción, frente a los partidos políticos.

 

Dice en la página 43, y habla del movimiento ciudadano que tiene que surgir para el combate a la corrupción, que afortunadamente hoy ya es un hecho, desde hace un año que se presentó por primera vez aquí en el Senado de la República el famoso 3 De 3, y que hoy opta por la vía de la iniciativa ciudadana para poder convertirlo en ley, y yo me voy a atrever a invitar a Jorge a que pasemos después al módulo de firmas del 3 De 3 que está aquí en el Senado de la República.

 

El tercero: el vínculo con el mundo del dinero y el mundo político, que sin duda está ahí gran parte de lo que afecta, y ahí sí lo digo con total responsabilidad, a mi generación. Nunca ser político joven en México había sido tan sinónimo de ser corrupto; hoy tenemos cada vez más ejemplos de que la juventud no es ninguna garantía ni de trabajo ni de responsabilidad, pero mucho menos de honestidad.

 

Tenemos quizá la peor generación de políticos jóvenes gobernando en estados, que tienen un factor común: ser corruptos. Y en ese sentido, creo que nos estamos encontrando un modelo distinto de participación política; porque quizá antes el funcionario público que entraba por alguna vocación, por alguna tradición de orden familiar, incluso por falta de otras opciones, entraba a la política y después encontraba que había forma de hacer negocios y se convertía en corrupto.

 

Hoy, mi generación de políticos, a la cual pertenezco y a la cual no estoy dispuesto yo a estar vinculado nunca, entra a la política directamente para hacer negocios, porque es más fácil. Dicen: “entra uno a la política, se hace de recursos, consigue una candidatura, gana una elección y después busca cómo recompensar esa inversión, obviamente a tasas que ningún banco puede jamás pagar.

 

Es decir, política con dinero para después hacer dinero con la política.

 

En ese mismo sentido, Castañeda hace una revisión profunda de las reformas al sistema político electoral; y sin detenerme mucho ahí, creo que comparto prácticamente todas y cada una de ellas.

 

Reducir obstáculos independientes, por supuesto que sí.

 

Incrementar el umbral para el registro de los partidos políticos y su permanencia, sin duda. Hace una frase muy clara, que me parece que esa debería de ser la guía: más fácil hacer un partido, más difícil mantenerlo. Incrementarlo y llevarlo quizá a los niveles internacionales, que anda entre el 5 e incluso el 10 por ciento de umbral para la permanencia del registro de un partido político.

 

El asunto del gasto en tiempo aire y hacer una democracia menos spotizada y más de debate, como incluso lo ha planteado también su tocayo, Jorge Alcocer; es decir, cómo se agregarían todos los espacios de spots para poder tener programas y espacios de debate, de contraste de ideas, me parece que puede ser muy válido en este momento cuando tenemos, según algunos estudios, particularmente el que realizó NODO de los spots de la elección del año pasado, un umbral de 2 por ciento de atención de los electores a los spots políticos.

 

Es decir, de cada 100 mexicanos que escucharon spots, solamente 2 le prestaron atención, el resto ya se convirtió en una suerte de ruido, como de estática, de ruido gris al cual no se le pone atención.

 

La responsabilidad penal para candidatos y dirigentes, es decir, si alguien viola las leyes electorales que no solamente tenga que conseguir dinero de las prerrogativas, que puede conseguir a partir de deudas con bancos, a partir de la garantía con las mismas prerrogativas pagar y entrar en ese ciclo tan bien desarrollado por el Partido Verde; sí, sin duda.

 

Y de la misma manera creo que, volviendo al tema de corrupción, habría que empezar a generar una verdadera discusión sobre la responsabilidad penal de las empresas que ofrecen sobornos; responsabilidad penal no solamente de los empleados de las empresas, sino también de las personas morales que lleven incluso en algunos casos, como es –como dice Castañeda– la amenaza, la arma termonuclear de la pérdida de registro; el arma termonuclear de la disolución de una empresa, aunque sea pública, aunque sea grande, aunque genere empleos si se comprueba que se prestó a actos de corrupción.

 

Y aquí simplemente para ir terminando sí plantearía un tema. Castañeda es un creyente de la segunda vuelta, y la segunda vuelta en un escenario tripartita, la verdad para los partidos de izquierda y particularmente el PRD hubiera significado prácticamente un balazo en el pie.

 

Hoy, en el escenario de fragmentación del voto y particularmente en el escenario de división de los partidos de izquierda, la segunda vuelta adquiere unas ciertas características distintas

 

Ahora, yo sí creo que habría que pensar si no hay también ya una segunda vuelta de facto. Es decir, si no en el 2000 los votos, el famoso “voto útil” al que llamó Fox, se convertían en una suerte de segunda vuelta de facto a partir de la idea de “No quiero votar por un candidato que sé que no va a ganar”.

 

En el 2006, en el 2000 incluso hubo un cierto voto útil de electores priistas que participaron en la interna de 1999 y que ya no repitieron su voto por el PRI en la constitucional, toda vez que habían votado por otro candidato distinto a Labastida.

 

En el 2006, igual, el voto de Madrazo probablemente ante la misma lógica de temor a la llegada de Andrés Manuel, quizá en su momento se fue más hacia Calderón. Y particularmente el voto corporativo en los estados de gobernadores priistas que manejaron la elección para que Andrés Manuel no llegara y que ofrecieron esos votos a Felipe Calderón.

 

Y en el 2012, por un asunto quizá de perfiles, y esto son solamente especulaciones porque no hay estudios con encuestas de salidas, grupos paneles que pudieran permitirnos demostrar esto, que el perfil del voto de electores de Josefina Vásquez Mota prefiriera un candidato como Enrique Peña Nieto, que en una de esas hasta del PAN hubiera podido ser, a partir de la misma lógica dicotómica de la no llegada de Andrés Manuel.

 

Yo sí me preguntaría: ¿Cuáles son las alternativas a la segunda vuelta? Yo creo que habría que empezar a discutir por lo menos la posibilidad de que en México haya voto obligatorio.

 

No es una iniciativa popular, y me refiero a que no tiene popularidad, no es muy afecta a los ciudadanos decirles: “Otra vez te va a corresponder a ti salvar a la democracia”. Pero quizá este es un momento no de pensar en lo popular o lo que está de moda sino en lo que es necesario para que justamente –otro planteamiento de Castañeda– la construcción de una nueva mayoría de votantes que pueda enfrentar a la otra mayoría de votantes que está cooptada desafortunadamente, que está siendo manipulada en su ejercicio electoral, pueda constituirse con otros incentivos.

 

¿Cuáles pueden ser esos incentivos? Que el voto, como lo dice la propia Constitución, además de ser un derecho sea también una obligación. Y con obligación yo no me refiero nunca a cuestiones de multas económicas ni mucho menos, pero sí de una responsabilidad y de un pago de tiempo en el costo de oportunidad de saber que esto tendrá algún requisito administrativo que se tendrá de cumplir para volver a recuperar ese derecho a votar.

 

Son algunos de los comentarios.

 

Yo finalizaría diciendo algo: Sólo así, sin duda, pero habría que pensar también si no, y como lo anuncia en su propio libro Castañeda, si no en la próxima etapa de esta publicación empezamos a ver también la calidad de los independientes; independientes con adjetivos, si se me permite la expresión. Porque también yo sí creo que si bien no todo está podrido en los partidos políticos, también no todos los independientes plantean la misma calidad en las soluciones.

 

No es lo mismo Castañeda que Cuauhtémoc Blanco, digo, creo que hay algunas diferencias. Yo le decía que hasta entre güeros hay calidades.

 

Sí creo que hay que pensar en independientes con adjetivos, independientes con propuestas.

 

Y, en ese sentido, aquí en el Senado de la República y en este evento, yo no puedo más que manifestar algo que yo he planteado siempre: la transición democrática verdadera en México, será cuando llegue la izquierda al Poder; la izquierda al gobierno para que lleguen los ciudadanos al Poder.

 

Y en esa lógica no me refiero a partidos de izquierda porque es pensar en que solamente la izquierda es partidista, es una visión limitadísima de lo que significa la izquierda y lo que está significando la izquierda en absolutamente todo el mundo.

 

La izquierda puede estar en los independientes, sí; puede haber independientes de derecha y de izquierda, sí; puede haber independientes sin ideas, también.

 

Entonces yo creo, sólo así, sí, pero con adjetivos, porque de otra manera también podemos caer en la trampa de pensar de que todos los independientes son iguales, que todos los independientes plantean soluciones y que al rato caigamos, en seis años se esté discutiendo aquí un foro de candidatos de partido a partir de la decepción, ojala no sea así, de las candidaturas independientes, no en el acceso; en el ejercicio del poder.

 

Hasta ahí dejaría mi participación.

 

Muchas gracias. Buenos días.

 

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