Jaime Torres Bodet y la innovación educativa / La Crónica de Hoy


He seguido dentro de la temática nacional la reforma educativa con un profundo interés, del cual dejé constancia en mi colaboración anterior al escribir del inicio del sistema educativo pos-revolucionario.
La generación que se formó al lado de José Vasconcelos fue en verdad brillante, dotada de un genio especial. Pienso que no sólo por sus talentos individuales, sino también porque en esa época aquella se trabajaba intensamente con el libro. Sirva recordar la colección de los Clásicos que el propio Vasconcelos mandó editar y distribuir. Y el libro ejercía una función de conocimiento que, por las diversas metodologías de enseñanza, fue disminuyendo.
De entre esos jóvenes que hicieron una revolución educativa estaba Jaime Torres Bodet, quien con el paso del tiempo destacó en la política mexicana hasta convertirse en una figura de orden mundial -pues fue el primer y único secretario general que ha tenido la UNESCO. No exagero si digo de él que fue un raro hombre que combinó con acierto las letras, el hambre de mundo, es decir, una curiosidad intelectual y una pasión de servicio por México, cuyo elemento principal se cumplió en el área de la educación.
Fue promotor del grupo literario Los Contemporáneos -con revista incluida-, entre los que destacaron otros dos tabasqueños, Carlos Pellicer y José Gorostiza.
Mas escribiendo de la actualidad y sobre la reforma educativa, que encabeza como su titular el doctor Aurelio Nuño Mayer, quiero llamar la atención sobre la tarea que como doble secretario del ramo ejerció Torres Bodet. Fue nombrado por primera vez titular del ramo en diciembre de 1943 por el presidente, el general Manuel Ávila Camacho.
Y aquí, aunque suene un poco en numerativo, cito obras que se hicieron entonces: Impulsó la campaña de Alfabetización que para entonces eran el 47.8 de la población mayor de 6 años; dio forma al Instituto de Capacitación del Magisterio; organizó la Comisión Revisora de Planes y Programas de Estudio; de su experiencia vasconcelista y su amor intrínseco por los libros  inició la publicación de la Biblioteca Enciclopédica Popular, con miles de ejemplares tirados; también, el Compendio México y la Cultura. Su etapa constructiva siguió con el Comité de Administración del Programa de Construcciones Escolares, y entre otros méritos políticos como secretario, la Escuela Normal para Maestros.
Ya vuelto a México de sus importantes labores diplomáticos, el presidente Adolfo López Mateos, con quien por cierto compartió aventuras políticas vasconcelistas, lo nombró por segunda ocasión secretario de Educación Pública. Los historiadores del sistema político mexicano afirman que López Mateos tuvo un gabinete presidencial de lujo que impulsó y desarrolló el país. El famoso Desarrollo estabilizador, en esos tiempos que se extrañan en que nuestra moneda era fuerte y el país crecía a tasas que nunca han vuelto a verse.
Volviendo a esa segunda gestión de Torres Bodet -no podemos pasar por alto que fue también dos veces secretario de Relaciones Exteriores- con un avance visible en el sector educativo, el gobierno mexicano creó una obra que es hasta el día de hoy orgullo de México –y me atrevo a afirmar, de América Latina: Los libros de texto gratuito-. En su tiempo provocaron un debate ideológico que se antoja natural porque el control ideológico que ejerce la educación sobre los jóvenes durante mucho tiempo quiso ser patrimonio de algunos grupos minoritarios, pero al final se impuso la fuerza del Estado mexicano.
Son ideas, pensamientos, reflexiones, que durante estos últimos meses me han acompañado, ya que la reforma educativa, le afecta, le pega, le sacude a México y nos define en el futuro inmediato, y también, en el futuro lejano. No se trata de una lucha política, ni por el poder. Se trata del futuro de los buenos maestros, y de los alumnos de calidad que con su conocimiento y categoría ellos ayudan a formar.

Senador del PRD por Tabasco
Twitter: @SenadorMayans