Plantea Miguel Barbosa necesidad de regular proceso de integración de la SCJN


  • Necesario, engrandecer papel del Senado en el proceso
  • Preciso, fortalecer procedimiento para elegir los perfiles más adecuados

 

Versión estenográfica del  foro Foro “Análisis de la  integración de la Suprema Corte”, convocado por el Grupo Parlamentario del PRD.

 

Luis Humberto Fernández Fuentes, (LHFF): Buenos días, bienvenidos a todos.

 

Hoy estamos muy privilegiados por dos cosas: uno, el tema que vamos a tratar, que es de la máxima trascendencia para el Estado mexicano; y la otra por nuestros visitantes que nos honran.

 

Quiero darles una pequeña introducción de qué va todo esto.

 

Lo primero es que la elección para ministros de la Suprema Corte es un asunto de la mayor trascendencia para la salud de la República, y en este sentido, el Senado enfrenta un dilema: o hacer una negociación política de partidos y sectarias, que no va a generar ningún servicio; o hacer un proceso un poco más abierto, un debate de fondo visible y transparente.

 

Esto nos lleva a cómo enfrentar el proceso con las leyes actuales. El proceso de selección de ministro de la Corte es uno de los cimientos fundacionales del autoritarismo y del presidencialismo mexicano. Es un sistema que está hecho para fortalecer al poder, no para acotarlo.

 

Entonces, el tema de nosotros es cómo ser un contrapeso efectivo al poder sin volverse testimonial y cómo poner, criticar, e informar sin devastar de por sí la poca credibilidad de las instituciones.

 

La respuesta del PRD ha sido hacer lo correcto, hacer lo más conveniente para el Estado y no centrarse en nombres o propuestas, sino en idoneidad.

 

Les quiero capitular muy rápido a nuestros invitados y a los asistentes qué ha sido este proceso, un poco desde el punto de vista de nosotros.

 

Después de los antecedentes de la última elección de ministros, hemos tenido una lógica sí muy respetuosa, pero muy tajante, en un principio planteamos y logramos la aprobación en el Pleno, de un exhorto al Ejecutivo Federal; recordarán algunos de ustedes que su servidor interpuso un punto de acuerdo para que las ternas que mandara el Presidente fueran integradas exclusivamente por mujeres.

 

Se votó, se aprobó, no logramos que el Presidente reconociera la conveniencia de avanzar en la igualdad sustantiva; pero sí evitamos que hubiera un retroceso como se pensaba originalmente, que vinieran únicamente hombres.

 

Propusimos también una ley, que ya está en comisiones, para modificar el proceso y en que ésta no sólo sea una propuesta del presidente, sino también participen académicos, barras de abogados y las voces honestas que tengan algo que decir sobre el tema.

 

Y también otra cosa que ha sido importante que hemos logrado, es que cambiamos que la lógica fuera tan cerrada como lo implica la normalidad del Senado en este tema, a que fueran con debates abiertos, con mayor transparencia y con un formato un poco más flexible sin los límites de tiempo. Y por eso es muy importante y agradecemos tanto la presencia de la maestra Denise y del doctor Saúl, iniciamos un proceso nuevo que es un observatorio para el proceso de selección de ministro, en el cual la sociedad tenga la misma información que contamos los legisladores.

 

También queremos abrir el micrófono a líderes de opinión, académicos, colegios, asociaciones, para que expresen sus preguntas y planteamientos que serán presentados en voz de nuestros senadores, haciendo obviamente la alusión a quienes la proponen.

 

En esta idea de este observatorio, no sólo es debatir y analizar, sino que estas ideas sean llevadas a la mesa de la Comisión de Justicia del Senado de la República. Para hacer este ejercicio más ágil, todos ustedes podrán participar a través de la página www.elecciondeministros.org; y en redes sociales con el #elijamosministros.

 

Iniciamos hoy con dos inteligencias extraordinarias, Denise Dresser, que no ocupa ninguna presentación. Si alguien no la conoce, la verdad creo que poco tendría que escuchar aquí.

 

Y del doctor Saúl López Noriega, que es sin duda el académico más activo y que le ha dedicado más tiempo y mayor profundidad a analizar los temas de la Corte, de una manera muy sólida y muy responsable.

 

De verdad Denise, Saúl, su presencia y sus ideas prestigian a este Senado, que los recibe con mucho gusto.

 

Y bueno, con la participación de todos, estoy seguro que fortaleceremos las instituciones del Estado mexicano. Esperamos sus observaciones y comentarios.

 

Y sin más preámbulos, le daría la palabra a don Saúl, para que nos comparta sus opiniones. Después a la maestra Denise y cerraría el coordinador Barbosa.

 

Por favor, don Saúl López Noriega. Un aplauso, por favor, para don Saúl.

 

Saúl López Noriega, (SLN): Muchas gracias antes que nada, a la invitación del senador Barbosa y del senador Fernández Fuentes.

 

En efecto, creo que en primer lugar hay que celebrar que se ha vuelto un tema relevante para la opinión pública la designación de los ministros. Desde el 95, prácticamente, desde el 2003 prácticamente ha habido designaciones de ministros cada dos o tres años, por el sistema escalonado de la Suprema Corte; y es, creo, hasta este año donde ha rebasado la discusión que en muchas ocasiones se quedaba meramente en la Academia, en el circuito de los abogados, y ha saltado a otras áreas, lo cual es muy relevante y vale la pena celebrarlo.

 

Sin embargo, creo que en efecto, si bien es cierto que es positivo que haya mucho más luz de parte de la opinión pública en este proceso; creo que ahora el reto es hacer un esfuerzo para que este escrutinio sea de la mejor manera encausado con el objetivo de tener mejores ministros. No basta simplemente con subrayar lo obvio, que es muy relevante quién esté en la Corte; sino más bien ahora es elevar la vara del escrutinio respecto qué tipos de personas están llegando y cuál es ese proceso de escrutinio a través del cual están llegando.

 

Dividiría mi charla, mi comentario en tres líneas. Creo que valdría la pena pensar un poco el perfil de los ministros o el perfil de los candidatos.

 

En un segundo término es: algunas de las sugerencias o algunos de los defectos que yo veo en el procedimiento de designación, que hacen mucho más complicado el escrutinio aun cuando existiese enteramente una voluntad de escudriñar a los candidatos, que no siempre ha sucedido así en la Comisión de Justicia y en general en el Senado.

 

Y el tercer elemento es qué cosa preguntarles, cuáles son las preguntas pertinentes que considero para efectos de ir encaminando y dirigiendo de manera mucho más fina, afinando la puntería para escudriñar mejor a estos seis candidatos que están acá; pero 2018 sale otro; 2019 sale otro y sucesivamente en todo momento están saliendo, renovándose ministros de la Suprema Corte.

 

Respecto al primer punto, creo que el perfil idóneo de un ministro o un candidato a la Suprema Corte, es algo que se ha discutido mucho en la opinión pública por varias razones; pero es que efectivamente, no tenga una cercanía muy marcada con algún partido político o con algún grupo político.

 

Cuando se señala esto, algunos dicen: si uno voltea a ver otros países, no es de todo cierto. Si uno ve por ejemplo la última justice que metió el presidente Obama, era su abogada general, era la procuradora general de la República, lo análogo en Estados Unidos. Y hay muchísimos casos donde se han enviado en otros países a gente que está en la Administración Pública Federal, que ha tenido un cargo político, etcétera.

 

Lo cual es cierto, pero creo que aquí hay que reconocer que si bien es correcto que en muchos países hay un sesgo y una subjetividad al momento de que un Presidente, un Ejecutivo impulsa a un abogado a la Suprema Corte; la clave es y la diferencia es qué tipo de sesgo o cuál es el resorte detrás de ese sesgo.

 

Es decir, queremos que un Presidente con un sesgo, que el resorte del sesgo del Presidente sea alguien que impulso porque es cercano a mí, es mi amigo, he librado batallas políticas con él o es parte de mi militancia; o porque considero –por ejemplo– que la manera como piensa este abogado la Constitución es algo que a mí me interesa.

 

Es decir, de manera muy puntual, si un Presidente, por ejemplo como el actual presidente Peña Nieto, que ha impulsado una serie de reformas constitucionales, como sabemos; más allá de la opinión que tengamos de esas reformas, si él envía a un abogado que ha estado históricamente de acuerdo con este tipo de reformas, que ha trabajado en este tipo de temas; creo que es un sesgo válido, justamente.

 

Los sesgos no válidos son aquellos que tienen que ver con esta cercanía o esta posible partidización.

 

Otro elemento respecto al perfil, y esto es algo que también se ha debatido mucho, es que se ha hablado de que es importante mantener un equilibrio al interior de la Corte, entre ministros externos, es decir que no son parte de la carrera judicial; y ministros internos, que son parte de la carrera judicial.

 

Y creo que eso prejuzga, es un error porque prejuzga la calidad de los candidatos. No necesariamente todos los externos son adecuados o idóneos, ni no necesariamente todos los internos son los idóneos.

 

Es más bien construir un arquetipo de habilidades constitucionales, un arquetipo de expertise y de intereses que tiene este abogado en el tema constitucional, es lo que va definiendo justamente, las cualidades por las cuales debe estar en la Suprema Corte.

 

Yo agregaría que en el tema de los ministros internos, y lo mencionaré, lo cerraré al momento de plantear algunas de las preguntas claves; es que uno de los temas más graves dentro del Poder Judicial y que en buena medida se perpetua a partir de la Suprema Corte; es temas muy delicados como nepotismo y tráfico de influencias; y que es muy complicado que un ministro interno, que ha estado acostumbrado… hay notables excepciones, y uno de ellos es justamente uno de los ministros salientes: Juan Silva Meza, pero es muy complicado que si tú has estado en esa especie de invernadero, que es el Poder Judicial y la carrera judicial, seas crítico o enteramente crítico respecto a cosas que has venido haciendo durante las últimas décadas.

 

Insisto, no digo que eso no signifique que no haya voces críticas en el Poder Judicial, por supuesto las hay; y tampoco significa que los externos siempre son críticos respecto a las maneras como se hace en el Poder Judicial; pero eso es algo muy relevante, creo, al momento de escudriñar a los candidatos, ¿Cómo ellos ven el interior de la Suprema Corte y cómo ellos ven el día a día en el ejercicio del poder dentro de la Suprema Corte y cómo permea el Poder Judicial?

 

No sólo porque en sí mismo es un tema relevante, sino porque eso en muchas ocasiones tiene impacto en la actividad jurisdiccional y en la manera como votan los ministros.

 

Dicho esto, que creo que es más o menos por ahí donde creo que debe ir el perfil, recapitulando un poco, creo que hay que reconocer que siempre es un proceso político, que siempre hay un sesgo; el punto es elevar el tipo de sesgo que hay.

 

Creo que si un presidente o grupos políticos tienen una parcialidad por un candidato en relación a la visión de constitución que tiene ese candidato y cómo se conecta con los problemas de la sociedad, creo que es un sesgo válido, aunque no necesariamente nos guste a algunos y nos guste más un corte liberal, por ejemplo –en mi caso–, pero es un corte bastante válido.

 

Un ejemplo muy puntual creo que explica esto:

 

En su momento, cuando Bush hijo trató de meter a un justice, impulsó a una abogada de Texas que había sido la abogada de los equipos de baseball de la familia y que había sido en general la abogada de la familia Bush.

 

Y eso inclusive muchos republicanos dijeron: “No. Tienes un margen de sesgo, pero hay límites a ese sesgo”. Y mandó, en lugar de ella, al ahora justice Alito, que es muy conservador; personalmente no me gusta cómo vota, pero es un muy buen abogado y es alguien que tiene, tenía en su momento todas las credenciales para llegar a la Corte. Y creo que esa es la diferencia que hay que empezar a construir.

 

El segundo tema es el del procedimiento. Creo que hay varios aspectos que se pueden modificar, hay algunas cuestiones inclusive, de los comentarios que haré, implican una reforma constitucional y sé que cuando eso se plantee es más complicado. Yo lo resumiría, para que no quede esto como una exquisitez académica de que para mí el procedimiento idóneo sería éste; creo que hay dos, tres aspectos muy delicados que habría que mejorar.

 

El primero es que los presidentes de la República que han enviado candidatos, en ningún momento han justificado el porqué esos tres o en este caso seis abogados, tienen las credenciales, son los adecuados, son los idóneos, son los pertinentes para estar en la Suprema Corte.

 

Y eso tiene mucha relevancia no sólo por el esfuerzo de justificar a tus candidatos, sino también por la responsabilidad política que implica el haber enviado a cierto abogado a la Suprema Corte, que va a estar aproximadamente 15 años.

 

Entonces, ¿eso cómo se podría arreglar, obligar al presidente a que justifique y demás?

 

Creo que si se lograse reducir no tres candidatos por una vacante, sino un solo candidato por una vacante, hace mucho más claro justamente la posición del Ejecutivo y se puede orillar con escrutinio al Ejecutivo, a ir empezando a que justifique, justamente, porqué envía a ese abogado como candidato al Senado para que sea ratificado y eventualmente ministro de la Suprema Corte.

 

El segundo punto macro, es que el tiempo de escrutinio que tiene el Senado es muy corto, son 30 días. Hay que recordar, como lo mencionaba ya el senador Fernández, que este es un procedimiento donde el Presidente de la República siempre gana, no hay manera de le ganen; lo único que él tiene que calcular es el costo político que quiere correr para ir llevando al límite el procedimiento y ganar finalmente.

 

¿Por qué siempre gana?

 

Porque una vez que él manda una terna, tiene 30 días el Senado para votar, como saben, por dos terceras partes a ese candidato. Si rechazan esa terna, el presidente puede enviar otra terna; y después del precedente de la ministra Luna Ramos, una nueva terna se entiende no que cambien los tres candidatos, sino que cambien dos de ellos.

 

Luna Ramos fue rechazada en la primera terna que estuvo, se sacaron a los otros dos candidatos, se sustituyeron, pero ella permaneció en la terna y finalmente en el segundo intento fue designada como ministra.

 

Aun en ese escenario, el Senado vuelve a tener 30 días para designar en esa segunda terna al ministro. Y si no vuelve a alcanzar mayoría calificada ninguno de esos tres candidatos, el presidente decide unilateralmente.

 

Si se rebasan en los dos supuestos que acabo de mencionar, los 30 días, el presidente también decide unilateralmente de esa terna.

 

Entonces, si ustedes ven al final, independientemente de los dos, tres escenarios que existen, el presidente siempre puede designar a quien quiere, simplemente es una cuestión de cuánto costo político quiere para llevar hasta el último eslabón el procedimiento de designación.

 

No ha habido, hasta el momento, al menos en la época de la Corte del 95 para acá, que se llegue a una situación donde el Presidente designe unilateralmente; pero existe esa posibilidad y eventualmente.

 

De estos eslabones, ¿qué es lo que creo que se debe mejorar?

 

Justo esos 30 días de escrutinio. Es muy complicado si la Comisión de Justicia quiere escudriñar de manera seria, que en 30 días escudriñe el trabajo de seis candidatos pensando en el caso puntual de estas ternas; son tres mujeres que son de carrera judicial, han votado un sinfín de sentencias y lo idóneo sería revisar si no todas, un porcentaje muy abultado de esas sentencias, y en 30 días es muy complicado hacerlo.

 

En el caso de la otra terna, hay dos procuradores, por ejemplo, muchas decisiones muy relevantes que tocan los procuradores, el procurador fiscal Laynez, que en su momento fue, todavía es magistrado, muy pocos meses; y el procurador del Estado de México.

 

Hay muchas decisiones que es importantísimo escudriñar respecto a su participación en juicios de amparo, una serie de procedimientos que vale la pena, y en 30 días es muy complicado, yo diría prácticamente imposible hacer un escrutinio serio, por la magnitud que implica.

 

¿Cómo sucede en otros países?

 

En otros países, como Estados Unidos, no hay un límite de tiempo. Un poco lo que se juega es el costo político que implica que tú dejes demasiado tiempo a una Corte, en ese caso la Corte es de nueve integrantes, que la dejes en ocho integrantes, en números pares y toda la complicación que esto repercute, en términos de votaciones.

 

El promedio de Estados Unidos es que tarda entre dos y tres meses en escudriñarse a un candidato, porque ahí sólo el presidente envía a un candidato, no envía ternas. Entonces ya estamos hablando de una diferencia de 60 días prácticamente. Eso implicaría una reforma constitucional, pero creo que sería muy saludable y sería crear un contexto justamente para el escrutinio.

 

Y la última etapa, que no implica reformas constitucionales pero no por ello no es igual de relevante, es lo que pasa en la Comisión de Justicia. La Comisión de Justicia es el área más relevante para el escrutinio, si no se escudriña ahí de manera adecuada, lo que no se preguntó de manera adecuada ahí, si no se revisaron ciertos aspectos de un expediente ahí, es muy complicado que en el Pleno, por las diferentes lógicas que tienen esos cuerpos colegiados, que salte.

 

No que el Pleno también deba hacer una cosa, digamos, sin mayor seriedad ni mucho menos, pero el escrutinio serio, donde están todo el tiempo revisando el expediente, preguntas, respuestas, etcéteras, en principio debe ser ahí; sobre todo porque como sabemos, ahí es donde se precalifica la idoneidad del candidato; idoneidad que en muchas ocasiones se ha reducido a un check list de los requisitos constitucionales, que sí es indispensable, pero que por supuesto esa idoneidad no se debiese agotar ahí.

 

Hay muchos otros elementos cualitativos que la Comisión de Justicia del Senado debe de construir; algunos les gustarán, otros no; pero estos elementos cualitativos también deben ser un rasero para evaluar esos expedientes; y no sólo revisar si tiene 35 años de edad o más, si ya lleva 10 años siendo abogado, etcétera.

 

Creo que sería eso. Un poco recapitulando, creo que al final un proceso de designación de este tipo la clave es, en términos institucionales y procedimentales, es crear espacios para elevar el costo a las fuerzas políticas. Entre menos espacio haya para el escrutinio, es mucho más fácil que no asuman el costo de poner personas no adecuadas, no idóneas, no preparadas en la Suprema Corte.

 

Y, ¿a qué me refiero con espacios para elevar el costo?

 

Espacios donde haya transparencia justamente, que se pueda conocer lo que se está discutiendo, lo que se está preguntando y demás, y que pueda haber justamente una retroalimentación de la opinión pública, hablando muy en abstracto; pero que en muy buena medida se alimente en este tipo de procesos, de organizaciones de abogados, de organizaciones de la sociedad civil y de la academia, por supuesto.

 

En ese sentido, creo que sería muy saludable que en esta ocasión, uno: ofrezcan el expediente a partir del cual la Comisión de Justicia va a valorar a los candidatos, se dé a conocer mucho antes de las comparecencias, no como ha sucedido en otros procesos, que son 12 horas, 13 horas antes. Y dos: que sean públicas y mediáticas las comparecencias de estos seis candidatos. Eso sería respecto al procedimiento.

 

Ahora, lo último, y creo que todo esto es muy relevante, pero creo que hay un aspecto que es: qué preguntarle a estas personas.

 

En general esto no ha sido un buen ejercicio.

 

El otro día hemos hecho cálculo y muchos de los ministros han llegado con 15 minutos de escrutinio en Comisión de Justicia y 15 minutos en el Pleno. En 30 minutos llegas a estar en una posición con 15 años y con implicaciones económicas, sociales y demás muy relevantes.

 

Yo creo que en ese sentido hay cuatro grandes ejes a partir de que deben aglutinar diferentes grupos de personas.

 

El primer gran grupo es la filosofía o enfoque metodológico como juez constitucional. Suena un poco árido, pero esto es muy relevante.

 

¿Y por qué subrayo esta cuestión de la metodología? Porque en ocasiones se piensa: hay que preguntarle a los candidatos cómo votarían ellos en un caso de interrupción del embarazo; cómo votarían ellos en un caso similar de marihuana, como el que recién resolvió la Primera Sala; cómo votarían ellos… Y así sucesivamente.

 

Creo que eso es un error en términos estratégicos y un error en sí mismo, porque un candidato fácilmente y con toda la razón puede decir: Yo no puedo pronunciarme previamente de casos que todavía no conozco que eventualmente me pueden llegar siendo ministro y que entonces yo estaría prejuzgando un caso sin conocer los hechos del mismo.

 

En otros países no se pregunta. Por ejemplo, en Estados Unidos, como saben, una gran batalla es el tema de la sentencia Roe versus Wade, que permitió o constitucionalizó el tema de la interrupción del embarazo. Nunca se pregunta si está de acuerdo o a favor del Roe versus Wade o si va a apuntalar posibles casos que sostengan ese precedente.

 

El punto clave y que sí debiesen de responder los candidatos es: Cómo piensan que debe leerse la Constitución.

 

Y eso es algo que para los que seguimos el tema de la Suprema Corte es algo que cada vez se ve más claro en la Suprema Corte entre ministros que piensan que la Constitución no debe de verse como algo conectado con el derecho internacional; que la Constitución no es algo que está dentro de una conversación cosmopolita del derecho, que es algo más nacionalista, más provinciano, y que ven a la Constitución como una especie de reglamento o a partir de reglas.

 

Si tú ves la Constitución con estos y otros asegunes que acabo de mencionar, es muy posible que tu voto te lleve a un punto muy distinto de si tú ves a la Constitución con algo que debe estar conectado justo con el derecho internacional, que debe echarle un ojo a las sentencias de otros países, el derecho comparado; que debes de tener alguna relación con la ciencia.

 

Muchos de los casos de la Corte necesitan peritajes científicos para resolverse, en temas indígenas, en temas de aborto, inclusive en temas fiscales ha habido ciertos peritajes.

 

Y que debe ser leída no como un reglamento, sino como una plataforma de principios que deben de irse concretando y aterrizando a partir de una serie de sentencias.

 

Si tú lees la Constitución de esta segunda manera, tu voto, tus decisiones y tu posición va a ser muy distinta.

 

Y esto no tiene que ver necesariamente con valores liberales o conservadores respecto a ciertos temas, matrimonio entre personas del mismo sexo y demás; es una cuestión de oficio jurídico, de cómo yo me acerco a leer esto y cómo yo le entro a los problemas jurídicos que me presentan los casos, y cómo lo conecto con la realidad y el impacto eventualmente que tendrá en esa cuestión.

 

Creo que ahí hay bastante. Esa sería como un primer… Hay muchas siguientes subpreguntas que existen.

 

En otros países se les pregunta si están de acuerdo, por ejemplo, si forma parte de alguna asociación, qué giro tiene esa asociación, si es conservadora.

 

Por ejemplo, en Estados Unidos es muy relevante si forman parte de esta asociación que busca mantener el uso libre de armas en la sociedad y demás.

 

Hay muchas de estas preguntas que te van dando un color de qué tipo de, en términos liberales y conservadores es.

 

E insisto, la pregunta es cómo ellos consideran que debe de leerse la Constitución.

 

Y ya hay una muy buena batería de casos que sin preguntarles puntualmente ese caso tú puedes extrapolar y construir preguntas muy pertinentes respecto el bloque de constitucionalidad, cómo interpretar el famoso artículo 1º que es muy importante y es una batalla muy relevante al interior de la Corte entre cierto grupo de ministros y otro grupo de ministros.

 

Otro, para ir avanzando y no comerme el tiempo, el segundo son cuatro bloques que yo considero de preguntas. El segundo bloque es el papel de la Suprema Corte en nuestro sistema político.

 

Esto es muy relevante.

 

Finalmente hemos pasado la etapa de transición y estamos en una etapa de consolidación. Y el papel de todos los órganos del Estado, por supuesto, pero en esta ocasión nos toca hablar de la Corte, es muy relevante.

 

Y aquí hay una batería de preguntas respecto, hay ministros que consideran por ejemplo que las corte constitucionales deben de ser mucho más activas socialmente y no deben de sólo preocuparse por el acertijo jurídico que se les presenta, sino deben de tratar ir más allá y tratar de impactar y crear cambios sociales.

 

Por las características de la Corte, seguramente no se quedará la política pública o el cambio social no se agota con una sentencia, pero sí puede ser el detonador de una discusión muy relevante sobre un tema.

 

El ejemplo, creo ahorita en estos días de pizarrón, es justamente la sentencia sobre marihuana. Una sentencia sobre marihuana no resuelve muchas preguntas sobre el tema; de hecho no resuelve el tema en términos de política pública, pero sí ofrece un esqueleto argumentativo constitucional que detona a los otros poderes para abordar rechazándolo, discutiéndolo, tomando posición, etcétera, respecto a este delicado tema.

 

Y hay otros ministros que consideran, que son más conservadores en ese sentido y consideran: “No, eso tiene un riesgo que la Corte empiece a meterse en ciertas áreas que no le corresponden y hay que ser mucho menos activos y simplemente contestar a la pregunta que el quejoso, el demandante nos está planteando”.

 

A partir de ahí, hay una serie de preguntas muy relevantes respecto a la legitimidad de la Corte, cómo debe de ver ese ministro la división de poderes, cuál es su posición al respecto.

 

En ese paraguas que les mencionaba de cuál es el papel de la Corte o cuál consideran los candidatos que debe ser el papel de la Corte en el Sistema Político y Jurídico.

 

El tercer elemento es la Suprema Corte y los Desafíos que enfrenta el Sistema Jurídico Mexicano.

 

Como ustedes saben, ha habido muchas reformas constitucionales en materia de justicia en muy pocos años; 2011, 2008, el nuevo Sistema Penal, derechos humanos, nuevo juicio de amparo. Y hay una serie de preguntas muy pertinentes respecto a cómo ven los futuros o los candidatos ministros a la Suprema Corte; cómo va a utilizarse la facultad de atracción; cómo van a utilizarse cosas como la declaratoria general de inconstitucionalidad.

 

Hay muchos elementos mucho más técnicos que no implican prejuzgar un caso, pero que sí es relevante conocer qué opinan estos ministros respecto de este tema.

 

Hay un nuevo bagaje constitucional. La Suprema Corte es el último lector de nuestra Constitución.

 

Necesitamos saber qué opinan de muchas de estas cuestiones; que muchas de estas cuestiones son procedimentales, insisto, no implican prejuzgar sustantivamente un caso.

 

Y, por último, insisto, y con esto conecto con el tema que mencionaba al principio respecto a esta cuestión que no me parece correcta de mantener un equilibrio entre internos y externos en la Corte, que es un tema de la administración del Poder Judicial de la Federación.

 

En principio, al Poder Judicial de la Federación lo administra el Consejo de la Judicatura, pero finalmente hay una gran influencia por parte de los ministros en este Consejo de la Judicatura, para empezar porque el presidente del Consejo de la Judicatura es presidente de la Suprema Corte a su vez.

 

Entonces ahí hay una serie de temas muy relevantes que tienen que ver desde cuestiones como qué opinan ellos del modelo de sentencia de la Suprema Corte, que pareciera que no es muy relevante pero es súper relevante.

 

Si bien ya estamos de acuerdo que la opinión pública le da un seguimiento cada vez mayor y más puntual a lo que hace la Corte, el modelo de sentencia que tiene actualmente la Corte dificulta muchísimo darle un seguimiento adecuado.

 

¿Por qué? Porque son sentencias muy largas, muy mal construidas, muy mal argumentadas, muy mala sintaxis y muchísimos otros defectos.

 

Tiene que ver con eso y tiene que ver inclusive con cosas de qué opina él del tráfico de influencias dentro del Poder Judicial; de que existan familias enteras trabajando en el Poder Judicial, que no necesariamente es nepotismo; el nepotismo es una, lo sabemos, es una calificación legal y que uno embone o no embone en el nepotismo, muchos de los casos no es nepotismo, es decir, no hay un problema de legalidad pero sí luego dificultan cierto tipo de trabajos y dinámicas saludables al interior del Poder Judicial.

 

Y en otros países, por ejemplo, lo que se pide en Chile, por ejemplo, es no el nepotismo pero yo sí cada vez que, si soy designado o magistrado del Tribunal Constitucional Chileno, sí doy una lista de cuáles son los familiares que yo tengo dentro del Poder Judicial. No estoy dentro del supuesto de licitud, pero sí hago una declaración de apertura, de transparencia para decir: “Pues son estos cuatro”.

 

Y a partir de ahí ya tocará a la opinión pública y a los medios escudriñar si la suerte laboral de estas personas tuvo un muy buen futuro a partir de que su tío, papá, primo y demás llegó a la Suprema Corte o simplemente siguieron una carrera judicial que se vale, por supuesto, dentro del Poder Judicial de la Federación.

 

Para recapitular nada más. Es este el tema de la metodología constitucional que es un temario, pero es súper relevante y estratégicamente esa pregunta sí debiesen de contestarla. No si van a votar en tal o cual sentido un caso, pero la metodología sí la debiesen de contestar.

 

Dos. El tema de cómo ellos ven a la Corte frente al Sistema Jurídico.

 

Muchos de los retos que tiene la Corte en este sentido. La Corte en el sistema político, cómo lo ven ellos en el Sistema Político.

 

Y, por último, otro grupo de preguntas respecto la administración del Poder Judicial de la Federación.

 

Muchas gracias.

 

LHFF: Muy puntual y muy enriquecedora la participación del doctor Saúl López.

 

Le pediríamos a la maestra Denise Dresser que nos diera unas palabras sobre el tema, por favor, y nos comparta, además de su muy brillante artículo que leíamos en la mañana, que ya es un regalo para este debate, nos compara su visión del tema.

 

Denise Dresser, (DS): Muchas gracias. Es un gran placer estar aquí.

 

Y hay que reconocerlo, el PRD es el único partido que ha organizado este tipo de foros. Cuando hay otros partidos que van a participar, ya sea en la Comisión de Justicia o en el pleno votando por un asunto trascendental para el futuro del país y no hemos visto su involucramiento en este tema.

 

Cada vez más presente, como si fuera una institución haciendo historia; pero a veces ausente, como si rehuyera a la cita que tiene con ella. Así es la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 

A veces se comporta como un tren bala que corre de prisa en el tema del matrimonio homosexual o la marihuana, y a veces tan solo es un tren demorado, retrasado, tardío, con 11 pasajeros divididos en torno a la velocidad deseable y la ruta posible.

 

Un tren que a veces no vislumbra el horizonte de la democracia constitucional y cómo llevar a México hasta ahí.

 

En algunos asuntos toma una actitud de avanzada, pero en otros se queda en la retaguardia. Prefiere, como en el tema de “Yo contribuyente” y otros asuntos de transparencia fiscal una visión minimalista, estrecha, procesal de su función.

 

Por eso hoy más que nunca la Corte enfrenta retos que no puede eludir: el reto de contribuir a la construcción de una democracia sustantiva, vía la protección de derechos fundamentales.

 

El reto de asegurar que la reforma penal, el cambio jurídico más importante en los últimos 70 años se instrumente de manera adecuada.

 

El reto de ejercer la facultad de atracción para que temas definitorios de la vida democrática sean examinados ahí.

 

El reto de tomar a los derechos ciudadanos en serio, y dejar atrás demasiadas décadas en las cuales la Corte legitimó al Sistema Político; apoyó al priismo, siguió las órdenes del Presidente, no actuó como un contrapeso real protegiendo la división de poderes.

 

Por ello, en asuntos cruciales la mayoría de la Corte en años pasados votó de una manera que apena, declarando, por ejemplo, que el secuestro de Lidia Cacho, que ahí hubo quizá violación a sus garantías individuales pero fueron menores, no graves o no meritorias de la atención de la Corte, permitiendo la operación de Estado, que salvó a Juan Molinar en el caso de la Guardería ABC.

 

Convirtiéndose con frecuencia en un tribunal más abocado a proteger intereses empresariales y fiscales que en promover derechos fundamentales.

 

Una Suprema Corte sin doctrina constitucional que le ayude a interpretar de manera coherente a la Constitución, sin jurisprudencia que le permita proteger los derechos humanos, sin principios o sentencias o criterios generales que le permitan dar vida democrática a la Carta Magna.

 

Una Corte que en el pasado ha pecado de obediente, sumisa o con poca experiencia en temas de derecho internacional o derecho comparado.

 

Y de ahí la urgencia de un proceso de integración de la Corte para asegurar que tenga los perfiles necesarios para crecer, para garantizar su autonomía, para mejorar el acceso a la población, a la justicia y no sólo mantener los privilegios del Poder Judicial para hacer valer derechos ciudadanos y no sólo arbitrar conflictos políticos.

 

De ahí la importancia, y por eso estamos aquí hoy, de modificar el proceso ortodoxo, minimalista, legaloide, como el acordado por la Mesa Directiva del Senado, por el que se establece, y cito: “…el procedimiento para la elección de ministros”.

 

Un documento de cinco cuartillas, en el que se establece que los integrantes de las ternas comparezcan ante el Pleno antes de los trabajos que realice la Comisión de Justicia. O sea, el mundo al revés.

 

Comparen ese proceso y ese documento con el documento que establece el procedimiento para la selección de los miembros de la Suprema Corte en Estados Unidos, de 50 cuartillas, que establece con prístina claridad los tiempos, los pasos y el papel que deben cumplir el Presidente, la Comisión de Justicia y el Senado. Procedimiento que aquí ahora corre el riesgo de convertirse en una farsa.

 

Explico por qué:

 

“Cuando pones a alguien en la Suprema Corte deja de ser tu amigo”, decía el Presidente Harry Truman. Y así debería ser.

 

Un ministro o una ministra que llega al Tribunal Supremo y se corta las ataduras, desconoce los pavores, desoye los mandatos, interpreta a la Constitución y no a quienes quisieran amoldarla a conveniencia.

 

Un ministro o una ministra que se vuelve garante de los derechos de los ciudadanos y no protector, insisto, de los privilegios descomunales de quienes los gobiernan.

 

Alguien respetable, respetado, respetada.

 

Alguien profesional, prestigiado, propositivo.

 

Todo lo que no fue ni es Eduardo Medina Mora, ejemplo emblemático de un proceso encaminado a llenar a la Corte vía cuotas y cuates, para así pagar favores, asegurar votos, dictaminar sentencias, cuartar la independencia de una Corte a la cual todavía le cuesta trabajo demostrarla.

 

Eso es lo que el Presidente y el PRI y el PAN quisieron hacer, o logaron con Medina Mora: colocar a uno de los suyos, a cambio de uno de los nuestros. Y por ello votaron como lo hicieron, sin un largo proceso de auscultación, sin una extensa etapa de investigación, sin una deliberación razonada, convincente, seria.

 

Y en lugar de ello hubo un montaje, el cual alguno de nosotros presenciamos ese día. Una votación negociada y predeterminada; un envío humillante de más de 45 mil firmas ciudadanas exigiendo un proceso transparente a un micro sitio del Senado, ahí acumulando polvo, ahí acumulando indignación, revelando lo que está mal con la designación de los ministros de la Corte y por qué urge cambiarla.

 

Si la justicia –como escribió Joubert– es la verdad en acción, habrá que verla funcionar en la integración de la Suprema Corte.

 

En el Alto Tribunal Estadounidense –y no sé si han visitado alguna vez el recinto– la misma arquitectura del lugar revela su misión. Hay 44 escalones para ascender a la puerta; 44 escalones por los cuales hay que llegar.

 

Una manifestación física del camino a la justicia, como escribe Jeffrey Toobin, un abogado y escritor de cuestiones legales muy famoso en Estados Unidos, en un libro de gran impacto que se llama “Los nueve”, dentro del mundo secreto de la Suprema Corte.

 

Las escaleras separan a la Corte de lo mundano, de la política, de las luchas por el poder.

 

Los ministros están colocados literalmente en un plano superior, cerca de la autonomía y lejos de las alianzas políticas y de la Secretaría de Hacienda y de la Procuraduría. Cerca de la independencia y lejos de los intereses empresariales.

 

Son garantes agresivos de los derechos individuales y no corsarios del corporativismo o del capitalismo de cuates y precisamente por ello en México no podemos permitir que la Corte se convierta en otro coto, en otro lugar donde es posible enviar incondicionales o subordinados u hombres y mujeres que no son los mejores candidatos.

 

Y por eso se dio en los últimos meses la exigencia social de ternas decentes que contribuyeran, como lo ha escrito Saúl López Noriega, a la diversidad de la Corte.

 

Una Corte exitosa debe contar con jueces de carrera y académicos, litigantes, incluso miembros de otras ramas del gobierno. No puede ser un tribunal monolítico, incestuoso, provinciano, formalista, rígido y tribal.

 

Ha llegado el momento, dados los grandes desafíos del país, de abrir a la Corte a visiones más garantistas, creativas e internacionales. Ha llegado el tiempo de dejar atrás el patrimonialismo, el verticalismo, el autoritarismo que sigue permeando sus paredes.

 

La Corte no es para familias o grupos o políticos en funciones. Es para quienes entiendan el derecho desde la perspectiva de darle vida democrática al texto constitucional.

 

Y por eso también la exigencia social que viene de sin cuotas y sin cuates, de que el Senado se comporte con la dignidad que le corresponde y que en el pasado sacrificó.

 

Que el Senado abra a consulta de ciudadanos, de especialistas, el proceso de auscultación; que valore con tiempo los perfiles propuestos por el presidente, a quien se le ha exigido una y otra vez vea la Corte como un contrapeso y no como otro espacio para la cuatitud.

 

Que genere el Senado dictámenes sustantivos y no sólo teatros Kabuki, como el que montó lastimosamente el senador Gil Zuarth con el nombramiento de Medina Mora.

 

Que el Senado tome en cuenta la paridad de género pero eligiendo a mujeres competentes y no sólo a aquellas que tengan el sexo correcto, sino la competencia adecuada.

 

Basta de dictámenes paupérrimos, basta de procesos facticos e indignantes, basta de desfiguros como el nombramiento de Medina Mora, por eso estamos aquí, para exigir lo mejor de la Corte y del senado que merecemos y queremos.

 

Un tribunal supremo sin sometimientos al poder y conformada para hacer sus encargos; un recinto autónomo que vele por los derechos fundamentales; que se erija como contrapeso; que involucre a los ciudadanos en un diálogo sobre el significado de la carta magna.

 

Eso exigimos y eso es lo que el Senado debe asegurar ahora que revisa las ternas que Enrique Peña Nieto acaba de enviar para ser auscultadas y votadas.

 

Ternas que sorprenden por las diferencias en calidad, por la nebulosidad de algunos perfiles y lo absurdo de otros. No podemos permitir otra vez ese intento burdo que fue avalado por la mayoría en el Senado, de volver a la Corte un símbolo y un instrumento del poder político, vía la colocación de compadres, ni el nombramiento y al votación fast-track para evitar la auscultación, para evitar un proceso abierto, transparente, incluso adversarial, que obligara a cada uno de los nominados a definir su posición en temas centrales y de ahí la importancia de que el Senado haga su trabajo.

 

En el documento que el Ejecutivo envía al Senado habla de la importancia –y cito— “de las cualidades humanas, morales y profesionales de los hombres y las mujeres llamados a integrarse como ministros en el más alto tribunal de México.”

 

Pero en lugar de presentar un argumento razonado, sofisticado, completo sobre las seis personas que propone, simplemente expone sus currículos: tiene tantos años, estuvo en tal lugar, ha dictado tales conferencias, nada sobre sus posturas en torno al derecho a decidir, nada sobre la despenalización de la marihuana, nada sobre los derechos humanos, nada sobre el interés legítimo, nada sobre cómo han tomado decisiones anteriores, aquello a lo que se refería mi colega Saúl López Noriega; nada sobre lo que piensan en torno al papel de la Corte y su desempeño.

 

Ahora el Senado tiene menos de 30 días para votar y ojalá use bien su tiempo para iniciar un proceso de auscultación serio, de confrontación larga y profunda a cada uno de los candidatos, con preguntas duras y difíciles, como las que se le hacen a candidatos en otras cortes en democracias que funcionan mucho mejor que la nuestra.

 

Un proceso de deliberación y argumentación pública en la que participen especialistas y académicos y barra de abogados y miembros de la sociedad civil.

 

Porque sólo así va a salir a la luz lo que apenas alcanzamos a vislumbrar lo escandalosa que resulta la nominación de Verónica Sánchez Valle, sancionada en 2007 por el Consejo de la Judicatura con un apercibimiento público por falta de profesionalismo; sancionada de nuevo en 2010 por la misma razón.

 

O qué decir de Alejandro Jaime Gómez Sánchez, actual procurador general de justicia del Estado de México, el que salió a negar los hechos de Tlatlaya, el que salió a mentir y a ofuscar y a ocultar dos candidatos de entrada no idóneos para el puesto, quizá colocados ahí como simples fichas de negociación.

 

Llegó el momento de airear, investigar, sacar a la luz y de manera pública quiénes son estas personas, de donde vienen, qué han hecho, en qué creen, porque son los que van a interpretar y defender principios constitucionales, porque quienes sean electos deben mantener el balance, la autonomía y la pluralidad de la Corte y no deben llegar ahí quienes quisieran convertirla en órgano del poder político o de la secretaría de hacienda.

 

No deben llegar ahí quienes quisieran que dejara de corregir las deficiencias del proceso gubernamental y por eso el Senado no puede abdicar a su responsabilidad.

 

Le toca hurgar muchos días, preguntar durante muchas horas, confrontar sin cortapisas, le corresponde juzgar a los juzgadores y de ahí mi exhorto, nuestro exhorto a que se asegure un proceso distinto al que hemos presenciado en el pasado y cuyas consecuencias padecemos en el presente.

 

Basta con ver las argumentaciones pueriles de Medina Mora en las grandes discusiones de la Corte. Un proceso que lleve a evaluar de manera cercana las actitudes y los valores de las personas nominadas para servir en la Corte, que los obligue a hacer públicos sus valores filosóficos e ideológicos; que haya involucramiento y presencia de la sociedad civil, los medios, grupos de interés, comentaristas y expertos; que la calidad y la imparcialidad del candidato no quede en duda.

 

Y de ahí la importancia de los siguientes pasos, ahora y en el futuro.

 

En primer lugar, que la Comisión de Justicia haga lo que se hace en Estados Unidos, que conduzca una investigación conocida como  Back Cram Check, que incluya las finanzas personales de cada candidato y posibles conflictos de interés.

 

En Estados Unidos esa investigación es llevada a cabo por el FBI. Aquí había que determinar qué instancia autónoma podría hacer lo mismo.

 

En segundo lugar, que al Comisión de Justicia se encargue de conocer lo más posible sobre el candidato y aproveche la ayuda de abogados privados, académicos expertos en cuestiones constitucionales y asociaciones civiles.

 

Espero que la Comisión de Justicia elabore un cuestionario a cada candidato que sea contestado por escrito y que las respuestas sean de información pública.

 

Cuarto, que cada candidato sea entrevistado personalmente por todos los miembros de la Comisión de Justicia.

 

Quinto, que la Comisión de Justicia también recabe información vía la entrevista a testigos públicos que conozcan a los candidatos.

 

Quinto, después de esa etapa de investigación a fondo se lleven a cabo las audiencias públicas y me sumo a la petición de Saúl, de que sean televisadas, con presencia de los medios y que en esas audiencias se incluyan preguntas indispensables que el Senado debe hacer para asegurar la idoneidad de los próximos ministros de la Suprema Corte.

 

Y aquí quizás sí difiero de Saúl, porque yo sí propondría hacer preguntas puntuales, aunque los candidatos no las quisieran responder.

 

Por ejemplo, la pregunta: hace poco la Suprema Corte aprobó el consumo personal de la marihuana, basado en el argumento de derechos de la persona. ¿Cree usted que este precedente debería ser aplicado más allá de los cuatro individuos que presentaron el amparo y a quienes hasta hoy aplica la sentencia?

 

¿Cuál es su postura en torno a la despenalización de la marihuana para uso medicinal? ¿Cuál es su posición sobre la despenalización para uso comercial?

 

O en tiempos recientes hemos visto la proliferación de las llamadas leyes antibronco que buscan colocar barreras de entrada a los candidatos independientes en los estados. ¿Qué papel debería jugar la Corte en estos casos?

 

La Secretaría de la Defensa Nacional, vía su secretario, ha declarado que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes no puede entrevistar a los miembros del Batallón 27 de Iguala porque son sus soldados.

 

¿Cuál es su visión del papel de la Corte en la separación de poderes cuando del Ejército y su comportamiento se trata?

 

En el momento en que una corte interpreta tratados internacionales, este puente que considera el derecho internacional, es más controvertido que ministros apelen a leyes extranjeras en busca de asistencia, para interpretar leyes exclusivamente mexicanas como la Constitución.

 

¿Cuál es la posición de usted del uso de leyes y jurisprudencia de otros países en la interpretación de la Constitución?

 

O preguntarle, a ver, la Comisión Interamericana emitió 16 recomendaciones en el caso de Rosendo Radilla, desaparecido en 1974. ¿Qué opinión le merece que el Estado Mexicano aún no haya cumplido con la mitad de las recomendaciones? ¿Cuál debería ser el papel de la Corte cuando el estado mexicano incumple sus obligaciones internacionales?

 

Hubo otro asunto controvertido: la Suprema Corte ordenó la liberación inmediata de Florence Cassez debido a violación del debido proceso. En su caso ¿cómo hubiera votado usted y cuál es su opinión sobre el hecho de que su supuesto cómplice, Israel Vallarta, lleva 10 años en la cárcel y sin sentencia?

 

¿No debería ser liberado por los mismos motivos y no debería la Corte atraer el caso?

 

¿Qué le parece a usted el retraso en la instrumentación de la reforma penal por cuestiones administrativas, logísticas, políticas y financieras? ¿Qué haría usted para acelerar el proceso a nivel nacional?

 

Otra pregunta: la Suprema Corte no quiso atraer el caso de Carmen Aristegui que ponía en prueba los lineamientos de la protección de los derechos humanos contenidos en la nueva Ley Federal de Telecomunicaciones.

 

¿Usted hubiera atraído el caso? ¿Por qué sí o por qué no?

 

A ver, esta semana la Suprema Corte definirá si los expedientes sobre la masacre de 72 migrantes en San Fernando deben ser clasificados. ¿Usted cómo votaría en esta cuestión y en otras que involucran desclasificar documentos sobre la actuación de autoridades como la policía, la Marina y el Ejército?

 

En el caso de Lidia Cacho, insisto, la mayoría de la Corte dijo que las violaciones a sus garantías individuales fueron poco graves. ¿Cómo hubiera votado usted en ese momento y por qué?

 

¿Qué opinión le merece el proyecto fallido, el que no logró la mayoría de votos del ministro Saldívar sobre el caso de la Guardería ABC, imputando responsabilidades administrativas y políticas al exdirector del IMSS Juan Molinar? De nuevo, ¿cómo hubiera votado usted en este caso?

 

Con frecuencia la aplicación de la ley corre en contracorriente a las posturas ideológicas personales de un ministro. ¿Cuál es su postura con respecto al derecho a decidir, el matrimonio homosexual y las decisiones de la Corte en estos temas?

 

¿Qué opina de que el Senado haya votado la Ley Federal de Acceso a la Información o la Ley de Transparencia, aunque hay quienes en la sociedad civil argumentan que es inconstitucional en varios de sus temas?

 

¿Cuál sería su criterio para declarar inconstitucional que se obstaculice el derecho a la información? ¿Cree que hay una diferencia entre procurar justicia y obedecer la ley?

 

Y finalmente, mi última pregunta, que ojalá el Senado, vía la Comisión de Justicia les haga, ¿cuál es el ministro o ministra de la Suprema Corte que más ha admirado y por qué? Porque eso va a revelar mucho del sentir, del actuar de la persona que llegue y cómo va a votar.

 

Aparte de estas preguntas generales, a cada candidato se le debe interrogar sobre su trayectoria legal, su trayectoria privada sus acciones como figuras públicas, las preguntas deben centrarse a través de ejemplos  que he expuesto en temas políticos y sociales, la constitución, jurisprudencia y decisiones de la Corte, casos controvertidos de la Corte, valores constitucionales, filosofía judicial y enfoque analítico, para sí poder evaluar el temperamento y carácter de quien ocupará una silla en el máximo tribunal.

 

Esas son las preguntas centrales que seis hombres y mujeres tienen la obligación de responder.

 

Y finalmente que la Comisión emita un dictamen y que los candidatos se presenten ante el Pleno, donde el resto de los senadores debería tener la oportunidad de pronunciarse.

 

En otras palabras, al revés del proceso que la Mesa Directiva ha planteado y ¿por qué es tan importante, señoras y señores, cambiar el proceso de integración de la Suprema Corte?

 

Porque en sus manos va a estar la funcionalidad de la democracia, la plenitud de la democracia, la calidad de la democracia y asumirlo así requiere argumentos de fondo, requiere entender el papel de la Corte en coyunturas históricas, como las que enfrentamos ahora.

 

Coyunturas cuando los jueces y también los senadores comprendan, como lo escribió Thomas Jefferson, que las instituciones deben ir de la mano del progreso de la mente humana; momentos cuando los jueces reconocen la necesidad de cambiar criterios para darle sentido democrático al texto constitucional.

 

Circunstancias cuando los jueces están a la altura de la realidad que los rodea, decisiones históricas que reflejan la historia y la cambian. Ground versus border education, que eliminó la segregación racial en las escuelas estadounidenses; (…) que legalizó el aborto en función de derecho a la privacidad; (…) versus madison, que le dio a la Suprema Corte estadounidense la capacidad de revisar las leyes que elaboran otras ramas del gobierno.

 

Decisiones que reflejaron en su momento, como lo reflejó la decisión sobre la marihuana en la Corte hace unas semanas, la expansión de derechos.

 

Ese es el efecto de lo que las supremas cortes hacen; ese es el impacto que tienen, aunque los ministros no se asuman como protagonistas de la transición democrática lo son; aunque los ministros quieran estar lejos de la política, sus votos la afectan en ámbito tras ámbito; cuestiones definitorias que van más allá de las palabras consagradas en la Constitución; decisiones jurídicas con resultados políticos y consecuencias democráticas o antidemocráticas.

 

En un contexto crítico donde le pido al Senado y a los candidatos que salgan y miren con honestidad el país; el país donde persiste la percepción de ciudadanos indefensos ante la violación de sus garantías; la percepción de partidos que establecen las reglas del juego y las controlan; la percepción de legisladores que colocan candados y se guardan la llave para abrirlos; la percepción de una democracia que funciona para su clase política y para sus jueces, pero no para sus ciudadanos.

 

Y la imagen de una Suprema Corte que no debe permitir que esto sea así.

 

A la suprema Corte le corresponde un recorrido más amplio, una trayectoria que abarque las condiciones necesarias para que los mexicanos vivan mejor y se gobiernen mejor.

 

A los Ministros les toca un viaje cotidiano por la Constitución que la haga justa, ética, democrática.

 

Y para terminar, por ello la Suprema Corte necesita recorrer las cortinillas del tren en el que va.

 

Necesita comprender que México es una democracia electoral, pero no es una democracia constitucional todavía.

 

Necesita saber que hoy el sistema político protege algunas libertades políticas, pero no asegura todas las garantías individuales.

 

Necesita aprender que la democracia debe ser una medalla de honor basada en derechos y no una categoría descriptiva basada sólo en elecciones y partidos que las controlan.

 

Necesita entender que le corresponde seguir pronunciándose, como lo ha hecho, en temas como la marihuana y los matrimonios homosexuales, para no ser lo que fue: un tren lejano que siempre llega tarde, sino un tren bala, moderno, que llega a tiempo y con cada mexicano subido a bordo.

 

Y al Senado, vía un proceso de integración legítimo le corresponde ayudar a que eso sea así.

 

Muchas gracias.

 

LHFF: Nada más agradecer la brillantísima y deliciosa disertación de la maestra Denise.

 

Y le daremos la palabra al senador Barbosa para cerrar este Encuentro.

 

Por favor.

 

Mario Delgado Carrillo, (MDC): Muchas gracias.

 

Nada más para felicitar; gracias por la oportunidad que me da de hablar Presidente.

 

Aprovechar este minuto para felicitar a nuestros ponentes y bueno, para decir que sí hay un grupo de senadores que por supuesto estamos de acuerdo en lo que sostienen, que nos molesta que estos procesos sean reducidos y ser vistos como un proceso formal, administrativo, donde simplemente se trata de llenar un “check list” y si eso es suficiente pues adelante, se vota.

 

Y eso lo que encubre en realidad es un pacto político donde interesa todo, menos la justicia.

 

Es un reparto de poder, en lugar de buscar representar a la Corte como el ideal y la aspiración de justicia que necesita nuestro país.

 

Me parece que el reto, en este momento, es para el Senado de la República. Qué vamos a hacer nosotros. Porque creo que son esos momentos que definen al Senado.

 

Porque el Presidente, pues ya se definió en el cuerpo entero al mandar, al buscar perfiles basados en la complicidad.

 

Entonces nos revela la visión que tiene el Presidente del ejercicio del poder, la ética de él o la ausencia del mismo.

 

O sea, para él sigue demostrando todos los días con sus actos que el ejercicio del poder se basa en la lógica de una banda delictiva, o de la delincuencia organizada.

 

Entonces el Senado se suma en esa lógica del reparto del poder, o asuma con dignidad el gran privilegio que tenemos de representar a la población.

 

Creo que me parecen muy interesantes las propuestas que se han hecho aquí.

 

Creo que la Comisión de Justicia debería de convertirse en una Comisión Investigadora, con facultades de investigación, no nada más de comparecencia, porque la comparecencia es insuficiente y es parte de esta farsa.

 

Debería de constituirse como una Comisión Investigadora donde incluso algunos organismos del Poder estuvieran a su servicio.

 

Por ejemplo, se ha hecho aquí el caso de cómo en Estados Unidos se usa al FBI, aquí podemos utilizar al SAT, o a otras instituciones para conocer exactamente a las personas.

 

Creo que el gran reto es entonces para el Senado, que se haga responsable de los efectos de sus decisiones.

 

Creo que tenemos que buscar a dos personas, tenemos que elegir a dos personas que hayan sostenido durante toda su vida el valor de la justicia.

 

Y eso es muy fácil de encontrar si así, si a ello han dedicado su vida. Y eso sería lo más valioso que nosotros podríamos hacer en un país herido por la falta de derechos humanos: empezar a constituir una Corte que vele por los mismos y que se vuelva, como dice Denis, pues en un tren bala, que nos ayude a tener una democracia mucho más rápido de lo que tenemos actualmente.

 

Muchas gracias.

 

Miguel Barbosa Huerta, (MBH): Gracias.

 

Primero, desde luego, agradecer la presencia y participación de nuestros ponentes de hoy:

 

Saúl López Noriega, de la Doctora Denise Dresser, ambos especialistas en este tema.

 

De verdad nosotros celebramos que intelectuales, que politólogos, que formadores de opinión se comprometan con asuntos de enorme trascendencia para la Nación, como es el que cursa por el Senado para elegir de entre dos ternas a dos integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 

Eso es muy importante que esté ocurriendo en México. Que intelectuales, que politólogos, periodistas, formadores de opinión, editorialistas, se comprometan con una posición frente a un hecho tan importante.

 

Nuestro reconocimiento a ambos por esa posición pública.

 

El día de hoy, efectivamente, en un diario de circulación nacional, nuestra ponente Denise Dresser escribe sobre este tema y fija las 14 preguntas que desde su opinión deberían de hacerse a cada uno de quienes aspiran ser integrantes de la Corte. Fija su posición en ese tema.

 

Saúl, también nos da visos de los bloques de preguntas que tienen que hacerse a estas personas.

 

Les voy a dar la primera utilidad de este Foro. Lo hacemos un día antes de que comparezcan ante el Pleno a quienes integrantes de la terna presentarán su candidatura, en un proceso que parece ser el mundo al revés, perfectamente de acuerdo, porque antes de ser declarada su idoneidad por la Comisión de Justicia, van al Pleno a presentar su candidatura con intervenciones de hasta 20 minutos, sin preguntas, sin interpelaciones y preguntas de los integrantes del Pleno.

 

Eso debió haber sido al revés. Pero así está como un acuerdo y tenemos que seguir adelante.

 

Este material y estas opiniones hay que difundirlas. Les ruego a todos los que están aquí reunidos, que hagamos difusión de lo que aquí se ha planteado.

 

Se trata de agrandar la participación del Senado en este proceso, no de achicarla, porque esa es la palabra, que lo que se pretende es querer achicar la participación del Senado en el proceso de elección de uno de los integrantes de cada terna.

 

Las ternas están predefinidas. La definición de quiénes son los integrantes de la Corte en nuestro sistema mexicano, en nuestra realidad política mexicana, se hace cuando el Presidente de la República integra las mismas.

 

Por lo regular tienen a un destinatario o destinataria, que es quien apoyará el Grupo Parlamentario del Partido en el Poder, y ese Grupo Parlamentario, o antes inclusive, desde Los Pinos, desde el Ejecutivo, forma acuerdos, para que lleguen ya con los acuerdos necesarios para dos tercios.

 

Hoy, ya hay una definición predeterminada. No voy a decir nombres, pero es evidente que todos conocen quién es el que va de predefinido en la terna de hombres y quién es la que va de predefinida en la terna de mujeres.

 

Y en ese caso, lo que hay que hacer es agrandar la participación del Senado, no dejar que se achique.

 

Llamar a la Comisión de Justicia, que muestre que es una Comisión de Justicia del nivel, del perfil y del andamiaje que requiere el Senado Mexicano y la realidad mexicana.

 

Llamarlos a agrandarse, no a achicarse, y a desempeñar el proceso que se desahogará ante la Comisión de manera plena; de manera plena para que así se pueda conocer y se pueda en todo caso entender la votación que por dos tercios se puede alcanzar a favor de dos personas, una en cada terna. Ese es el llamado.

 

Ahí están las preguntas, ahí están las reflexiones.

 

Qué tenemos que pensar también, en una nueva regulación:

 

Son Tres Poderes de la Unión: el Ejecutivo, el Legislativo, se integran mediante el voto popular.

 

El Judicial, la Suprema Corte, su órgano máximo, se integra con la participación de los otros dos Poderes: el Ejecutivo y el Legislativo.

 

Es un mecanismo que involucra a dos Poderes.

 

¿Qué tenemos que hacer?:

 

Tenemos que proponer una regulación mediante la cual el proceso, el proceso para poder conseguir la integración de un integrante de la Corte, empiece meses antes; meses antes. Por ejemplo, seis meses antes de que se venza el plazo de uno de los ministros, hombre o mujer, en funciones.

 

Seis meses antes de que se venza el plazo para el cual fue electo un Ministro, empiece el proceso de designación.

 

Que la parte que corresponde al Ejecutivo para integrar la terna, y habría que analizar si debemos de preservar el tema de la terna de tres propuestas y no de una propuesta, como existe en Estados Unidos, debe ser un proceso público, abierto, para conocer las razones por las cuales el Presidente de la República hace esa propuesta.

 

No se trata de afectar el presidencialismo, ¿eh?, porque la razón que aducen los hombres que están en el Poder es: se afecta el régimen presidencialista que se tiene en el Sistema Constitucional Mexicano. No, ese no es el presidencialismo.

 

Ese no es un presidencialismo. Eso se trata de una concentración de Poder.

 

Debiera regularse porque no es un derecho del presidencialismo y quien lo detenta hacer meter a sus cuates, cuatas y cuotas en la Suprema Corte de Justicia.

 

Que hay que regular y hay que hacer una propuesta para reformar los artículos de una Reforma Constitucional que tenga que ver con ello.

 

Proceso abierto, público, que se desahogue ante el Ejecutivo para integrar la terna y analizar si hay que cambiar de terna a propuesta única. Porque vemos que vienen acomodadas.

 

O sea, realmente vienen acomodadas, vienen para acompañar a quien está visto como quien deba ser el ratificado, el electo. Así vienen.

 

Hemos visto acá en el Senado, por ejemplo pues aquí hemos electo a tres ministros, hasta hoy: Alberto Pérez Dayán, Alfredo Gutiérrez, y a Manuel Medina Mora.

 

Hemos visto cómo quienes acompañaron a uno de los integrantes pues eran de tal nivel que de verdad el Ejecutivo cuando los mete en la terna, simple y sencillamente los expone al demérito público.

 

¿Saben la razón por la cual comparecen mañana los aspirantes? Por esa razón, bajo la lógica de no exponerlos a un demérito público, de que comparezcan el día que vayan a ser votados y que no tengan respaldo, frente a sus familias. No.

 

Quien los expone al demérito público es el Ejecutivo, que sin tener perfil, sin tener otra trayectoria, los pone allí, sujetos a un proceso constitucional que de ninguna forma es un proceso de amigos, o de club de amigos. Pero es un proceso rígido, fuerte.

 

Quien aspira ser Ministro, integrante de la Corte, debe estar, debe aguantar cualquier prueba de escrutinio, de examen, de crítica. Sí con respeto. Eso hemos dicho nosotros en el PRD.

 

Nos vamos a comportar con respeto en las opiniones que demos de las personas que integran las ternas, pero vamos a ser muy rígidos en los planteamientos que hagamos sobre estos acentos fundamentales.

 

A Denise le digo que le faltó una pregunta también: el tema de la consulta popular.

 

Cómo hubieran votado algunos de los aspirantes cuando se revisó la constitucionalidad de las solicitudes sobre consulta popular en el tema de la Reforma Energética.

 

Es un asunto que para nosotros en el PRD es muy, muy importante.

 

¿Los Ministros son políticos? Sí, sí lo son.

 

Quienes llegan a ser ministros o ministras, son personas de una trayectoria muy importante, destacada.

 

En México y en todo el mundo yo creo que las personas destacadas por esa posición destacada, se vinculan a círculos importantes, de manera natural, se vinculan a círculos importantes.

 

Los acercan esos círculos importantes y de poder político y de poder económico. Por eso se vuelven destacadas sus posiciones.

 

Cuando se vuelven Ministros integrantes de la Corte, ¿dejan de ser parte de esos círculos? No. No dejan de ser parte de esos círculos.

 

Son políticos porque deben de serlo. Tienen una opinión sobre el país en el que viven.

 

¿Ustedes creen que la resolución sobre el tema del consumo de la marihuana hubiera sido tomada así por una Corte hace 50 años; no hace 50, hace 5 años? Desde luego que no.

 

Eran las mismas leyes por cierto, ¿eh? Era el mismo punto de constitucionalidad sobre cuatro artículos de la Ley de Salud.

 

Pero hace 5 años, o hace menos, hace un año o hace dos años, la sociedad era otra.

 

Entonces tienen una opinión del país donde viven y asumen una posición también, la que les corresponde desde esa visión.

 

¿Son integrantes de partidos políticos? No. No lo son. Pero siguen siendo parte cercana de círculos importantes del Poder Político y por eso también quien sea electo Ministro debe ser una fuerte responsabilidad para recibir esas presiones. Fuerte personalidad.

 

Podrá tener una estructura académica, de experiencia en la administración de justicia o posición de intelectual, sea un Jurista dedicado a la Academia, a la investigación. Pero tiene que tener una personalidad que resista las presiones.

 

Entonces eso es lo que hay que ver.

 

A lo mejor cuando le pregunten a uno de los ministros aspirantes, si le hicieran la pregunta que plantea Denise, la catorceava pregunta de: a qué Ministro ha admirado, o admira, pues van a decir: Ignacio L. Vallarta, ¿no? Digo, ahí nadie se equivocaría.

 

Entonces por eso lo importante que hoy hayamos llevado a cabo este Foro, con estas disertaciones tan, tan, tan inteligentes. De verdad son dos personas muy inteligentes que forman parte de una opinión pública en México que se compromete.

 

De verdad nuestro reconocimiento Denise, nuestro reconocimiento Saúl. Valoramos mucho y va a ser útil, útil, hagámoslo útil, agrandando la participación del Senado en este proceso, hoy que no hay regulado nada.

 

No está regulada cómo el Presidente del Ejecutivo, el Presidente de la República formule las ternas y no está regulado cómo el Senado desahoga. Eso se tiene que hacer acuerdos parlamentarios.

 

Hoy agrandemos la participación de la Comisión de Justicia y del Senado. Llevemos estas preguntas, las que aquí se han reflexionado.

 

Le pido a quien esté haciendo el registro de la Versión Estenográfica, tenga cada una de las preguntas y las entreguemos como parte del material al que tienen que circunscribirse los integrantes de las ternas en su comparecencia ante la Comisión de Justicia.

 

Divulgamos, Denise, haz de este Foro una especie de propalación en Twitter, ayúdanos, ¿sí? Yo sé que lo iban a hacer sin que te lo pidiera, pero quiero pedírtelo públicamente y todos nos pongamos en esa condición de divulgación.

 

La Corte, sin cuotas ni cuates y cuatas.

 

Gracias

 

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