ATP, opacidad y promesas/ El Financiero


Poco a poco se va sabiendo qué ocultan los negociadores del Acuerdo Transpacífico (ATP), representantes de los gobiernos de 12 países y cabilderos de grandes corporaciones. Y también por qué decidieron mantener en total secreto, como si de estrategias de guerra se tratara, el contenido de sus acuerdos.

“Los nuevos derechos monopólicos para las grandes compañías farmacéuticas pueden comprometer el acceso a medicinas para los habitantes de los países involucrados. El ATP puede costar vidas”, dijo recientemente Peter Maybarduk, director del programa de acceso a medicamentos de Public Citizen, un organismo civil estadounidense.

¿Costar vidas? Un capítulo del acuerdo, dado a conocer por la plataforma Wikileaks, se refiere a la propiedad intelectual y en su texto destaca el caso de los medicamentos protegidos por patentes. En esencia, se plantea que las grandes farmacéuticas tengan la exclusividad de venta de ciertos medicamentos y los gobiernos la obligación de evitar la entrada al mercado de los sustitutos conocidos como genéricos.

En plena era de la información, mientras en el mundo avanzan la transparencia y la rendición de cuentas, los gobiernos que llevaron a cabo la larga negociación de ocho años para concluir el ATP sólo convidaron al “cuarto de junto” a los representantes de las grandes empresas de cada uno de sus países.

Así, en el caso de México, todavía estamos por saber quiénes son los “ganadores y perdedores” y qué busca ceder el gobierno de Enrique Peña Nieto a cambio de mantenerse en el club de los bien portados que obedecen las instrucciones de Washington.

Por lo pronto, la entusiasta suma de México a este acuerdo confirma que la elite política nacional sigue plenamente alineada a los intereses de EU.

Si alguna duda quedara, ahí está la declaración del presidente Barack Obama apenas firmado el acuerdo. Dijo Obama, al hacer explícitos los fines del ATP: “no podemos permitir que países como China escriban las reglas de la economía global. Nosotros debemos escribir esas reglas, abriendo nuevos mercados a los productos estadounidenses, estableciendo altos estándares para la protección de los trabajadores y preservando nuestro medio ambiente”.

¿A quién se refiere Obama cuando dice “nosotros debemos escribir esas reglas”? No a los negociadores de Chile, Vietnam o México, por supuesto. Se refiere a su gobierno y a las grandes empresas estadounidenses que quieren seguir marcando el paso de la economía mundial.

Se dice que el ATP es el más grande acuerdo comercial de la historia, como si esa sola definición nos obligara a aceptar que traerá enormes beneficios para nuestro país, como si la intención explícita de “parar a China” hubiese sido debatida en los espacios públicos y legales de nuestro país, particularmente en el Senado que, como se sabe, es el órgano constitucionalmente responsable de la aprobación, o no, de tratados internacionales.

El presidente de la República y sus secretarios han celebrado la firma del acuerdo pero no han tenido la gentileza democrática de dar a conocer su contenido. Se nos dice lo de siempre, lo que se dijo cuando se nos presentó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte como la puerta del paraíso.

Las mismas palabras que utilizó Carlos Salinas de Gortari en 1993 fueron empleadas por Peña Nieto para festejar: “El Acuerdo de Asociación Transpacífico se traducirá en mayores oportunidades de inversión y empleo bien remunerado para los mexicanos”.

Como ya no tiene nada que ofrecer –dado su evidente fracaso en casi todas las áreas– el gobierno de Peña Nieto opta por inventarse un enemigo (el populismo) y por vender promesas de un futuro luminoso. Y además con engañifas: 700 millones de consumidores, se celebra, pero no se dice que México ya tiene firmados acuerdos comerciales con países donde residen 500 de esos 700 millones.

En todo caso, la aprobación del ATP tiene que pasar por los congresos de cada país. Aquí es preciso que la reflexión sea amplísima, con toda la información ya pública, y que tenga lugar un amplio debate nacional que involucre a los sectores productivos, académicos y organizaciones civiles.

Hace pocos días, mientras celebraba el fin de las negociaciones del ATP, el presidente Peña Nieto dijo que México ha dejado de tener un gobierno opaco y llamó a “seguir avanzando en la consolidación de una nueva cultura de transparencia cerrándole el paso a gobiernos autoritarios”. Podría comenzar con el ejemplo y poner a disposición del país el contenido del acuerdo que sus representantes han firmado.

Twitter:@Dolores_PL