La obesidad: epidemia para el mundo, pandemia para México


FERNANDO ENRIQUE MAYANS CANABAL*

En un informe, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que la obesidad en los últimos años ha alcanzado parámetros alarmantes y es considerada una epidemia que no sólo afecta a países de primer mundo o desarrollados, sino ya es una problemática en las naciones pobres o emergentes.

De acuerdo al informe, existen en el mundo más de mil millones de personas con problemas de sobrepeso y obesidad, y lamentablemente la tendencia es al alza en el corto y mediano plazo. Qué decir de la tasa de mortandad derivado de este problema, que de acuerdo al diagnóstico se calcula en 2.5 millones de personas en el planeta.

Estados Unidos, Nueva Zelanda, Chile, Australia, Canadá, Reino Unido e Irlanda son algunos países con problemas muy serios de salud por obesidad, pero lastimosamente México ocupa el primer lugar con un porcentaje equivalente a la tercera parte de la población con graves complicaciones en sobrepeso y obesidad mórbida, lo que conlleva a enfermedades como diabetes y padecimientos cardiovasculares.

En México urge afrontar la obesidad mediante un plan nacional incluyente e integral que vaya más allá de la difusión de los efectos nocivos para la salud de esta pandemia e incluya apoyos reales al campo, programas de suministro de comida sana y aumento de disponibilidad de ésta, incentivos a las industrias agrícolas y minoristas, al sector salud y la asistencia pública, así como profundizar en las acciones de educación, pero sobre todo incluir nuevos parámetros para que el desarrollo urbano cuente con infraestructura que propicie una vida activa en un entorno de seguridad.

¿Cómo deseamos niños, jóvenes y adultos activos cuando no es seguro siquiera salir a la calle frente a su casa? ¿A qué hora y dónde va, por lo menos a caminar 10 minutos, un trabajador en oficinas cada vez más pequeñas y hacinadas? ¿Cómo consumir alimentos sanos con una economía frágil y limitada con salarios mínimos claramente insuficientes?

Lo he afirmado categóricamente en múltiples oportunidades: México es un país pobre y con una deficiente educación, ahí está el problema, las y los mexicanos comen lo que pueden, no lo que deben, la obesidad en el país usualmente no es sinónimo de comer mucho, pero sí de comer mal; y detrás del malcomer de la mayoría de los mexicanos no está la voluntad ni conciencia del ciudadano sobre este hecho, sino una realidad que urge cambiar.

El diseño de políticas públicas se debe orientar a atacar, en primer lugar, las causas de la obesidad y luego los efectos; necesitamos programas preventivos y realistas, la vida sedentaria de trabajadores y jóvenes incrementa día a día, los jornaleros del campo siguen migrando y abarrotan las ciudades en busca de empleos y mejores condiciones de vida.

Mientras se sigan repitiendo millones de veces los estribillos de “come sanamente” o “haz ejercicio” y no instrumentemos políticas públicas que acometan de manera integral el problema, desde la atención al campo hasta la urgente planeación urbana de las ciudades y el desarrollo adecuado de una industria de los alimentos para los mexicanos, difícilmente podremos ser eficaces en solucionar la pandemia de la obesidad y estaremos condenados a lidiar con el costo social y económico de esta problemática que va más allá de la salud.

El problema de la obesidad en el mundo es un tema muy serio y en nuestro país es un asunto alarmante, se debe actuar rápido con políticas claras y esquemas de solución eficaz para el presente y el futuro. La calidad de vida de los mexicanos está en juego y hoy más que nunca se requieren medidas categóricamente decisivas.

*PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE SEGURIDAD SOCIAL, DEL SENADO DE LA REPÚBLICA

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