Palabras de color y colores que hablan / Siempre


Chiapas es, desde tiempos memoriales, tierra de imágenes hechas palabras. Tierra de emociones que se plasman con ritmo y métrica. Chiapas es, desde siempre, lugar de poetas.

Chiapas tiene a Noquis Cancino con su colosal Canto a Chiapas; Chiapas tiene a Efraín Bartolomé con su Fuego en voz alta para encender la primavera y sus cantos al Valle de Ocosingo.

Y por supuesto, Chiapas es tierra también de Jaime Sabines, su Tía Chofi, sus Amorosos, su Mayor Sabines y su Luna que se toma a cucharadas, y de dosis que han de ser precisas y controladas.

La fuerte tradición poética chiapaneca tiene además, y ese es el planteamiento central en esta entrega de Selva Sonora, un complemento igual de importante aunque por mucho, menos conocido en su tradición de expresión plástica.

En el sur de México germinó, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la mitad del XX, una generación de artistas plásticos como Manuel Suasnavar, César Corzo, Ramiro Jiménez Pozo, Franco Lázaro, Ramiro Jiménez, Héctor Ventura, Luis Alaminos, Carlos Jurado, Oscar Vázquez, Rafael Araujo y Sebastián Santiz. De ellos hablaré en una entrega posterior, porque hoy quiero referirme a los hijos de esta primera generación de la Plástica de la Selva.

En un esfuerzo memorable de reunir a los máximos representantes de la plástica contemporánea chiapaneca, se presenta en la Casa de la Cultura Luis Alaminos, la exposición colectiva “Imagen próxima, 16 creadores en el Tuxtla contemporáneo”.

El propósito de este encuentro de talentos y creatividades es recobrar el espíritu de la obra contemporánea chiapaneca presentando el trabajo de 16 artistas, exponentes de la pintura, fotografía e instalación, reunidos para mostrar el trabajo de una generación considerada sucesora del Ateneo de Chiapas, y que forjó el movimiento artístico contemporáneo en Chiapas desde la última parte del siglo pasado.

En “Imagen próxima” participan Ramón Alonso de Dios, Manuel Cunjamá, Nacho Chincoya, Robie Espinoza, Moisés Franco, Hugo Huitzi, Ramiro Jiménez Chacón, Roberto Molina, Lucy Ovilla, Gabriel Pinto, Ninfa Torres, Manuel Velázquez, Aarón Vite y Masha Zepeda como creadores consolidados. Además, se incluyen trabajos de artistas emergentes jóvenes como Roberto Molina, Luz Martínez, Evelon Tormenta, Claudia López Terroso y Vicente Mesinas.

Todos de amplia trayectoria y de talento excepcional. Difícil decir de ellos algo que no se haya comentado ya. Acaso puedo mencionar, tal vez por la amistad de tiempo atrás, los casos de Masha Zepeda, quien convierte su herencia familiar de palabras, en colores y trazos, dueña además de un nombre que habla también de una historia personal que define y amplía horizontes y que ofrece una muestra sutil y breve. Una instalación de minimalismo contundente y lúdico.

O qué decir de Hugo Huitzi, que toma su nombre de origen, Huitzilopochtli, y cual trazo plástico lo acorta, lo moldea, y lo refresca para reflejar su nombre en su obra, en una mezcla urbana, luminosa, localista y al tiempo, global.

Está también el trabajo de Aarón Vite, creador en la más amplia extensión, hombre de teatro y diseñador multimedia, que presenta una combinación de arte pop chiapaneco, montada en un mosaico de técnica mixta de estupenda factura titulado “Crónica de nueve piezas”

Y por supuesto el Maestro Nacho Chincoya, creador extraordinario que presenta “Y entonces descubrí el territorio de arenas movedizas”, un óleo sobre tela que remite a obras clásicas pero que rompe el equilibrio al agregar a las figuras humanas expresiones inesperadas y aparentemente inconexas y que convierte su cuadro en instalación al poner al pie de la misma un cocodrilo inflable que tal vez alude, no lo sé, a los reales que nadan todavía en el Cañón del Sumidero, máximo símbolo del arte con el que la naturaleza bendijo a esta tierra.

Senador de la República por Chiapas

@zoerobledo