México: fracaso económico y social / La Crónica de Hoy


En los últimos días, diversos organismos e instituciones —destacadamente el Coneval— difundieron indicadores y análisis que exponen un panorama desolador sobre la situación socioeconómica del país.
La tasa anualizada del crecimiento económico es de 1.6%, menos de la mitad del crecimiento proyectado y por debajo del promedio de las últimas tres décadas.
La pobreza extrema alcanza el 56.48% de la población; incrementó un 2.43%, pues en 2012 era 54.05%. La pobreza salarial pasó de 46.87 millones a 50.59 millones; aumentó 3.72 millones. La población que no adquiere la canasta básica alimentaria pasó de 40% a 42.3%. La clase media se redujo en 1.36%.
Al cuarto trimestre del 2014, los ocupados que recibían ingresos superiores a tres salarios mínimos se redujeron en 3.1 millones de personas, mientras que los ocupados con ingresos de hasta tres salarios aumentaron en 5.4 millones, lo que refleja claramente un menor ingreso de la población ocupada.
En 2014, el ingreso corriente total de los hogares se redujo en 3.2%, de manera que el ingreso monetario se contrajo en 1.9 % y el no monetario en 7.9%; se ubican 14.7% por debajo que antes de la crisis.
El 64.2% de los hogares gana menos de dos salarios mínimos y concentra el 20% de los ingresos totales. En contraste, el 7% registró más de seis salarios mínimos y concentra casi el 40% de la riqueza total.
Según la ENIGH, en 2014, el gasto corriente de los hogares se contrajo en 3.7%. Así, actualmente hay una menor capacidad de compra que se refleja en un menor dinamismo del consumo, de manera que el ritmo de crecimiento del PIB será limitado.
Sin duda, estamos ante una bancarrota macroeconómica, social y humanitaria. Tres décadas de un modelo de desarrollo fallido  que ha generado decenas de reformas estructurales neoliberales signadas por un sometimiento pleno a la economía norteamericana.
En la misma lógica, Enrique Peña Nieto engañó a los mexicanos con el supuesto éxito de las reformas estructurales, pues los datos estadísticos indican claramente que retrocedemos en el periodo 2012-2015.
No hay la inversión prometida: el fracaso de la Ronda Uno es sólo un ejemplo. La productividad supuestamente se incrementa, pero no hay generación de empleos dignos, los salarios se deterioran y la pobreza crece; el mercado y la economía interna se debilitan cada vez más.
A ello se agrega el deterioro de la credibilidad de un gobierno humillado por la fuga de El Chapo, el delincuente “ranchero analfabeta” más perverso y poderoso del mundo, evidenciando la debilidad del Estado nacional, la credibilidad del gobierno federal y la crisis del régimen político.
Ello afectará la clasificación de México como un país confiable y viable para la inversión y el desarrollo productivo.
Ante este escenario es imprescindible adoptar medidas urgentes, tales como:
• Que el Banco de México amplíe su marco de actuación para fomentar el desarrollo económico y social, y no sólo para manipular la inflación.
• Propiciar que la Banca de Desarrollo unificada sea un instrumento sólido, transparente, eficaz y eficiente para el impulso de la economía social y solidaria.
• Impulsar cambios legislativos y de políticas públicas que fomenten una nueva forma de realización de la producción, el intercambio y el consumo de mercancías, bienes y servicios, a través de la economía social y solidaria.
• Establecer el Ingreso Básico Ciudadano para garantizar la igualdad en la distribución de la riqueza e impulsar el consumo y, por tanto, la economía interna. Ello implica eliminar totalmente los programas asistenciales, clientelistas y corporativos que, de acuerdo con los indicadores arriba señalados, no han tenido ningún beneficio positivo para el país.
• Incrementar los tributos de las grandes empresas y los oligopolios financieros.
No sólo el populismo es dañino para el futuro del país, también lo es aferrarse a un neoliberalismo fracasado. México necesita replantear sus opciones sin ataduras ideológicas, mirando su realidad sin espejismos para construir un futuro posible y mejor para todos.

Senador de la República (PRD)