Populismo y los enemigos de México / Siempre


Ante el escenario político existente, expuesto desde el pasado fin de semana, sobre el populismo y los enemigos de México exponemos las siguientes reflexiones.

 

Para iniciar, el Presidente de la República es el Jefe del Estado mexicano y lo respetamos como tal. Así lo establece la Constitución y nuestras leyes. Lejos de las visiones centralistas del poder que consideran cualquier observación o crítica debilitan al gobierno, considero que son necesarios los controles democráticos y el intercambio de ideas y planteamientos de la opinión pública.

 

Escrito lo anterior, es importante mencionar que el enemigo de México no es el populismo. El enemigo de nuestro país es la corrupción, la pobreza, la desigualdad, la violación de los derechos humanos. El verdadero riesgo para el país en un futuro inmediato se encuentra en la incapacidad para poner un alto a la corrupción que evidente y lamentablemente ha penetrado a las instituciones de seguridad, de inteligencia y de procuración de justicia del Estado mexicano.

 

Resulta condenable tratar de ubicar un riesgo en donde no existe. No son momentos de desviar la atención hacia la disputa política electoral, que ya inició rumbo a la sucesión del 2018 y ubicar a un contrincante como el enemigo a vencer o como un “peligro para México”, sino son de aplicar acciones para enfrentar, eso sí, a los verdaderos enemigos de nuestro país y de nuestra sociedad. El verdadero riesgo para el país se encuentra en los nichos de impunidad que como parásitos se han incrustado en las cercanías del poder público y financiero.

 

El populismo es una estrategia de disputa política. La mejor forma de combatir al populismo son las acciones, las  políticas públicas que trasciendan la demagogia y la retórica de estas  visiones. México no requiere de mesías, de elegidos o de propuestas que exacerben las divisiones y nos confronten. El populismo mata a la democracia y su único resultado es la desigualdad y la confrontación.

 

Ante el populismo de izquierda debemos construir una izquierda social y democrática.  Construir la unidad entorno a iniciativas que busquen la igualdad, las libertades y los derechos y que coloquen en el centro de la acción política al ciudadano.

 

Cabe mencionar que el populismo no es únicamente una estrategia que se hace desde la oposición. El discurso populista también puede provenir desde el gobierno. Esto ocurre cuando las políticas públicas tienen como objetivo, como dice el dicho popular, “taparle el ojo al macho”; es decir, que de manera intencional desde el poder se exacerban las acción del gobierno, con el propósito de presentarse como el salvador del pueblo y como única opción para su desarrollo.

 

El populismo desde el gobierno ha sido uno de los principales problemas de México, porque fácilmente se convierte en demagogia y lo que resulta una forma de encubrimiento de actos de corrupción y tráfico de influencias.

 

El populismo desde el gobierno adquiere formas como la de la “cruzada contra el hambre”, como se le denominó, pero que a la vuelta de casi tres años y de acuerdo a los resultados más recientes presentados por el CONEVAL, este programa no sólo fracaso, sino que profundizó la pobreza y la desigualdad.

 

De acuerdo al Consejo, la población en condición de pobreza pasó de 53.3 millones de mexicanos en 2012 a 55.3 millones en 2014, lo que representa 46.2% de la población mexicana.

 

La titular de la Secretaría de Desarrollo Social tuvo que hacer largas explicaciones y cruce de datos para explicar que los datos presentados por el CONEVAL no eran tan graves y que sí se había avanzado en el combate al hambre y a la pobreza.

 

El Presidente de la República debe actuar y hablar como un jefe de Estado y no como el jefe de su partido político. Cada partido tiene sus formas,  sus tiempos y sus modos. Esto lo respetamos, lo que resulta no recomendable es que el titular del Poder Ejecutivo asuma un discurso y una posición estrictamente partidaria justo en los momentos en que el país requiere de planteamientos de Estado y de acciones que involucren a todo el aparato gubernamental.

 

Son signos de nuestro atraso, muestras de una cultura política desfasada de la realidad, las actitudes cortesanas en las que todavía está envuelto el Presidente de la República. Las salutaciones, las reverencias, los gestos, los acomodos de servidores públicos y líderes partidarios en torno al Presidente de la República expresan nuestro rezago frente a otras naciones que han podido evolucionar en su cultura política.

 

Desde una visión de Estado, rumbo a la segunda mitad de este gobierno y como prioridades de la agenda legislativa para el próximo periodo ordinario de sesiones, consolidemos los cambios en materia de combate a la corrupción, transparencia y seguridad; así como la integración de un paquete económico que si bien sea diferente al actual modelo, también se aleje de las visiones clientelares y corporativas que por desgracia han caracterizado a nuestra política social.

XXX Twitter @MBarbosaMX