- Trump demostró que quizá sea un empresario exitoso, pero no es un político. Su discurso puede serle útil para posicionarse, pero lo condenó ya a perder la Presidencia.
Una de las principales cualidades que debe ostentar un político es la capacidad para construir acuerdos y consensos. La política más exitosa es aquella que suma.
Donald Trump demostró con sus dichos que quizá sea un empresario exitoso, quizá sea un personaje carismático (a su manera) o un individuo que sabe aprovechar una herramienta fundamental que son los medios de comunicación, sin embargo no es un político profesional.
Sus declaraciones no son obra de la casualidad; responden a su necesidad de convertirse en referente al interior del Partido Republicano, donde compite con una veintena de candidatos. Responde también al discurso antiinmigrante, radical y poco tolerante de muchos ciudadanos estadounidenses que se identifican con los republicanos precisamente por su plataforma de oposición a la reforma migratoria.
Sus dichos indigna por el grado de ofensa al pueblo de México, revelan su profunda ignorancia y contravienen la naturaleza misma de la Unión Americana que nació a raíz de migraciones. Pero a pesar de la molestia generada en América Latina, de la cancelación de contratos con sus empresas, de la negativa de distintos países a participar en el concurso Miss Universo e, incluso, de las descalificaciones de personajes destacados en Estados Unidos, hoy Donald Trump está a la cabeza de las preferencias de los republicanos en dos encuestas serias.
Quizá éstas manifiestan que sus declaraciones han incrementado su popularidad, pero lo que dicen es que el voto de los latinos ya es decisivo en la carrera presidencial; más de 23 millones de ciudadanos latinos se encuentran en edad de votar; en 2012 participaron 11 millones.
Donald Trump, sin duda se equivoca en la estrategia. En el corto plazo su discurso xenófobo puede serle útil para posicionarse, pero sus dichos podrían haberle condenado ya a perder la Presidencia.
