Intervención en tribuna de Senadora Dolores Padierna Luna para fijar postura a favor de la Reforma Política del DF


VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN EN TRIBUNA DE LA VICECOORDINADORA DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD EN EL SENADO, DOLORES PADIERNA LUNA PARA FIJAR POSTURA A FAVOR DE LA REFORMA POLÍTICA DEL DISTRITO FEDERAL.

 

Sen. Dolores Padierna Luna:  Ciudadanas y ciudadanos senadores; el día de hoy el Senado de la República salda –aunque parcialmente– una deuda histórica con los habitantes de la Ciudad de México.

 

Las fuerzas políticas representadas en este Senado de la República habíamos demorado injustificadamente el compromiso de reconocer derechos plenos a los ciudadanos de la capital de la República. No había ninguna razón que justificara una falta que sólo evidenciaba que la voluntad política de algunos para consolidar la democracia no es del todo genuina.

 

De aprobarse el proyecto de reformas que se presentan a esta soberanía, la capital de la República logrará su autonomía política y administrativa.

 

La Ciudad de México se igualará en derechos con el resto de los estados del país, al tiempo que se mantiene como la capital de todas y todos los mexicanos, como el corazón de nuestro gran país.

 

El lugar común dice que los capitalinos han alcanzado la mayoría de edad política; nada más falso. Los habitantes de la Ciudad de México nunca hemos dejado de ser mayores de edad políticamente hablando, pero nos topamos siempre con la mezquindad y el talante autoritario de quienes han estado en los más altos cargos del país, que siempre negaron, por temor o por cálculo político, una reforma de elemental justicia y vital para la democracia mexicana.

 

En estos tiempos oscuros que sufre nuestro país, en esta época que los aires autoritarios soplan nuevamente, la aprobación de la Reforma Política de la Ciudad de México, con el acuerdo y el concurso de todas las fuerzas políticas es un buen mensaje para el conjunto del país, y obviamente, para las y los capitalinos.

 

Esta tribuna ha sido el escenario de múltiples debates, de apasionadas polémicas en torno a los grandes temas de la agenda nacional, es hoy el escenario de acuerdos y consensos como lo prueba esta reforma. Por ello, debe reconocerse la voluntad y el trabajo de todas y todos.

 

La Reforma Política de la Ciudad de México es pieza esencial del programa político del PRD, es un enorme compromiso que tenemos con los habitantes de esta hermosa, generosa y gran ciudad y vamos a cumplir porque esta  reforma es un avance de la mayor importancia, aunque sea dentro de la gradualidad tortuguista que lleva casi dos siglos.

 

Derechos plenos, legitimidad política, autonomía política, eficacia administrativa, todos estos conceptos están contenidos en el espíritu y en la letra de esta reforma.

 

Así, la Ciudad de México se mantendrá como la capital de la nación, sede de los poderes federales, lo cual será reconocido no sólo en términos constitucionales, sino también para efectos presupuestales por la Cámara de Diputados y será una obligación legal.

 

La Ciudad de México se convertirá en una entidad federativa, en un estado con autonomía política y administrativa, contará con tres poderes locales, con los órganos autónomos que establece nuestra Carta Magna, con una administración centralizada y con una hacienda unitaria.

 

El jefe de Gobierno tendrá la dirección de las instituciones de seguridad pública de la Ciudad y, por tanto, la facultad de nombrar y remover al titular que tenga el mando directo de la fuerza pública. Se creará por mandato constitucional un Consejo de Desarrollo Metropolitano para atender a los estados  vecinos y toda la problemática de la Zona Metropolitana del Valle de México y la Ciudad será parte del poder constituyente del país como se establece en el artículo 135 constitucional.

 

En 1928, Álvaro Obregón desapareció los gobiernos municipales en la Ciudad de México. Han tenido que pasar 87 años para que se restituya la figura de los gobiernos colegiados y electos en la Ciudad a través de la Alcaldías en las demarcaciones territoriales. Tales órganos de gobierno serán integrados por un alcalde y concejales, electos por voto universal y por planillas. Habrá concejales de mayoría y de representación proporcional, en una figura similar a los cabildos de los municipios.

 

La Constitución de la Ciudad de México definirá el número, nombre y extensión territorial de las demarcaciones, además de sus facultades. Por lo pronto, en 2018 se elegirán las Alcaldías a partir de las 16 demarcaciones existentes. No habrá más gobiernos unipersonales en las delegaciones, sino órganos colegiados en las alcaldías, además de representación de las fuerzas políticas con presencia en los territorios de la ciudad. Se permitirá la reelección por un solo periodo consecutivo a partir de la elección de 2018.

 

Contará a más tardar el 31 de enero de 2017 con su constitución local, una vez que en junio de 2016, las y los ciudadanos elijan a las y los diputados del Congreso Constituyente que será instalado el 5 de septiembre de ese año.

 

Los artículos transitorios de la reforma definen la integración  y los tiempos para la elección y el trabajo del Congreso Constituyente. El Congreso Constituyente tendría una composición de 100 legisladoras y legisladores,  60 serán electos por la ciudadanía, pero se propone, y ello es lo que ensombrece un día que debería ser de fiesta, que 40 constituyentes sean designados: 14 por la Cámara de Diputados, 14 por el Senado, seis por el Jefe de Gobierno y seis por el Presidente de la República.

 

Esa sola idea de que existan diputados por designación es negar los más elementales principios democráticos en aras de objetivos inmediatos y constituye una desgracia para todo sistema político.

 

La soberanía radica en el pueblo, el pueblo de la Ciudad de México debe elegir libremente sus representantes. Designar representantes carece de sustento legal y político y  además es un acto antidemocrático.

 

Designar y no elegir al 40 por ciento de los constituyentes es un retroceso, por más que solo una parte de quienes designen hayan sido electos por el pueblo, me refiero a la Cámara de Diputados  y Senadores. La designación equivale a una elección de segundo grado; es a leguas una regresión en términos de derechos políticos y civiles que opaca, ensombrece los importantes avances.

 

Aun con los avances que contiene esta reforma, a pesar de que nos coloca en la ruta deseada, debemos lamentar que persistan los reflejos autoritarios que pretenden regatear conquistas largamente anheladas por las y los capitalinos.

 

La resistencia que se expresa en la propuesta de designar a una importante proporción de los constituyentes camina en sentido contrario al otorgamiento de derechos plenos a la Ciudad de México y sus habitantes.

 

La tutela y el centralismo no tienen lugar en una verdadera democracia. La Ciudad de México es el epicentro de la vida política, económica y cultural de toda la nación; este territorio cuenta, orgullosamente, con una porción importante de la ciudadanía que es crítica, activa, progresista y libertaria, es la más libertaria, la más progresista del país, que no van a permitir que sus derechos sean escamoteados, que se quiere ganar en los acuerdos cupulares lo que no se puede conquistar en las urnas.

 

La reforma integral del Estado mexicano estará mocha mientras no se concrete una reforma política que dote a la Ciudad de México de una Constitución propia que permita a sus ciudadanos ejercer plenamente sus derechos democráticos, comenzando por la elección de los representantes populares que redactarán la máxima norma local.

 

Si tenemos que dar esta discusión es porque México no termina por consolidar un sistema genuinamente democrático.

 

Las visiones autoritarias se empeñan en echar atrás el reloj de la historia para fortalecer el presidencialismo, el centralismo, el verticalismo y empujan contra los reclamos democráticos de vastos sectores sociales, de las fuerzas progresistas y democráticas de la Ciudad de México.

 

La efectiva democratización de México seguirá siendo un gran tema pendiente en tanto continúen las resistencias a la democracia directa. Estamos en falta mientras persistan el abuso del poder o el uso de la información y la vía judicial para ensuciar y sacar de la contienda a adversarios políticos; mientras, como sucede ahora, el gobierno y algunas fuerzas políticas pretendan afianzarse como los únicos facultados para tomar decisiones y que se convoque a los ciudadanos solamente para legitimar decisiones sin consenso y asumidas por un puñado de personas.

 

Compañeras y compañeros senadores:

 

La Ciudad de México es la ciudad-nación, el lugar donde las transformaciones y los avances del país se dan con intensidad

 

La Ciudad de México es el escenario principal de la gesta estudiantil-popular de 1968, que terminaría por erosionar profundamente los pilares de un sistema hegemónico y autoritario. Diecisiete años después, los habitantes de la Ciudad de México dieron una lección de ciudadanía, de valor y de solidaridad, a un régimen que no tuvo sino torpes balbuceos frente a la tragedia en el sismo de 1985.

 

Pero en 1988, la capital del país fue el epicentro de una contienda que cambiaría para siempre el mapa político y electoral del país. En todos estos hechos y muchos más, todos de trascendencia histórica, la Ciudad de México ha estado siempre en primerísima fila.

 

Así fue en 1996, cuando se conquistó la reforma que permitió la elección por voto directo del Jefe de Gobierno y los jefes delegaciones y que convirtió a la Asamblea en un órgano legislativo real. En 1997, la mayoría ciudadana decidió que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas fuese el primer Jefe de Gobierno electo y, desde entonces, las y los ciudadanos han marcado claramente su visión democrática y progresista y de plenos derechos.

 

Ninguno de los logros podrá ser borrado, así se impongan los diputados constituyentes  a dedo, tarde o temprano, como lo ha hecho en otros vitales momentos históricos, la población de esta gran ciudad dará una lección a quienes pretendan achicar sus derechos y sus libertades democráticas.

 

¡Que vivan los derechos plenos para los habitantes de la capital!

 

¡Que viva la Ciudad de México!

 

¡Que vivan las fuerzas democráticas y progresistas de la Ciudad de México!

Gracias.

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