Del éxito o fracaso del combate a la corrupción depende el destino de democracia, sostiene Mario Delgado


Intervención en tribuna del Senador Mario Delgado Carrillo, del Grupo Parlamentario del PRD, para hablar en lo general a favor de la minuta con proyecto de decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de combate a la corrupción.

 

Mario Delgado Carrillo, (MDC): Buenas tardes compañeros, compañeras:

 

El combate a la corrupción es la batalla más importante en nuestro país, y de su éxito o fracaso depende el destino de nuestra democracia.

 

No es el problema del comportamiento de funcionarios públicos o de algún partido político o de algún grupo de políticos, estamos ante un asunto de mayores dimensiones que ha terminado por trastocar la convivencia de toda nuestra sociedad y ha llevado a la descalificación generalizada de toda la clase política, de la clase política en su conjunto.

 

Decía André Glucksmann, un pensador francés, que si el combate en el siglo XX había sido entre democracia y totalitarismo, en el siglo XXI el antagonismo es entre democracia y corrupción. Nada más cierto para nuestro país.

 

El hartazgo, la indignación y el enojo de la ciudadanía tienen que ver con que la corrupción se ha convertido en la regla y el valor dominante en la política; la impunidad, el engaño y el abuso de los recursos públicos es el espectáculo cotidiano de la política.

 

En Brasil y Chile la percepción de que sus respectivas mandatarias permitieron actos de corrupción tiene actualmente a la gente en la calle al borde de una crisis política a estos gobiernos.

 

El cáncer de la corrupción y sus múltiples metástasis en México, tiene en etapa terminal a nuestra democracia.

 

¿Cómo se va a canalizar esta indignación en nuestro país?

 

¿Les podemos pedir paciencia a los ciudadanos?

 

¿Cómo explicarle que lo de hoy es un avance, pero no suficiente, que no veremos cambios en el corto plazo en nuestra realidad?

 

He escuchado varias participaciones, casi todas las participaciones de mis compañeros, y lo que se tiene son diversos matices sobre cómo calificar la reforma que se aprueba el día de hoy.

 

Hay quienes desde un punto de vista teórico y académico presentan este dictamen como un avance en relación a la situación actual, aceptando que es insuficiente, pero que es un avance al fin.

 

Sin embargo cuando se evalúa esta teoría, estos avances teóricos, con nuestra indignante realidad los avances se empequeñecen.

 

Hay quienes desde la autocomplacencia, dicen, que hay que felicitarnos por el esfuerzo, que para un país con una cultura de corrupción como el nuestro, es un avance, que debemos aceptar esto o nada.,

 

A mí me parece que en la lucha contra la corrupción, así como la lucha por la justicia no hay puntos intermedios y no se puede aceptar la tibieza, porque se termina siendo funcional para permitir que exista un sistema político corrupto.

 

El aceptar avances a medias es validar que nuestra democracia y nuestro sistema de partidos no funciona para hacer los cambios que nuestro país necesita, y que no funciona para terminar con la corrupción.

 

Decía Martin Luther King que no temía al grito de los corruptos, sino al silencio de los honestos.

 

Entiendo la complejidad de avanzar en un sistema permeado por la corrupción, incluso donde la alternancia democrática no funcionó para cambiar la corrupción dentro del sistema político; es como pedir al sistema político que haga un suicidio.

 

Esta reforma claramente es insuficiente y no podemos pretender que la ciudadanía vaya a celebrar o a entender siquiera este avance, lo que vamos a hacer es abonar al desánimo y al desencanto, refrendarles que la democracia no cambiará a este país; no debemos aceptar a la corrupción como si fuera una plaga bíblica.

 

La corrupción es un problema de incentivos, y la corrupción se combate como se barren las escaleras, de arriba para abajo.

 

Si no iniciamos desde la cabeza, si el Presidente de la República no puede ser juzgado por corrupción, nada va a cambiar.

 

Quisiera poner un ejemplo, ¿si lo que hoy se aprueba hubiera sido aprobado hace un par de años, hubiera cambiado el tema de la Casa Blanca? En lo absoluto.

 

Se hubiera podido dar exactamente igual el caso de la Casa Blanca, porque no hay la obligación de hacer pública la declaración de intereses.

 

La única manera de combatir de raíz el problema de la corrupción, es combatirla radicalmente.

 

Tenemos que lograr la integridad del sistema político, y en México si no logramos un avance sustancial, si nos conformamos con avances intermedios la gente no nos va a esperar.

 

¿Sería capaz, por ejemplo, el actual gobierno a abjurar contra la cultura política de su comunidad de origen, de Atlacomulco? Estamos seguros que no.

 

Si se aprueban el día de hoy estas modificaciones seguiremos viendo el espectáculo de la corrupción como la regla en la política mexicana; lo que hace falta es cambiar desde la cabeza, que el Presidente de la República no esté protegido por el fuero constitucional para ser juzgado por actos de corrupción.

 

Muchas gracias.

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