El Senado debe preguntarse si la Constitución responde a las necesidades de nuestro tiempo: Benjamín Robles


Intervención en tribuna del senador Benjamín Robles Montoya, del Grupo Parlamentario del PRD, para referirse a la conmemoración de la promulgación de la Constitución Política de México.

 

Benjamín Robles Montoya, (BRM): Muchas gracias, senador presidente; compañeras, compañeros senadores.

 

A pesar, a pesar de la naturaleza conmemorativa de este día en que sin duda recordamos un hecho histórico y fundamental para nuestro país; a pesar también de que hoy en numerosas plazas de la República serán recreados los actos del Constituyente del 17’ y se hablará sin duda de las disputas y debates del Congreso; y a pesar también de que biografías y pasajes se redimirán merecidamente con pasión y nostalgia, permítanme compañeras, compañeros senadores, no hablar en esta ocasión de la historia y del pasado, sino del presente y de la realidad de nuestro país.

 

Lo hago, senador presidente, compañeras y compañeros, porque creo en el valor de la historia y en la memoria y porque estoy convencido de que ese valor se expresa en conocimiento heredado, en cultura transmitida entre generaciones, en experiencia social, en una trayectoria colectiva que compartimos y que nos ha traído hasta aquí, a este presente que sin duda nos exige, como en ningún otro momento de nuestro trayecto como nación, madurez: madurez como personas, madurez como representantes populares, madurez como pueblo.

 

En esta tesitura, este Senado de la República tiene hoy la responsabilidad de preguntarse si la Constitución vigente, este pacto fundamental y sustantivo para México, responde a las necesidades de nuestro tiempo, o bien, si es necesario renovarlo y adecuarlo para que su letra sea, precisamente, parte de la vida cotidiana de las personas y no sólo instrumento de abogados y jueces, de letrados y de legisladores.

 

Yo creo, compañeras y compañeros, en una Constitución que sea conocida, que sea difundida, hecha propia por el pueblo, por los hombres y las mujeres de la patria.

 

Y yo pregunto, respetados senadores, amigas, respetadas senadoras de la República, yo les pregunto si ustedes creen que nuestra Carta Magna es hoy un documento de uso diario de los campesinos, de uso diario de las mujeres trabajadoras, de los empresarios, si sus intereses y sus inquietudes están hoy vigentes en su articulado. Y más aún pregunto si están de acuerdo con las circunstancias que impone la modernidad hoy en día.

 

Ninguna sociedad y ninguna particularmente sacralidad es justificada para sostener que la Constitución debe ser perene e inamovible.

 

Algunos dirán que esos procedimientos de reforma o de modificación están ya contemplados en el propio texto constitucional, pero este mensaje, compañeras y compañeros, no es sólo de carácter procesal o jurídico, sino es fundamentalmente social y político.

 

Yo estoy por una Constitución que garantice no sólo los derechos sociales, sino que propenda a su efectividad, es decir, que no sólo garantice en materia de justicia el debido proceso, sino también que sea inspiración para, y que sea instrumento para fortalecer la seguridad y la confianza de los ciudadanos.

 

Yo creo, senador presidente, que una Constitución, y creo en una Constitución que limite el poder público, pero al mismo tiempo que establezca una ética en los hechos para el ejercicio de la autoridad.

 

Ya Miguel Carbonell nos recuerda certeramente a Manuel Aragón cuando afirma que la idea de Constitución implica la idea de limitación. Si la comunidad política ha de persistir en que es imprescindible que el poder tenga al menos la limitación mínima de no alcanzar a destruirla.

 

Si la comunidad política ha de persistir en una determinada forma política, ésta será también un límite infranqueable para el poder.

 

Yo estoy por lo tanto, compañeras y compañeros, por una Constitución que atienda el nuevo tiempo que vivimos, donde el poder se haya transformado por completo y la comunidad es mucho más, hoy, que sea mucho más abierta y conocedora, estoy seguro que está ávida de garantías pero también de oportunidades.

 

La Constitución, amigas y amigos míos, es la expresión del país y por esta razón, afirmo que México tiene ya una voz más robusta que aquella de principios del siglo XX que ha superado y, sin duda, sigue superando numerosos obstáculos y que estamos sin duda hoy, mejor equipados para fundar hogares con mayor bienestar, personas con derechos efectivos, instituciones cuya honestidad sea infranqueable y sin duda, también un Estado cuya soberanía no sólo se declare, no sólo se declare sino que se gane en los hechos.

 

Estoy seguro, senadoras y senadores, y con esto concluyo senador presidente, que conmemoramos hoy nuestra Carta Magna, pero también, sobre todo conmemoramos la inteligencia y el pensamiento del pueblo de México; conmemoramos la Constitución y con ello también conmemoramos la oportunidad de cambiar a México.

 

Muchísimas gracias a todas y a todos por su atención.