Hoy la clase política requiere una nueva fuente de legitimidad que la acerque a la ciudadanía y recupere su confianza: Zoé Robledo


Discurso pronunciado por el senador Zoé Robledo, del Grupo Parlamentario del PRD, durante la presentación de la campaña denominada #3De3, la cual busca que todos los servidores públicos de los tres órdenes de gobierno, presenten de manera pública: declaración patrimonial, intereses e impuestos.

 

Zoé Robledo A., (ZRA): Muy buenos días a todos y a todas, a los amigos de los medios de comunicación.

Quiero agradecer de manera muy particular y especial, la presencia hoy aquí de dos amigos y dos referentes de nuestra vida pública en temas de transparencia, que son Eduardo Bohorquez, de Transparencia Mexicana; y Juan Pardinas, del IMCO. Muchas gracias, de verdad.

 

Por supuesto a mi compañera senadora Laura Rojas; a mi compañero legislador, el diputado Fernando Belaunzarán; y agradecer también a invitados que hoy acuden con nosotros, al licenciado Gerardo Gutiérrez Candiani, muchas gracias Gerardo, por tu presencia. Al licenciado José Carral Escalera; licenciado Ángel Trinidad Saldívar; y al licenciado Luis Wolder.

 

Muchas gracias a todos ustedes por estar hoy aquí esta mañana en el Senado de la República.

 

Alfonso Cuarón, a ver si se acuerdan, en su película “Los niños del hombre”, imaginó un mundo en que la gente dejaba de nacer. José Saramago, en su novela “Las intermitencias de la muerte”, propuso lo contrario: un mundo en el que la gente dejaba de morir.

 

Antes que ellos dos, Ray Bradbury ya había creado la pesadilla de un mundo donde los libros eran tan peligrosos que había que quemarlos.

 

Ninguna de estas tres historias, ni un mundo sin nacimientos, ni un mundo sin muerte, ni un mundo sin libros, llevaba a las sociedades a un mejor lugar.

 

Ahora yo les quisiera preguntar, ¿y qué tal un mundo sin políticos?

 

En conversaciones cotidianas, los ciudadanos de todas las clases sociales de diferentes edades en todo nuestro país, piensan en ese escenario, en un escenario en el que desaparecen todos los políticos. Y lo imaginan como la solución a sus problemas.

 

Yo no creo en esa propuesta: yo creo en la dinámica creadora de la política; pero ésta sólo puede echarse andar hasta que haya una autocrítica honesta y rigurosa. Y para eso estamos hoy aquí, para plantear primero esta autocrítica; y ésta tiene que ver con lo siguiente:

 

Hoy la legitimidad que tenemos los políticos por los votos que respaldan nuestros cargos, no es suficiente. Hoy se requiere una nueva fuente de legitimidad que nos acerque a los ciudadanos y que recupere su confianza. Hoy es indispensable construir sobre la transparencia.

 

Ya desde el siglo XVIII, los liberales hablaban como uno de los principios rectores del ejercicio del poder, de la máxima publicidad. Bueno, el propio Kant al final de su obra sobre la paz perpetua, establecía la máxima publicidad no sólo como un principio jurídico; sino como un principio moral, la máxima publicidad como mediadora entre la política y la moral.

 

Hoy quiero decirles que no vengo a decirles, como decimos muchas veces los políticos, que estoy convencido: vengo a intentar convencerlos de que no todo está perdido y les propongo que empecemos.

 

Empecemos por hablar distinto de nuestros problemas para así entenderlos de una manera diferente. Sería ingenuo dar una falsa ilusión de certeza y aparentar que todo está bajo control, porque eso no es cierto.

 

Desordenadas nuestras fuerzas políticas, desencantada nuestra sociedad civil, cansados y hartos los ciudadanos, poco parece poder hacer la política en estos momentos.

 

Sin embargo, la democracia es un juego de incertidumbres y éstas siempre representan la oportunidad de hacer algo nuevo. Por eso las medidas que hoy proponemos son una forma de decir a los ciudadanos que los estamos escuchando, que la política todavía puede ser sensible a sus demandas, que hay una forma de hacer política que valore el acto de escuchar como la única forma de poder empatar las acciones de los políticos con las aspiraciones de la sociedad.

 

El pasado 15 de diciembre, durante la entrega de la Medalla Belisario Domínguez, propuse que hiciéramos un compromiso claro por la transparencia y en contra de los privilegios. #3De3, tres declaraciones y un compromiso:

 

La declaración patrimonial en versión pública y sin reservas; las declaraciones, las declaraciones de pago de impuestos y la declaración de intereses; y sobre este último tema, la declaración de intereses, el compromiso de legislar sobre la materia.

 

A final de cuentas, tanto la legislación como la voluntad política son hoy necesarias. Cuando no hay andamiaje legal, la voluntad puede servir, pero cuando no hay voluntad, se necesita del andamiaje.

 

Sé muy bien que no soy el único y que tampoco fui el primero en trabajar esta agenda, por eso están hoy ellos aquí. Por eso está aquí Juan Pardinas del Instituto Mexicano de la Competitividad, por eso está aquí Eduardo Bojórquez de Transparencia Mexicana, por eso están aquí Laura Rojas y Fernando Belaunzarán, porque juntos empezamos este año y terminamos este mes diseñando y construyendo un formato accesible, homogéneo y abierto sobre la declaración de intereses.

 

Ayer, el Presidente Enrique Peña Nieto, reconoció la falta de instrumentos normativos para determinar con claridad cómo declarar posibles conflictos de interés.

 

Bueno, hoy de eso se trata este ejercicio, de decir cómo. Cómo lo hacen en otras democracias; cómo logramos un formato que cumpla con las mejores prácticas internacionales; cómo demostramos a otros compañeros legisladores que sí es posible hoy hacer una declaración de intereses en México; cómo, con estas acciones, garantizamos que con leyes y políticas públicas efectivas la toma de decisiones gubernamentales no será vulnerada por intereses privados.

 

¿Cómo? Así. Así como la hemos planteado en este formato que ahora podrán todos ustedes ver.

 

Por eso, amigas y amigos, quiero enfatizar, la transparencia en una democracia es necesaria, pero más transparencia entre los políticos es posible.

 

Por eso me sumo a quienes ven en un Sistema Nacional Anticorrupción una parte de la solución. Pero también quiero advertir, esta es una parte, la otra, la que cierra la brecha entre la ley en los libros y la ley en los hechos está justamente en todos nosotros, en la clase política.

 

Ningún andamiaje legal de combate a la corrupción dará buenos resultados si seguimos con los mismos hábitos, los mismos criterios, las mismas prácticas y las mismas conductas.

 

Para ello, necesitamos en la reforma al régimen de responsabilidades de los servidores públicos incorporar tres elementos esenciales: la obligación de presentar la declaración de intereses por ley, crear comités de ética externos y especializados encargados de analizar los potenciales conflictos de interés y determinar que ante cualquier duda sobre la existencia de un posible conflicto de interés sea este comité de ética respectivo el que valore y determine si existe o no.

 

Si no empezamos por estas bases, estaremos construyendo un edificio sin cimientos.

 

Presentar sin publicar sin reserva las tres declaraciones es un primer gran paso para reconstruir la brújula ética que guía el barco de la política.

 

Con dirección y con rumbo, estoy seguro que habrá más personas que decidan subirse en este barco y confíen en que llegará a un buen puerto.

 

Ojalá en algunos años, quienes estamos aquí hoy esta mañana, podamos reunirnos, volver la mirada y recordar que fuimos partícipes del momento en que la llave para entrar, para participar y para permanecer en la política en nuestro país cambió y que esa llave hoy se llama transparencia.

 

Planteamos al inicio un mundo sin políticos. Yo prefiero imaginar un mundo y un país con políticos honestos, que no simulen y que tengan sólo un interés: el interés popular. A ese mundo, a ese México, a esa clase política, nosotros les hacemos la invitación: empecemos ya.

 

Creo que con el paso que estamos dando el día de hoy ya empezamos.

 

Muchas gracias.