Aunque el anuncio es positivo debido a las condiciones económicas que atraviesa nuestro país resulta necesario establecer una medida de esta naturaleza; sin embargo, el encontrarnos en esta posición es consecuencia de las malas decisiones que se han tomado desde el Gobierno Federal.
Durante los dos primeros años de la presente administración, el Gobierno ha puesto sus esperanzas en las que llamó reformas estructurales; sin embargo, ninguna de ellas parece estar dando resultados. La reforma laboral no ha generado los empleos esperados, ni ha mejorado el nivel de ingresos de los trabajadores.
La reforma financiera no ha logrado ninguna mejora en los servicios bancarios, ni ha reducido las tasas de interés que pagamos todos los mexicanos por nuestro créditos.
Por último, las expectativas de la reforma energética, se esfumaron con la baja en los precios del petróleo, y son ahora PEMEX y CFE quienes mayores ajustes sufrirán para afrontar estas medidas.
No obstante, aunque la medida sea correcta, el recorte al presupuesto en desarrollo social y a los subsidios que otorga el gobierno no lo son. El ajuste al gasto debe ser a los millones de pesos que gasta el gobierno en altos salarios, o en obras faraónicas. Los mexicanos son los que han resentido más esta crisis y a quienes afectarán más estas medidas.
Mientras el Gobierno no genere acciones para contribuir con la economía de los mexicanos, seguiremos viendo como las expectativas de crecimiento seguirán bajando.
