Las próximas elecciones serán sin duda las más importantes de los últimos tiempos, en donde dos elementos en que está sustentado el Estado mexicano serán puestos a prueba: El nuevo diseño electoral generado en virtud de la reforma constitucional que modifica la naturaleza y funciones de la autoridad encargada de llevar a cabo este ejercicio democrático.
En el contexto por el que atraviesa nuestro país, las próximas elecciones serán la prueba de todo el sistema democrático y de partidos.
Es por tal motivo, que las campañas y precampañas no se tratarán únicamente de prometer cosas que creamos que los ciudadanos quieren escuchar. Los partidos políticos y sus candidatos tienen la obligación de generar propuestas serias y que generen soluciones reales ante los grandes problemas que aquejan a nuestro país.
Las precampañas deben estar sustentadas en recuperar la confianza de los ciudadanos en los partidos. Incluso, antes que las campañas, los partidos deben proponer a candidatos que retomen el sentido esencial de la representación ciudadana, candidatos emanados de la sociedad, candidatos que sean sensibles ante las demandas ciudadanas, con trayectorias intachables, con ética y valores, pero sobre todo con vocación de servicio y compromiso con su comunidad.
Nuestro país requiere con urgencia de cambios profundos, así lo demanda la ciudadanía.
Debemos comenzar desde los partidos a generar nuevos esquemas de selección de candidatos, así como de seguimiento a su trabajo para garantizar el cumplimiento de sus compromisos.
Debemos integrar un nuevo esquema de comunicación que vaya más allá de la promoción personal de los precandidatos.
Debemos anteponer la visión y proyecto de Gobierno, mecanismos de evaluación, e incluso, la revocación de mandato si no se cumple todo aquello comprometido durante las precampañas y las campañas.