Propone Mario Delgado incidir en la salud de los consumidores al gravando con un peso por cada 100 gramos de azúcares a las bebidas saborizadas


Intervención en tribuna del senador Mario Delgado Carrillo, del Grupo Parlamentario del PRD, para presentar iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforma el artículo 2° de la Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, en materia de impuesto a las bebidas saborizadas.

 

Mario Delgado Carrillo, (MDC): Muchas gracias, Presidente, con su venia.

 

Compañeras, compañeros,  como ustedes recordarán, el año pasado se aprobó un impuesto a los refrescos que ha tenido un éxito recaudatorio.

 

Pero nuestro país  presenta uno de los niveles de obesidad más importantes en todo el mundo, casi un tercio de los niños y de las niñas padecen obesidad o sobrepeso, solamente nos ganan los Estados Unidos en materia de obesidad general, pero en materia de obesidad infantil no hay quien nos gane en el mundo.

 

Mientras que en los países de la OCDE  los beneficios en salud van propiciando que se alargue su esperanza de vida promedio, en la OCDE los últimos tres años la esperanza de vida ha avanzado de 77.1 a 80.1 años,  en nuestro país la esperanza de vida avanza muy lentamente, incluso en algunos sectores de  población está disminuyendo.

 

Se estima, por ejemplo, que las enfermedades relacionadas con la obesidad  cuestan al país .4 por ciento del PIB, más de 80 mil millones de pesos y en el 2017 puede llegar a 150 mil millones de pesos.

 

Nuestro país también sabemos  que causa de esta obesidad lo provoca el consumo de refrescos, no  es casualidad que seamos el país número 1 en consumo e refrescos en todo el planeta, 163 litros por persona al año es el cálculo que se tiene estimado, y de acuerdo al Instituto Nacional de Salud Pública, el 22 por ciento de las calorías  que consumimos los mexicanos provienen de bebidas azucaradas.

 

El gasto en salud, pues tampoco ha crecido como quisiéramos en México.

 

Gastamos apenas 6 puntos de PIB, la mitad de lo que gastan en promedio los países de la OCDE, casi 10 puntos menos que lo que gasta Estados Unidos.

 

En fin, prácticamente todos los países.

 

Y a pesar de que el presupuesto es comparativamente bajo, pues ya un 7 por ciento se dedica al tema de la obesidad.

 

¿A qué voy con todo esto?

 

El impuesto ha sido muy eficaz en materia recaudatoria, más de 10 mil millones de pesos ha generado al fisco este impuesto demostrando, pues que ha tenido eficacia en la parte fiscal.

 

Pero  no sabemos  todavía, a ciencia cierta, si va a tener un impacto en el consumo de refrescos.

 

Prácticamente toda la argumentación que se dio sobre este impuesto era tratando de generar un beneficio  en salud. Esa fue la principal motivación para establecer  este tributo.

 

Sin embargo de acuerdo al diseño del impuesto cuando se grava por cantidad un peso por litro, como está, pues estamos esperanzados que el efecto precio impacte en la demanda de los consumidores y consuman menos, restrinjan su consumo, pero como no conocemos la elasticidad de la demanda del refresco, pues tenemos efectos todavía inciertos. Por ahí hay una encuesta de mil 500 casos donde tiene resultados   muy favorables, optimistas, pero la verdad es que necesitamos tener más datos duros para poder calcular esa elasticidad y saber si este impuesto está generando una reducción en el consumo.

 

Sin embargo, si no tiene efecto en la demanda, si no hay una reducción, entonces vamos a tener a la vuelta de la esquina un cuestionamiento sobre este impuesto, van a hacer presión toda la industria y decir: “la demanda de refresco sigue igual, en términos de salud seguimos igual” Y eso demuestra que solamente fue un impuesto con fines recaudatorios.

 

Y tenemos que utilizar la política fiscal sí para generar algunos efectos deseables en las condiciones de bienestar y no exclusivamente en el tema recaudatorio.

 

Qué proponemos el día de hoy, aprovechando que está la discusión en la Cámara de Diputados y pedimos que esta iniciativa  se vaya a la Cámara de Diputados donde se está discutiendo el paquete fiscal.

 

Que cambiemos la base, proponemos transformar el actual esquema vigente del impuesto a las bebidas azucaradas, ya descrito por uno relacionado directamente con la cantidad  añadida  de azúcares y edulcorantes nutritivos por litro.

 

¿La idea fundamental cuál es?

 

Incidir en la salud de los consumidores provocando una reacción por parte de la industria en la fabricación  de sus productos.

 

Es decir, si el gravamen es por la cantidad de azúcares qué vamos a provocar, qué estamos seguros que vamos a provocar, una reacción de la industria para producir refrescos menos azucarados, y esto independientemente de la elasticidad de la demanda de consumo  por refresco, pues tiene un impacto en salud. Es decir, si consumen más o consumen menos  refresco los mexicanos, pues van a estar consumiendo refresco con una menor   cantidad de azúcar, y por lo tanto, la política fiscal  estará generando un impacto en salud que es lo deseable y además que fue la motivación  para la existencia de este impuesto.

 

De tal manera que es un cambio muy sencillo, no tiene impacto recaudatorio, alguien podría decir, “no, es que no le podemos mover ahorita, porque perderíamos ingresos muy valiosos que ya se han ganado”.

 

La verdad es que haciendo el cálculo de un peso por cada 100 gramos de azúcares añadidos o edulcorantes por litro más o menos en promedio, la tasa impositiva media esperada sería de 1.2 pesos por litros, al contrario, tendríamos una recaudación adicional.

 

El día de ayer el Subsecretario de Ingresos de Hacienda nos decía en una comparecencia en la Comisión de Hacienda que los recursos recaudados por este impuesto, pues  no se habían podido ejercer para la instalación de bebederos o para destinarlos a probar programas de prevención de la obesidad y la diabetes por distintas circunstancias.

 

El problema del impuesto que tenemos actualmente es para que tenga impacto en salud depende del destino que se le dé a los recursos que se recaudan por esta vía. Si del lado del gasto no se destina a salud vamos a tener un impacto prácticamente nulo.

 

Por eso, estamos proponiendo que se cambie la base de este impuesto y que no tengamos después un reclamo de la industria diciendo que no cambiaron las cosas y sólo se buscó gravar al refresco y provocar un impacto negativo en el bienestar y poder adquisitivo de las familias. Pasaríamos entonces de un impuesto meramente recaudatorio a un impuesto que tenga incidencia en salud en el mediano y largo plazo.

 

Aislar también, independientemente si el gobierno destina estos recursos al tema de salud, estaremos logrando un impacto en salud a partir del cambio que haría la industria, si los refrescos menos azucarados son más baratos seguramente la industria pues lo va hacer. Actualmente qué pasa, que los refrescos con bajo contenido calórico son más caros que los productos estrellas de las refresqueras que tienen un altísimo contenido de azúcares y calóricos, entonces tienen un efecto, una estrategia cruzada de la refresqueras en términos de precios.

 

Entonces con esto pues buscamos rendir, honrar la propuesta que por la cual se avaló este impuesto, que queremos incidir en la salud de los mexicanos en un tema tan grave como la obesidad y otras enfermedades asociadas por la obesidad, como la diabetes y enfermedades cardiovasculares.

 

Entonces si cambiamos de base, con este cambio tan sencillo podríamos garantizar tener un efecto en salud pública.

 

Muchísimas gracias, Presidente.