Todos los ámbitos de gobierno y todos los poderes tienen responsabilidad en Iguala, y no podemos eludirla: Zoé Robledo


Zoé Robledo

Intervención en tribuna del senador Zoé Robledo, del Grupo Parlamentario del PRD, para fijar posicionamiento durante la discusión de la agenda política sobre las desapariciones de estudiantes en Iguala, Guerrero.

 

Zoé Robledo A., (ZRA): Muchas gracias, Senador Presidente.

 

Y ratificando lo que usted acaba de decir, y con respeto a mis compañeras y compañeros senadores, esto no es un debate sobre las incapacidades de doce años del pasado, o las frustraciones de dos años del presente, este es un debate sobre el futuro y es un debate sobre Iguala, y es un debate sobre los jóvenes de nuestro país.

 

Por eso es tan importante y tan grave lo que estamos discutiendo el día de hoy. Iguala de la Independencia es el lugar de la República donde hoy menos se puede hablar de libertad, su raíz náhuatl, “donde serena la noche”, pierde todo su sentido, nunca había estado más lejana de su significado. Iguala, cuna de la Bandera Nacional, nos obliga hoy a repensar el significado del color rojo de nuestro Lábaro Patrio, capital alguna vez de Guerrero, la primera de la historia de ese estado, hoy es la capital del horror de nuestro país.

 

Y no exagero, hay características particulares en este negro episodio que lo ubican en un grado distinto de la tragedia: eran jóvenes, eran pobres, eran hijos de campesinos, eran estudiantes. En cualquier otra parte del mundo democrático al que aspiramos pertenecer ellos hubieran sido objeto de la mayor atención de todos los niveles de gobierno y de todos los poderes del Estado.

 

Ellos, en cualquier otro rincón del mundo al que queremos y aspiramos pertenecer, hubieran sido atendidos para que sus talentos y sus esfuerzos fueran el ancla del futuro de la nación. Pero en Iguala, en México la historia es muy diferente, en Iguala los secuestraron, en Iguala los torturaron, en Iguala los mataron, ¿Por qué? ¿Por qué es esto posible en nuestro país? ¿Por qué las instituciones no son capaces de evitarlo?

 

Luis Hernández Navarro hoy ofrece una respuesta sencilla, pero contundente, porque quienes secuestraron, quienes torturaron, quienes mataron podían hacerlo porque no les costaba absolutamente nada; porque se erigen en la base que ha gobernado ya muchos espacios de nuestro país, y esa base tiene ángulos muy claros: corrupción, impunidad, violencia y complicidad.

 

Como lo mencioné en una de mis intervenciones anteriores, refiriéndonos a los 101 años del asesinato de Belisario Domínguez, los nuevos usurpadores del poder ya no llevan el apellido de Huerta, los nuevos usurpadores los representan el crimen organizado y su inaceptable pretensión de ocupar posiciones de mando, su inaceptable pretensión de decidir el rumbo y el desarrollo de comunidades y sociedades, de hacer y aplicar su propia ley. Fusión y confusión de autoridades con el crimen, fusión y confusión sobre quién es quien debe decidir el futuro de nuestra sociedad.

 

Esa es la mayor amenaza que hoy tenemos a la gobernabilidad, y lo mismo ha ocurrido en Michoacán, como en Jalisco, como en Nuevo León, y en muy diversos puntos de nuestra geografía, como sucede hoy en Guerrero. Si no atajamos esta amenaza, compañeras y compañeros, la amenaza a la propia viabilidad del Estado, si consentimos por acción o por omisión que criminales asciendan en la escala de decisiones públicas lo que ha ocurrido hoy en Iguala será la historia de todos los días.

 

Nuestra solidaridad y apoyo a las familias y a la comunidad de Iguala y la Escuela Normal de Ayotzinapa, nuestra solidaridad por estos condenables hechos; pero hay que ser claros, ellos no esperan nuestra solidaridad, ellos no esperan nuestras condolencias, no es suficiente para ellos, y no debería de ser suficiente para nosotros. A la responsabilidad jurídica de quienes cometieron estos salvajes hechos debe de venir también un minucioso análisis para conocer a los responsables políticos.

 

Hoy, ya lo había dicho, celebramos 101 años del asesinato de Belisario Domínguez. Él pagó con su vida decir la verdad, él pagó con su vida llamar a las cosas por su nombre, y hoy más que nunca es necesario que los senadores y las senadoras sigamos su ejemplo.

 

En esa búsqueda no podemos continuar con este juego de espejos en el que simplemente señalo los errores de mis adversarios, pero omito señalar los de mis correligionarios, o no señalo los errores de mis adversarios para evitar que éstos señalen los míos o los de mis aliados.

 

Además de la impostergable investigación y el castigo que esperan los mexicanos a los responsables, debe venir un delicado trabajo de reconstrucción de la unidad y la cohesión social; de valorar  el papel social y académico de las normales rurales no solo la de Guerrero sino las de todo el país y, sobre todo dejar de criminalizar su lucha reivindicatoria, que nunca más en este país se vuelva a establecer aquel principio que durante los últimos años se convirtió en regla, en la que toda víctima es sospechosa de su propia muerte, porque así es más fácil olvidarse de ella.

 

Este crimen sin duda debe de ser la más poderosa advertencia de que nos queda poco tiempo, todos los ámbitos de gobierno tienen responsabilidad en Iguala, todos los poderes tenemos responsabilidad en Iguala y no podemos eludirla. Nunca más otro Aguasblancas, otro Acteal, otro Villas de “Salvacar”, otro Casino Royal, otro Bar Heaven, otro Tlatlaya u otro Ayotzinapa. Eso es lo que esperan los mexicanos y a ellos les debemos una respuesta muy clara.

 

Muchos temas deberían de estarse discutiendo y ojalá formen parte de la agenda de este Senado de la República, cohesión social, inversión productiva, local, prevención, unidades de inteligencia financiera autónomas en los estados, no es una agenda que haya estado en la discusión, por lo menos en lo que va de este año, ojalá también la retomemos.

 

Finalizo con la trágica ironía de nuestro Himno Nacional, que hoy dibuja lo que no queremos ver repetido en ningún otro lugar de nuestra nación.

 

Su coro número noveno, en su versión original que decía: “Y de Iguala la enseñanza querida, y de Iguala la enseña querida, a su espada sangrienta enlazada de laurel mortal coronada, formará de su fosa la cruz”. Tengamos siempre presente estas líneas porque tenemos responsabilidad con el horror.

 

Muchas gracias.