Una reforma para la ciudad de México / Siempre


Miguel Barbosa

Compromiso político

El pasado 1º de septiembre comenzó un nuevo año legislativo, en el ambiente se percibe que están dadas las condiciones para avanzar en la reforma política de la ciudad de México.

A finales de 2012, los grupos parlamentarios que integramos la actual Legislatura y el entonces jefe de Gobierno electo expresamos nuestra voluntad para que desde el Senado de la República diéramos un paso fundamental en el desarrollo político del Distrito Federal, para que éste tuviera una Constitución y que sus habitantes pudieran ejercer plenamente sus derechos políticos, económicos y sociales, como lo hacen los ciudadanos del resto del país.

Nos queda claro que no se parte de cero, por el contrario, podría decirse que se está cerca de la meta. Se trata de culminar el trámite legislativo de las iniciativas que se encuentran en proceso de dictaminación en el Senado, el cual incluye los cambios formulados por las fuerzas políticas y, de manera fundamental, las propuestas del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.

Se trata de un pendiente que los poderes públicos tenemos con la ciudadanía de la capital y que esperamos solventar en el actual periodo ordinario de sesiones. Existe un compromiso político de los grupos parlamentarios para avanzar en este tema, tal y como lo expresaron públicamente el pasado 10 de septiembre los coordinadores del PRI, PAN y PRD, y los presidentes de las comisiones involucradas en la reforma del DF, como son la de puntos constitucionales y la del Distrito Federal.

Esta disposición adquiere relevancia porque la reforma política del Distrito Federal únicamente es posible como producto de un gran acuerdo de las fuerzas políticas nacionales representadas en el Congreso de la Unión. Lo importante es que en todos los grupos existe claridad en que la reforma política del Distrito Federal no es un asunto de un partido o de un gobierno, sino que incumbe a todas las fuerzas políticas.

¿Qué perfil debe tener esta reforma?

Desde mi perspectiva, debe ser una reforma de vanguardia, acorde con la vocación participativa y crítica de la ciudadanía del Distrito Federal.

En esencia se trata de una evolución de los derechos de los ciudadanos, de las instituciones y de los poderes públicos capitalinos.

El tema de la “capitalidad” no se refiere únicamente a fondos o recursos económicos, sino a una política que tiene como propósito la equidad, que exprese con claridad la función de la ciudad en su doble papel de sede de los Poderes de la Unión y un ámbito territorial con plenas atribuciones, por lo cual en esta reforma el término de “capitalidad” debe terminar de construirse.

Nunca debemos pasar por alto que la ciudad de México es una de las grandes metrópolis del mundo. Como toda gran ciudad, administrarla y gobernarla implica un enorme reto en cada uno de sus ámbitos y áreas.

El suministro de energía eléctrica, agua potable y gas, la recolección de basura y mantenimiento urbano, el transporte público, la atención médica, la seguridad pública, la educación y el respeto de los derechos y libertades requieren de una enorme coordinación y despliegue de recursos humanos y materiales.

Crisol de nuestra vida política y cultural. La población de la capital es una de las más informadas y participativas del país. Sus luchas de años por el respeto al voto ciudadano, la libertad de expresión, el respeto a los derechos humanos, la libertad de decidir sobre el cuerpo y las preferencias son parte de su esencia.

La ciudad de México ha sufrido diversas transformaciones a lo largo de los últimos años, principalmente como consecuencia de los cambios políticos, históricos y sociales que han acaecido en nuestro país, lo que ha permitido su evolución como un ente jurídico político con particularidades de una entidad federativa y, a la vez, limitantes que no le permiten compararse con los demás estados, como lo es su falta de autonomía constitucional.

En esencia, la propuesta pretende transformar de fondo la naturaleza jurídica del Distrito Federal y lograr su autonomía constitucional en condiciones similares al resto de las demás entidades federativas que integran el pacto federal, conservando dos características que no pueden trastocarse: ser la capital de la república y sede de los Poderes de la Unión.

Con esta reforma la ciudad de México seguirá siendo la capital de todos los mexicanos. Será una entidad autónoma que tendrá las mismas facultades y atribuciones que cualquier otra entidad federativa en sus órganos, tanto en el Ejecutivo local, el Legislativo y el Tribunal. Al mismo tiempo las demarcaciones territoriales y de organización.

Desde la Mesa Directiva y en el marco de sus atribuciones, nos mantendremos atentos y realizaremos todos los esfuerzos posibles para que pronto, si es posible en este mismo periodo ordinario de sesiones, la reforma política del Distrito Federal sea aprobada, para bien de la población de esta gran ciudad, que es la ciudad de todos los mexicanos.

@MBarbosaMX

Presidente de la Mesa Directiva del

Senado de la República