Un Senado al servicio de la nación / El Universal


Miguel Barbosa

El Senado de la República debe ser una institución al servicio de México.

Para cumplir con este propósito todosdeberíamos contribuir a fortalecer su papel como factor clave de nuestro pacto federal, robustecer su importante función de representación de una sociedad cada día más plural y diversa, e incrementar su acercamiento con las aspiraciones, demandas y anhelos de la sociedad.

En las últimas dos décadas del siglo XX se produjo un cambio significativo en la organización del Estado mexicano. Básicamente, el sistema político se transformó en aspectos relacionados a los derechos políticos y civiles, lo que posibilitó el avance de la pluralidad en los espacios de poder público.

Esta característica se expresa en varios ámbitos sociales y de la vida pública, como son: la defensa de los Derechos Humanos, la transparencia, la rendición de cuentas y las reglas que regulan la competencia electoral.

De acuerdo con su definición clásica y para el cumplimiento de sus funciones, el Estado se divide en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Son muchos los autores, desde Aristóteles en la República hasta Weber a mediados del siglo XX, que señalan las inconveniencias de la concentración de poder en uno sólo de éstos; en este sentido, los contrapesos en lo poderes del Estado son un elemento esencial de las democracias modernas y un signo de su desarrollo.

En México, particularmente a partir de la consolidación del régimen posrevolucionario, el Poder Legislativo estaba subordinado al Ejecutivo. Existía, concretamente después de la reforma política de 1977, presencia de legisladores (diputados) de la oposición, pero su papel, aunque importante en la tribuna, era testimonial. Los senadores y diputados federales estaban sometidos a las decisiones del Presidente. El mismo esquema de control se repetía en los diputados locales con los gobernadores.

A partir de 1988, el continuo avance de la pluralidad política, la rendición de cuentas, la existencia de una sociedad más informada y con mayores niveles de participación, propiciaron que el Presidente dejara de ser el principal legislador de la República, para convertirse en una de las partes de un proceso de generación de acuerdos, para que una reforma legal o constitucional fuera aprobada en el Congreso y, en su caso, por la mayoría de la legislaturas de los estados.

Paulatinamente, en la Cámara de Senadores se han experimentado cambios que la han colocado en un lugar protagónico en los cambios fundamentales de nuestro país. Reformas en la Ley Orgánica del Congreso dieron origen a la Mesa Directiva y a la Junta de Coordinación Política, a un trabajo más intenso en comisiones y a un funcionamiento más ágil en el Pleno.

No ha sido un proceso sencillo o simple, sino un paulatino avance de construcción política y aplicación de las mejores prácticas del trabajo parlamentario.

Desde nuestra visión, el país necesita un Senado y un Congreso fuertes que permitan hacer efectivo el equilibrio de Poderes en beneficio de la democracia y el desarrollo político de la sociedad.

Se necesita un Senado transparente en sus procesos, organización y funcionamiento; productivo en lo referente a sus resultados legislativos y cercano a la gente. No se trata de excepciones sino de cualidades de las instituciones en tiempos de democracia y pluralidad política.

En los dos años de la actual Legislatura del Congreso de la Unión, teniendo en cuenta la historia legislativa del país y la necesidad de construir instituciones para la democracia, el grupo parlamentario del PRD ha respetado la institucionalidad del Senado, impulsado su fortalecimiento como institución clave del Estado mexicano, defendido sus legalidad y en coyunturas complicadas como la que acabamos de culminar con la reforma energética, hacer valer su normatividad interna.

 

@MBarbosaMX
Coordinador del PRD en el Senado