Los pasivos de Pemex y CFE / El Financiero


En la madrugada del pasado 2 de agosto, la Cámara de Diputados finalmente aprobó por 325 votos a favor y 113 en contra que el gobierno federal podrá asumir el pasivo laboral de Pemex y CFE como deuda pública. Como condición pusieron que el sindicato de trabajadores petroleros acepte renegociar su contrato colectivo de trabajo.

Legisladores del PRD advirtieron de que estos transitorios constituyen una negociación entre el gobierno federal y el PAN que no van a beneficiar ni a los trabajadores de Pemex ni a las finanzas públicas del país.

En primer lugar, no resuelven el problema del pasivo porque no existe en la propuesta una obligación o compromiso de disminuirla. Tampoco hay compromiso alguno para que se investigue por parte de la Auditoría Superior de la Federación si el monto es resultado sólo de pasivos laborales o encubren otros malos manejos financieros de Pemex durante los dos últimos años.

En esta semana sostuve un intercambio con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Las dudas planteadas en mi réplica no han sido respondidas ni por el principal responsable de las finanzas del país ni por los defensores de esta propuesta.

Tras leer su artículo “Una buena idea para Pemex y para México”, del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, me surgieron como legisladora tres preguntas: ¿por qué Pemex no tiene una reserva, como todas las empresas, para su pasivo laboral y, si la tenía, por qué es necesario el rescate? ¿Por qué se está discutiendo hasta ahora? ¿Cuáles serán los efectos a corto plazo para Pemex y para México de absorber 1.7 billones de pesos?

Estas dudas se mantienen en el aire. Sin embargo, aquí aporto algunos elementos para advertir de que se trata de una medida irresponsable, sin la más mínima valoración de sus consecuencias. Veamos:

1.– Las estimaciones del monto total de los pasivos laborales de Pemex pueden sufrir enormes cambios. En 2012 fueron de 731 mil millones de pesos y en 2013 aumentaron a un billón 288 mil millones. Es decir, 76 por ciento más en un solo año, según los mismos reportes financieros de la empresa. Para diciembre de 2013 la empresa sólo tenía cuatro mil 318 millones de pesos en las reservas del fondo de pensiones, es decir, 0.4 por ciento que sólo alcanzaría a cubrir 12.4 por ciento de las pensiones en curso.

Las variaciones, según el informe del auditor externo, se debieron a factores ajenos al pago mismo de pensiones: disminución de 8.65 a 6.90 por ciento de la tasa de descuento y rendimiento de los activos; incremento de 4.50 a 7.1 por ciento en la gasolina; disminución de la tasa de incremento de la canasta básica.

Esto mismo podría suceder en el corto y mediano plazos y elevar aún más la carga del pasivo laboral, como ya ha ocurrido en la CFE a pesar de que en 2008 se cambió el sistema.

2.– El total de pasivos se calcula para un periodo de 100 años y utilizando una serie de supuestos que pueden sufrir enormes variaciones, como el número de trabajadores futuros de la empresa, el crecimiento real de los salarios, el aumento real de los costos de los servicios médicos, etcétera. Esto no está contemplado en la medida.

3.- La principal variable –que, por supuesto, el secretario de Hacienda omite– es que Pemex no saldrá fortalecida de la reforma energética sino debilitada como empresa y como patrón. El régimen fiscal al que la propia Secretaría de Hacienda somete a Pemex limita seriamente el pago de sus deudas y es un incentivo para recurrir a nuevo endeudamiento.

4.- El problema sustancial es que detrás de estos pasivos están encubriendo recursos que distrajeron a Pemex, vía el sindicato, para el pago irregular de campañas políticas –como fue el caso del Pemexgate– o infinidad de actos de corrupción que quedarán en la “barriga de la impunidad” de nuestra principal paraestatal.

Una buena idea para Pemex y para México sería disminuir la carga fiscal futura para la empresa paraestatal, pero eso, al parecer, no está en los planes del gobierno federal.